sábado, 20 de abril de 2024

TRATADO DE PANDEMIAS: UNA NUEVA NORMATIVA QUE SOMETERÁ Y ESCLAVIZARÁ COMO NUNCA A LA POBLACIÓN Y QUE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y LOS POLÍTICOS IGNORAN

El mes de mayo de 2024 marcará el punto final de nuestras “democracias”, tal y como las conocemos, relegándolas a ser simples transmisoras de órdenes de una institución supranacional, la Organización Mundial de la Salud (OMS), brazo ejecutor del programa globalista de Naciones Unidas (ONU).

Entre el 27 de mayo y el 1 de junio de 2024, tendrá lugar en Ginebra la 77ª Asamblea Anual de la OMS. En ella -si nadie lo remedia- se dará un golpe de estado mundial, que afectará a todos los Estados miembros de la OMS, ya que en el nuevo Reglamento Sanitario Internacional (RSI), que se pretende aprobar en dicha asamblea, se dice claramente que el Director General de la OMS tendrá plenos poderes para decretar cualquier emergencia sanitaria internacional.

Según se recoge en el documento, en el momento que se firme el nuevo RSI, donde va incluido el Tratado de Pandemias, el acuerdo será jurídicamente vinculante para todos los Estados miembros. Esto quiere decir que a partir de entonces la OMS adquirirá la potestad de declarar pandemias con su exclusivo criterio, o lo que es lo mismo, a su antojo. Este nuevo Reglamento le conferirá la facultad de dictar a los Estados miembros las medidas totalitarias que considere oportunas. Por lo tanto, será la OMS quien decidirá la narrativa oficial que debe imponerse y la que debe censurarse, la que ordenará confinamientos o vacunas obligatorias y la que determinará si podremos viajar o no y a dónde, entre otras cosas. En definitiva, dispondrá todo aquello que le venga en gana y sus dictados serán jurídicamente vinculantes, no simples sugerencias como hasta ahora.

Evidentemente, si dejamos que se apruebe este Reglamento la OMS se erigirá en única poseedora de la “ciencia de la salud”, que incluirá una sola salud para todas las personas, para todos los animales y, por supuesto, para todo lo que confiera a la salud del planeta. La OMS se convertirá, entonces, en una autoridad supranacional de “salud pública”, que ejercerá poderes cuasi legislativos y ejecutivos sobre los Estados miembros. Así, por ejemplo, podría darse el caso de que la OMS declarase una emergencia climática en una región determinada, porque se esperen temperaturas más elevadas o más bajas de lo que es considerado habitual, decretando un confinamiento de 10-20 días, con toque de queda incluido.

Es sorprendente que un evento de esta transcendencia esté siendo ninguneado por los políticos y ocultado por los medios de comunicación. De hecho, toda la pantomima mediática de la actualidad mundial no es más que una distracción ante el acontecimiento más importante de nuestra reciente historia que cambiará para siempre el rumbo de nuestras vidas.

Lamentablemente, el pueblo, que, entre otras cosas no sabe la que se le viene encima, no puede legalmente hacer nada, ya que no está previsto ningún mecanismo de consulta ni de control. Si a esto le sumamos que nadie de la OMS ni de la ONU ha sido elegido democráticamente, y que todos han sido nombrados a dedo y sin transparencia alguna, nos encontraremos de la noche a la mañana inmersos en una dictadura, viéndonos avocados a acatar sus órdenes.

La entrada en vigor del nuevo RSI supondrá que tanto el Director General de la OMS como los directores regionales obligarán a los gobiernos a cumplir sus “recomendaciones”. Con ello, la burocracia sanitaria internacional quedará bajo la dirección de la OMS. Se implementarán, por ejemplo, nuevos comités de vigilancia para que se cumpla el nuevo Reglamento. También es muy probable que se cambie la definición de las enfermedades más comunes para convertirlas en “brotes pandémicos”. Y lo más importante, se otorgará a la OMS autoridad suficiente para controlar recursos como el dinero, productos farmacéuticos, derechos de propiedad intelectual, etc. En definitiva, la OMS se erigirá en el único gobierno mundial disfrazado de “ciencia de la salud”. Y lo que antes era respeto por los derechos humanos, por la dignidad y las libertades fundamentales de las personas, pasarán a ser historia y todo serán principios de “equidad”, “inclusividad” o “bien común”, tal y como ya estamos viendo.

Llevamos años siendo preparados para esto. La falsa pandemia, las nuevas ideologías de género, la inmigración masiva, las políticas (ya aprobadas por la UE) de identificación digital o el cambio climático antropogénico, entre otras cosas, están destruyendo intencionadamente el sentimiento nacional actual de los Estados, con el propósito de ir hacia un único gobierno mundial.

El éxito rotundo que significó la falsa pandemia ha dado alas a las élites para avanzar en el control total de la humanidad. Desde entonces, se han producido los cambios necesarios para afianzar e institucionalizar el nuevo modelo de control político y social.

Las futuras emergencias sanitarias, que la OMS considere oportunas, relegarán a papel mojado las disposiciones fundamentales de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Desaparecerá la libertad de expresión, el derecho al trabajo, la privacidad y todo aquello que, según la OMS, atente contra la salud pública.

En concreto, lo que se pretende es convertir el mundo en un Estado de bioseguridad globalizado. Todo lo que aconteció durante la falsa pandemia fue con ese fin. Eso del calentamiento global, las guerras de Ucrania, Gaza y ahora el ataque iraní a Israel o la gran amenaza populista que supone Putin no son más que “juegos geopolíticos” para hacer creer al “populacho” que todavía hay Estados independientes que luchan por su libertad. Sin embargo, todo en el mundo está perfectamente controlado por quienes verdaderamente ostentan el poder.

Lo que acabo de exponer no es ninguna teoría de la conspiración. Al contrario, es una conspiración real contra la toda humanidad. Tanto los presidentes Macron, Trudeau, Biden, Pedro Sánchez o Ursula von der Leyen –sólo por citar algunos- están a favor de este nuevo RSI, que se someterá a votación el 26 de mayo de 2024.

Sin embargo, parece que la batalla aún no está perdida. Algunos países como Estonia, Malasia, Irán, Filipinas, Brasil, Uganda y algún que otro país más del continente africano se han negado a aceptar las propuestas autoritarias de la OMS. ¿Serán suficientes estos países para revocar el nuevo Reglamento? ¿O será otra de sus estrategias para hacernos creer que todavía quedan Estados soberanos? Verdaderamente no lo sé. Yo simplemente soy otro pobre infeliz que pulula por estos lares con la esperanza de que algún día la humanidad despierte de su letargo y no se deje amedrentar, avasallar y, en último caso, aniquilar por un puñado de psicópatas, que no llegan al 0,0001% de la población mundial. 

miércoles, 10 de abril de 2024

UNA ÉLITE DE MANIACOS JUGANDO SISTEMÁTICAMENTE A SER DIOSES

Muy pocas personas se han parado a pensar qué es lo que realmente ha mejorado nuestras vidas. ¿Ha sido el dinero? Obviamente no. El dinero no se come ni es un recurso que sirva para nada. Es un invento del ser humano para intercambiar bienes y servicios, nada más. ¿Es la política? Ni de coña. Los políticos no entienden de nada y sólo dictan leyes sobre problemas que no saben resolver. ¿Es la religión? Por supuesto que tampoco. La religión no es más que un alivio emocional e intangible para aquellas personas que lo necesitan. Entonces, ¿qué es? La respuesta es simple. La responsable de mejorar nuestras vidas ha sido y es la tecnología.

Hasta ahora la tecnología ha supuesto un avance descomunal para la humanidad mejorado la vida de muchísimas personas. Sin embargo, no todo el mundo la utiliza de una manera racional e inteligente. Me refiero a esa élite todopoderosa que ansía dominar el mundo y la tecnología se lo está poniendo a huevo.

La idea de que el futuro del ser humano implica la transformación de las personas en "ciborgs" (seres humanos mejorados con tecnología) es un tema recurrente del Foro Económico Mundial (FEM) que, de momento, es una especulación, no una certeza. Y aunque actualmente ya se está utilizando cierta integración tecnológica en humanos, como prótesis avanzadas, implantes médicos o tecnologías de interfaz cerebro-computadora, que han mejorado las capacidades humanas en diversos aspectos, llegar a desarrollar un ser humano con una inteligencia extraordinaria, mediante implantes tecnológicos, todavía no es factible a día de hoy.

Que alguien quiera hacer de conejillo de indias y experimentar en su propio cuerpo este tipo de cosas, siempre que sea por voluntad propia, no me parece mal. Ahora bien. Lo que no es aceptable, de ninguna de las maneras, es que un determinado grupo de personas esté constantemente poniendo en peligro a toda la humanidad con ocurrencias tales como la manipulación genética, la creación de armas biológicas, la interferencia climática o exponiéndonos a todos a un exceso de radiaciones no ionizantes. Y esto sólo por citar cuatro de las muchas barbaridades que son llevadas a cabo en nombre de la ciencia, la salud, la seguridad o el progreso.

Empecemos con la manipulación genética.

La manipulación genética, especialmente en el contexto de la modificación de organismos vivos, está teniendo una serie de consecuencias muy negativas. La introducción de cultivos transgénicos está amenazando la diversidad genética de las especies silvestres relacionadas y afectando a los insectos polinizadores como las abejas. Crear "superorganismos", que desplazan a las especies naturales y alteran los equilibrios ecológicos, es simple y llanamente poner en riesgo la vida tal y como la conocemos, ya que es difícil prever todas las posibles consecuencias de la modificación genética en los organismos y los ecosistemas en general. De hecho, desde que empezaron estas manipulaciones genéticas el número de cánceres se han multiplicado exponencialmente, llegando a ser casi imposible encontrar a nadie que no tenga o haya tenido un cáncer en su familia.

Sigamos con las armas biológicas.

Las armas biológicas son una realidad a día de hoy. Principio del formularioEl uso de nanopartículas de lípidos utilizadas como armas biológicas es una temeridad muy preocupante. Las nanopartículas de lípidos son diminutas estructuras compuestas de lípidos, que pueden ser diseñadas para transportar y liberar agentes biológicos como toxinas u otras sustancias peligrosas. Además, podrían ser diseñadas para evadir los sistemas de defensa del cuerpo humano o para resistir los tratamientos médicos convencionales. El uso de armas biológicas es considerado un crimen de guerra y está prohibido por tratados internacionales, como la Convención sobre Armas Biológicas y Toxínicas. Sin embargo, esos tratados son en realidad papel mojado, ya que si se fabrican es porque se tiene la intención de utilizarlas.

Y ahora una pregunta incómoda. Dado la coacción obsesiva para inocular a toda la población mundial no una, sino dos, tres, cuatro o cinco dosis de la “vacuna” Covid-19, ¿cómo podemos estar seguros de no haber recibido un arma biológica? Las muertes repentinas, los llamados cánceres exprés, las miocarditis y todo tipo de lesiones cardiovasculares y de otra índole son la prueba evidente de que las “vacunas” están causado más daño que el propio Covid-19, por mucho que se escondan estos datos debajo de la alfombra.

Veamos ahora las consecuencias de interferir en el clima.

La geoingeniería es la encargada de modificar deliberadamente y a gran escala el clima terrestre. Hoy en día ya es una realidad que mediante la introducción de pequeñas partículas de yoduro de plata o sulfato de cobre en las nubes se pueda provocar la formación de gotas de lluvia o copos de nieve. También se puede reflejar la radiación solar de vuelta al espacio mediante espejos o rociando con aerosoles la atmósfera para crear nubes artificiales que reflejen la luz del Sol. Y todo ello con la excusa de luchar contra el calentamiento global, cambio climático o como lo quieran llamar. Evidentemente, una tecnología así implica la capacidad de poder crear sequías e inundaciones a voluntad. Y, claro está, si alguien llegara a controlar el clima a nivel global también será capaz de dominar el mundo.

Pensar que la manipulación del clima no tiene consecuencias es absurdo, ya que el clima, junto a la luz solar, el agua y el suelo son características claves de un ecosistema terrestre, y si se manipula alguna de ellas puede afectar a la vida en todo el planeta.

Respecto al abuso de las radiaciones no ionizantes, y las diversas consecuencias negativas que tienen para la salud, nadie dice nada al respecto. Estar demasiado tiempo delante de un ordenador, televisor, teléfono móvil o vivir cerca de un enjambre de antenas de telefonía móvil está más que demostrado que produce trastornos del sueño, efectos adversos sobre el sistema nervioso, problemas reproductivos, alergias electromagnéticas y, sobre todo, cáncer. Entonces, ¿quién es esta gente para someternos a estos constantes peligros para nuestra salud?

Todos estos diabólicos “jueguecitos”, que la élite dominante está llevando a cabo a espaldas del público, son peccata minuta en comparación con lo que pueden llegar a hacer con la Inteligencia Artificial (IA). Pero esa es otra historia.

Indudablemente, jugar a ser dioses con la biología, el clima o las radiaciones no ionizantes, sin contar con nosotros, debería estar seriamente castigado, ya que al final somos toda la humanidad la que pagamos las consecuencias. De hecho, los efectos de estas manipulaciones están teniendo impactos desastrosos en diferentes partes del mundo. Y aunque existe toda una legislación al respecto, los responsables siguen haciendo oídos sordos y son sistemáticamente absueltos de toda responsabilidad.

La élite mundial nunca ha sido tan depravada y perversa como lo es ahora. Y ante una sociedad anodina, donde el grueso de la población padece de una indiferencia enfermiza, campa a sus anchas.

El “populacho” ha sido lobotomizado para no cuestionar el sistema. De por sí, no se mete en política, simplemente vota y calla. Ante esta actitud, el sistema se ha corrompido de una manera escandalosa. De hecho, eso que se ha dado en llamar Estado de Derecho simplemente no existe. Tanto el Ejecutivo como el Legislativo y el Judicial son una amalgama de poderes que operan al unísono, y no actúan por separado como nos quieren hacer creer. Y para rizar el rizo, se les ha unido lo que en su día se denominó el cuarto poder, los medios de comunicación. En definitiva, todos son parte integrante de esta trama inmunda, vendida al poder global del dinero.

Los amos del mundo están jugando a ser dioses y a nadie parece importarle. Saben que el “populacho” cobarde, ignorante y servil ni se inmuta ante estas cuestiones. Así que si algo sale mal con alguno de sus “jueguecitos”, y se llevan por delante a media humanidad, le echarán la culpa al “populacho”, como han hecho siempre, y aquí paz y después gloria.