En las últimas décadas, las políticas
neoliberales ejercidas en todo el mundo han posibilitado la concentración del
poder económico en unos pocos. Lógicamente, los grandes beneficiados han sido
la banca internacional y las grandes multinacionales, que han conseguido
controlar los mecanismos de la economía en beneficio propio.
Como consecuencia, el sistema financiero se ha
convertido en un casino especulativo, en donde la banca de inversión ha
desarrollado un sinfín de instrumentos muy sofisticados con los que hacerse con
la riqueza del planeta: un auténtico terrorismo financiero que ha empobrecido
al trabajador asalariado mientras los políticos miran hacia otro lado.
Una economía en manos de las grandes
corporaciones y la oligarquía financiera -que es lo que estamos viviendo ahora
mismo- ha traído las siguientes consecuencias: un altísimo endeudamiento;
empleo precario; debilitamiento del Estado; aumento alarmante de la pobreza;
desigualdad cada día más acentuada; disminución de la calidad de vida de las
personas y un mundo en donde las instituciones democráticas brillan por su
ausencia y la voz de la ciudadanía simplemente no existe.
Mientras esto ocurre, los medios de
comunicación del establishment no hacen otra cosa que decir que la pobreza en
el mundo está disminuyendo. Evidentemente, nada más lejos de la realidad.
Hasta no hace mucho, en los llamados países
desarrollados los focos de pobreza eran razonablemente pequeños. Sin embargo,
ahora países como EEUU, Reino Unido o España tienen a casi la mitad de la
población con problemas para llegar a fin de mes.
Pero veamos qué está ocurriendo en nuestro
país.
Tras dos semanas de estudio, el relator
especial de la ONU para la pobreza extrema, Philip Alston, ha redactado un
informe en el que ha puesto al descubierto la realidad social de España. Alston, ha dicho, en relación a la alarmante pobreza en España,
que esta alcanza al 26% de la población.
Como comprenderás, no es ninguna broma y
naturalmente tiene consecuencias.
En el citado informe se mencionan algunos
datos como estos:
·
El salario mínimo en
España está en unos varemos muy por debajo del nivel de vida razonable.
·
Los alquileres de
vivienda son cada vez más altos y los desahucios se han disparado en los
últimos años.
·
En España hay un 26% de
la población en riesgo de pobreza o exclusión social.
·
El paro está en un 14% y la
mitad de la población tiene problemas para llegar a fin de mes.
·
Casi el 50% de los
asalariados no llega a los 8.871 euros anuales.
·
Cerca de siete millones
de personas padecen la llamada pobreza energética: no pueden
permitirse mantener su vivienda a una temperatura adecuada.
·
La Fundación
Secretariado Gitano lleva 40 años denunciando la estigmatización de esta
comunidad, que sufre una tasa de extrema pobreza en el 46% de sus
integrantes, según sus propios datos.
·
En España hay unas 40.000
personas sin hogar, según la Estrategia Nacional Integral para Personas Sin
Hogar 2015-2020.
Con estos datos, es evidente que el modelo aplicado
por el neoliberalismo no funciona o, dicho de otra manera, solo funciona para
unos pocos.
A pesar de que España como país está
prosperando económicamente, son demasiadas las personas que siguen pasando
apuros. La recuperación de la mal llamada crisis solo se ha producido para las
clases adineradas, dejando al resto de la población en una precariedad de la
que va a ser muy difícil salir si no se cuenta con las políticas adecuadas,
entre ellas desterrar el neoliberalismo de la faz de la tierra.
Según los datos macroeconómicos que utiliza el
Gobierno, la economía española es la que más crece de la zona euro.
Pero no nos dejemos engañar. El PIB puede
subir lo que le dé la gana, pero no es indicador de nada. Lo que sí es un buen
indicador de lo que está pasando es el aumento de la criminalidad y la
proliferación de mafias en España.
Que la pobreza está directamente relacionada
con la delincuencia nadie lo duda. Los homicidios, asesinatos, robos en
domicilios y establecimientos, hurtos y todo tipo de delitos se han
multiplicado de una forma escandalosa en España.
El Ministerio del Interior reconoció 1.646.856
infracciones penales de enero a septiembre de 2018. Evidentemente, estas cifras
están manipuladas puesto que ningún gobierno quiere asumir que durante su
mandato la criminalidad ha aumentado. Por lo tanto, esta cifra bien podría ser
del orden de dos o tres veces mayor.
Por otra parte, según un informe de Interpol, España
se ha convertido en el paraíso de las mafias europeas. En dicho informe se
asegura que en nuestro país operan 688 grupos mafiosos que se dedican,
fundamentalmente, al tráfico de drogas, la explotación sexual, la extorsión y
el blanqueo de capitales, entre otras cosas.
Grupos de origen turco, chino, indio, albanés,
ruso, iraquí, vietnamita y del oeste africano también forman parte de estas
mafias asentadas en España. Pero la mayor mafia en España es la de los propios
españoles. Según la policía, hay cientos de grupos que controlan diferentes
zonas sobornando incluso a cargos públicos.
Pues bien. Todo esto es consecuencia del
terrorismo financiero, que ha empobrecido de tal manera a la población que se
ha visto obligada a buscarse la vida de la única manera que ha podido. Y no
cabe caer en el patético argumento de que no se quiere trabajar: ¿trabajar
dónde, si no hay trabajo? Además, hoy día los salarios son tan bajos que incluso
trabajando no se sale de la pobreza, pues el salario no da para pagar las
facturas y menos aún para llevar una vida digna.
La gente ingenuamente piensa que esto es
circunstancial y que pronto pasará. Nada más lejos de la realidad.
Ni esto es consecuencia de una crisis
económica ni de que no haya dinero ni del cambio climático ni de todas esas
sandeces que se dicen. Es simple y llanamente el egoísmo y avaricia de unos
pocos con la connivencia de los gobiernos a los que sustentan. Nada más.
En España tanto PSOE como PP han sido los
artífices de de esta devastación. En una entrevista Julio Anguita dijo: “A
ver, ¿qué diferencia en política económica ha habido entre PP y PSOE? Vamos a
tirar de hemerotecas. ¿Quién empezó las privatizaciones? ¿Quién empezó las
reformas del mercado laboral? ¿Por qué vendimos nuestra agricultura a cambio de
entrar en el UE (tratado de Mastrich)? ¿Qué pasó con la segunda flota pesquera
más importante del mundo? ¿Con las empresas públicas? Lo que pasa es que hoy
vivimos al día y no nos acordamos de lo que pasó ayer y así nos va.”
Pero los verdaderos dueños del mundo hoy en
día son los grandes fondos de inversión que poseen la mayoría del accionariado
de todas las grandes empresas del planeta.
Compañías como Amazon, Microsoft, Apple,
Facebook, Alphabet, Berkshire Hathaway, Johnson & Johnson, Tencent, JP
Morgan y Wells Fargo, entre otras, tienen a BlackRock y Vanguard Group entre
sus principales accionistas. Estos dos administradores de activos financieros
(delincuentes de guante blanco) son los más importantes del mundo llegando a
gestionar entre los dos la friolera de más de 10 billones de euros, lo que
supone casi 10 veces lo que mueve la economía española.
Le siguen en importancia State Street, Fidelity, Alliand y JP Morgan Chase que también
gestionan más de 10 billones de euros entre los cuatro.
Lo alucinante es que sin producir nada ni
aportar nada a la economía real estos “tíos listos” se están forrando. ¿Y cómo
lo hacen? Pues mediante productos financieros muy complejos para el resto de
los mortales. Entre estos productos están los EFT (Fondos Cotizados en Bolsa) que
son los instrumentos financieros que más han crecido en la última década, ya
que tienen la diversificación de un fondo y la liquidez de una acción. Y, por
supuesto, la madre de todos los productos: los derivados financieros.
La economía especulativa ha alcanzado
dimensiones inimaginables. La grandísima complejidad que el sistema financiero
ha adquirido en los últimos años, junto con la amplia desregularización favorecida
por los gobiernos liberales, hace muy difícil -por no decir imposible- su
control.
Los bancos de inversión se han convertido en
verdaderos terroristas financieros que actúan al margen de la economía real.
Para que nos hagamos una idea de lo que
estamos hablando, veamos algunos datos del año 2015 de cómo estaba repartida la
economía mundial en función de la capitalización de diferentes productos y el
mercado especulativo:
Bitcoin alcanzó una capitalización de 13 mil
millones de dólares; el valor en mercado de la Plata era de 16 mil millones de
dólares; Bill Gates, el hombre más rico del mundo, poseía entonces una fortuna
de más 75 mil millones de dólares; la mejor empresa del planeta, Apple, tenía 620
mil millones de dólares; el balance de la FED, después de los diferentes
programas de flexibilización cuantitativa (o sea, darle a la maquinita de hacer
dinero), era de 8 billones de dólares; la inversión inmobiliaria, en manos de
fondos de inversión, alcanzaba los 9,6 billones de dólares y el total de oro en
el mundo valía unos 10 billones de dólares.
Y ahora viene lo más interesante: lo que mueve
el mercado especulativo.
La capitalización de todas las bolsas del
mundo equivalía a 70 billones de dólares; el dinero FIAT (inventado) en efectivo,
en cuentas bancarias y depósitos ascendía a 81 billones de dólares; la deuda
global era de 200 billones de dólares y, ¡Ojo al dato!, la estimación del valor
de los derivados financieros en ese año fue de 1,2 mil billones de dólares,
aunque en realidad nadie sabe el tamaño exacto de este mercado (Fuente, The
Money Proyect, año 2015)
No es de recibo que la economía financiera
especulativa en 2015 fuera 125 veces mayor que la economía real, cosa que hoy
habrá superado con creces esa cifra con toda seguridad.
¿Cómo es posible que esto ocurra? Pues ocurre,
porque la inmensa mayoría de la población somos, económicamente hablando, una
panda de analfabetos financieros y no
entendemos una mierda (con perdón) de lo que verdaderamente se cuece en el
mundo de las finanzas. Si esto mismo lo extrapolamos a otras ramas del
conocimiento, nos daremos cuenta de que para ser ciudadanos del siglo XXI somos
bastante ignorantes.
¿Y por qué somos tan ignorantes? Pues porque
esos mismos tíos egoístas cleptócratas que no quieren compartir las riquezas
del planeta con nosotros, tampoco quieren
compartir el conocimiento.
Como habrás podido comprobar por ti mismo, nada
de esto se enseña en ninguno de esos nuevos planes de educación que elabora
cada gobierno de turno, no sea que se les acabe el chollo.
Decía el Che Guevara a sus guerrilleros cuando
les enseñaba a leer y escribir: “un pueblo ignorante es muy fácil de engañar”.
¡Elemental, mi querido Watson! Por eso, es inconcebible que el talento y la
tecnología actual estén siendo utilizados para el enriquecimiento de unos pocos
y no para erradicar enfermedades, desarrollar el conocimiento y, en definitiva,
para hacer un mundo mejor.