martes, 30 de mayo de 2023

¿VERDADERAMENTE EXISTE RACISMO EN EL FÚTBOL ESPAÑOL?

El domingo 21 de mayo se jugó el partido de la liga española, correspondiente a la jornada 35, entre el Valencia Club de Fútbol y el Real Madrid. En ese partido el Real Madrid no se jugaba nada y el Valencia se lo jugaba todo: la permanencia en primera división. Y cuando digo que se lo jugaba todo, no me estoy refiriendo únicamente al ámbito deportivo, que también, sino a la importancia que tiene, económicamente hablando, que una ciudad como Valencia mantenga uno o dos equipos en primera división.

Según cuentan las crónicas (todos los medios de comunicación no han parado de dar la vara con el temita), ese domingo saltaron todas las alarmas al producirse un delito de “racismo intolerable” en el fútbol español. El delito en cuestión, es que algunos espectadores llamaron “mono” al jugador negro brasileño del Real Madrid, Vinicius. Insultos inferidos, por otra parte, para provocar al actualmente mejor jugador del Real Madrid y sacarlo del partido, como así fue.

Antes de nada quiero aclarar que no trato de justificar nada, simplemente exponer los hechos y que cada uno juzgue.

Todos los que acuden a eventos deportivos, y a los estadios de fútbol en particular, saben que los espectadores articulan todo tipo de improperios a todo aquel que vaya en contra de los intereses de su equipo. Es decir, insultan sistemáticamente al equipo contrario, al árbitro y a los auxiliares.

Estoy seguro de que lo mismo que se escuchó “mono”, no menos veces se escuchó decirle al árbitro, a los auxiliares o a otros jugadores del Real Madrid palabras tan disonantes como “hijo de puta”, “cabrón” y otras “lindezas” de la misma ralea, muy presentes en cada partido de fútbol.

Con esto no quiero decir que el insulto en el fútbol esté institucionalizado, pero sí contar lo que hay. Y lo que hay, son unos señores que cobran un “pasturrón” por dar jodidas patadas a un balón, que desde que comienzan su carrera saben que los insultos están presentes y forman parte del “ritual futbolero”. Y también saben que, salvo rarísima excepción, lo que ocurre en el estadio se queda en el estadio y punto. ¡Es fútbol! Como dicen ellos mismos.

Hasta aquí todo normal. Bueno, mejor dicho lo habitual. Es decir, lo que ocurre en cada partido de fútbol en todos los estadios del mundo.

Sin embargo, lo que no es habitual es lo que ocurrió después: los medios de comunicación, la Federación Española de Fútbol, el Gobierno, los políticos (por cierto, en plena campaña electoral) y hasta el mismísimo Presidente de Brasil, Lula da Silva, dramatizando con lo sucedido.

Decir que en el fútbol español hay racismo es la misma estupidez que decir que el CO2 es el culpable del cambio climático. Pero ya sabemos lo que ocurre cuando esta gente siembra la voz de alarma, que automáticamente empiezan las prohibiciones, restricciones y las sanciones.

Los “racistas” que insultaron a Vinicius, con la intención de desconectarle del partido, son los mismos “racistas” que veneran a Mouriba Kouroma (defensa), Yunus Musah (centrocampista) Mouctar Diakhavy (defensa) o Cristhian Ibargen (defensa), todos jugadores negros del Valencia Club de Fútbol. Entonces, si son racistas, ¿cómo pueden odiar a unos negros y venerar a otros? Y lo que es aún más extraño: ¿cómo pueden ser seguidores de un club que tienen jugadores negros en sus filas?

Deberíamos ir pensando que va a significar para nosotros esos “insultos racistas” a un multimillonario jugador de fútbol, porque no te quepa la menor duda de que por ahí van los tiros.

De momento ya hemos visto los primeros movimientos: la detención de unos “cabezas de turco”, a los que quieren aplicarles un delito de odio. ¡Hay que joderse! O sea, que cuando en televisión constantemente se incitaba al odio contra los no vacunados, diciendo que se les tenía que hacer la vida imposible (lo dijo el mismísimo Presidente francés, Emmanuel Macron) y marcarles, como a los judíos durante el holocausto, para diferenciarles de los vacunados, eso no era delito de odio, ¿verdad?

Otra medida a tomar, de la que se está hablando, es prohibir la entrada a los estadios de por vida a cierto tipo de aficionado.

También pretenden endurecer las medidas para acceder a los estadios: controles biométricos, cacheos indiscriminados y vigilancia extrema.

¿Y cómo acabará esto? Pues que la gente se hartará de tanto control y preferirá ver los partidos por televisión. Y ese puede ser el objetivo de toda esta sarta de sandeces racistas, cosa nada descabellada, puesto que durante la falsa pandemia ya se hizo el experimento de jugar los partidos de fútbol a puerta cerrada.

¿No te parece que esto guarda relación con lo de vivir en “ciudades 15 minutos” para evitar desplazamientos innecesarios y “salvar el planeta”?

Dicho esto, ahora analicemos si verdaderamente existe el racismo o es otro invento del poder para dividirnos.

Lo primero que tenemos que preguntarnos es qué es el racismo. Pues bien. El racismo es el odio, rechazo o exclusión de una persona por su “raza”. Por lo tanto, para que exista el racismo lo primero que tienen que existir son diferentes “razas”. Y la pregunta es: ¿estamos seguros de que existen diferentes “razas”?

El concepto “raza”, tal y como lo conocemos hoy en día, nació a finales del siglo XVIII en Europa, donde algunos científicos naturalistas, que se dedicaban a clasificar a las especies animales y vegetales, empezaron también a clasificar a los seres humanos en “razas” guiados por su apariencia física. Así fue como se dio origen a las cuatro “razas humanas”: blanca o caucásica, negra o africana, amarilla o mongólica y roja o amerindia.

La ciencia nos dice que los orígenes del hombre se sitúan en África. Con el transcurso del tiempo fue migrando a todas las regiones del mundo y, como es natural, fue adaptándose al medio ambiente, dándose los cambios en el aspecto físico. Por lo tanto, el aspecto de los seres humanos (lo que llamamos “razas”) han sido producto de la adaptación a los diferentes entornos medioambientales,  y no a la existencia de diferentes “razas” de humanos.

La RAE define “raza” como “cada uno de los grupos en que se subdividen algunas especies biológicas y cuyos caracteres diferenciales se perpetúan por herencia”. Es decir, que las “razas” constituyen grupos específicos, distintos unos de otros, dentro de algunas especies de seres vivos. Entonces, de acuerdo con esto cada “raza” estaría definida por una serie de características biológicas que supuestamente la diferencian de las otras “razas” de esa especie.

Si hoy sabemos que todos los seres humanos pertenecemos a la especie Homo Sapiens, y que los 8.000 mil millones de personas que habitamos la Tierra compartimos el 99,9% de nuestro ADN, la existencia de las “razas” biológicamente determinadas queda desmontada por completo. De ahí que desde mediados del siglo pasado diversas disciplinas científicas como la antropología, la biología o la genética hayan afirmado categóricamente que las “razas humanas” no existen.

Y ahora la pregunta del millón: si las “razas humanas” no existen, ¿de qué racismo estamos hablando?

Después de siglos de atrocidades, a estas alturas ya deberíamos saber que eso que se ha dado en llamar “racismo” verdaderamente es otra cosa, y todos sabemos lo que es.

Las clases dominantes, con la inestimable colaboración de nuestros gobiernos, están imponiendo una nueva normalidad. Esa nueva normalidad quiere cambiarlo todo, y como el ser humano es reacio a los cambios necesita un empujón. Ese empujón puede venir de una gran crisis económica, una guerra, una pandemia, un cambio climático o una nueva ideología que nos una a todos en una “noble causa” como, por ejemplo, ¡No al racismo!

He de decir, en honor a la verdad, que utilizar la triquiñuela del racismo en el fútbol es una sutil jugada maestra, ya que el fútbol, además de un gran negocio, es la herramienta por excelencia para la manipulación de las masas. Por lo tanto, se me antoja que el fenómeno del “racismo en el fútbol español” no es más que una estrategia política con algún fin oculto. ¿Será que quieren imponer en España el Black Lives Matter o que nuestros jugadores hinquen la rodilla en el suelo antes de empezar cada partido como se hace en la Premier Ligue?  

De momento ya tenemos a las cadenas de televisión que emiten el fútbol poniendo al lado del marcador “¡no al racismo!” en vez de la bandera de Ucrania. Lo que venga después, ya lo iremos viendo. 

lunes, 22 de mayo de 2023

LA IMPORTANCIA DE NO VOTAR

Este año España afronta dos citas con las urnas: el 28 de mayo elecciones autonómicas y municipales y el 10 de diciembre elecciones generales.

Se supone que los resultados de esas elecciones van a decidir el devenir de la sociedad española durante los próximos 4 años. Esto, que es de una importancia extraordinaria, se llevará a cabo con la única aportación, por parte de la ciudadanía, de introducir una papeleta en una urna para elegir a sus supuestos representantes. Representantes que, en honor a la verdad, nunca se atienen al programa con el que se presentan a las elecciones.

Seamos serios. La política es un “engaña bobos” que ha conseguido llevarnos hasta el absurdo mundo en que vivimos. Es una trampa disfrazada de partidos políticos, de todos los colores e ideologías, que, sin embargo, siempre conduce a lo mismo: al sometimiento de la población.

Sólo hay que ser un poco observador para darse cuenta de que elección tras elección, y elijamos a quien elijamos, lo único que cambia es el color del gobierno, pero la esencia sigue siendo la misma: yo gobierno, luego mando, tú obedeces y punto.

Vivimos en un Sistema pensado para recompensar a quienes lo acatan sumisamente y castigar sin piedad a quienes lo cuestionan o rehúsan colaborar con él. Evidentemente, todos aquellos “privilegiados” que han estado expuestos a la propaganda del Sistema y tienen éxito (universitarios, políticos, empresarios, etc.), nunca cuestionarán su legitimidad y aceptarán los dogmas introducidos en sus mentes, ya que, de lo contrario, se arriesgan a perderlo todo.

Nuestro Sistema se basa en un cúmulo de mentiras. No, no me he vuelto loco. Desde la educación, pasando por el sistema político, los medios de comunicación y el sistema financiero, todo, absolutamente todo es un fraude.

Pero la clave de toda esta farsa está en la política. La política tiene idiotizada a la población, a la cual somete y manipula a través de un lenguaje adulterado. Así, por ejemplo, llama libertad al libertinaje, dinero a la deuda, democracia a la partitocracia, ciencia a la imposición de criterios y tecnología avanzada a la esclavitud disfrazada.

Para más inri, tenemos la creencia de que nuestros gobiernos los elegimos nosotros. Pero no es así. La realidad es que los gobiernos, que supuestamente salen del inútil voto que depositamos en una urna en unas elecciones amañadas, son designados de antemano por el poder global del dinero.

Pero, ¿qué pasaría si en estas elecciones solo votase el 5% de españoles con derecho a voto? O lo que es lo mismo, ¿qué pasaría si sólo se votasen ellos? Lo digo, porque si el PP tiene 870.000 afiliados, Podemos 490.000, PSOE 200.000, Ciudadanos 23.000, más unos cuantos afiliados del resto de fuerzas políticas que se presentan a las elecciones, entre todos sumarían alrededor de 1.800.000 votos, que se corresponde con el 5% de una masa electoral de 37 millones.

Contrariamente a lo que la gente cree, una baja participación electoral tiene consecuencias para la legitimidad y la representatividad. Por eso los políticos tratan de fomentar la participación, ya que sin participación no hay “democracia representativa” que valga.

Con una baja participación electoral los resultados de las elecciones no mostrarían la opinión de la mayoría de la población, lo que llevaría a una falta de representatividad y a la creación de gobiernos que no reflejarían los intereses de la mayoría. Del mismo modo, si sólo participa en las elecciones un pequeño porcentaje de la población, el gobierno resultante sería, a todas luces, ilegítimo.

Dicho esto, podemos asegurar, sin temor a equivocarnos, que votar no cambia nada, pero no votar lo cambia todo.

El miedo introducido en las masas sobre la necesidad irremediable de tener un gobierno es totalmente infundado. La gente piensa -porque así se lo han metido en su linda cabecita- que una sociedad compuesta por personas capaces de autogobernarse y tomar decisiones colectivas, sin la necesidad de una autoridad centralizada que imponga leyes y regulaciones, es inviable. Pues no, no es inviable. Y aunque llevarlo a la práctica es complejo, no es imposible.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que una sociedad sin gobierno no significa necesariamente una sociedad sin normas ni reglas. Las normas y las reglas podrían ser establecidas y aplicadas por las propias comunidades en función de sus valores, intereses y necesidades.

Lo que sí requerirá una sociedad sin gobierno es una fuerte dosis de responsabilidad, cooperación y respeto por parte de sus miembros. Solo así se podrá lograr la estabilidad y el bienestar colectivo. Y aunque probablemente nunca se llegará a construir una sociedad perfecta, una sociedad sin gobierno sería menos corrupta que la de hoy en día. Por una sencilla razón: si no hay gobierno no puede haber gobierno corrupto.

Evidentemente, una sociedad sin gobierno incluiría la organización en comunidades más pequeñas y autónomas, donde la toma de decisiones se llevaría a cabo por consenso, los recursos serían gestionados colectivamente y los conflictos se resolverían pacíficamente y no a través de guerras inútiles.

Esto, en un mundo tan complejo como el actual, asusta a la mayoría de la gente que piensa que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Sin embargo, con una buena educación de calidad (no confundir con el actual adoctrinamiento) y mucha fuerza de voluntad, sería posible llevarlo a la práctica o al menos intentarlo. Porque si seguimos acudiendo a las urnas, como hasta ahora, seguiremos inmersos en esta distopía totalitaria.

Un atisbo de esperanza.

Es incuestionable que cada día va aumentando el número de personas que se están dando cuenta de que viven en un mundo de mentiras y de que una minoría de peligrosos maniacos se ha hecho con el control del mundo. El descubrimiento de esta verdad -mantenida oculta por los tiranos que nos gobiernan- es esencial para el gran despertar de la humanidad.

La única forma de salir de esta gigantesca mentira es hacerle ver a la gente lo engañada que está y cómo podrían cambiar las cosas simplemente con que se diera cuenta de esto. Evidentemente, darse cuenta de esto implica dejar de acudir como verdaderos imbéciles a las urnas, y ahora es una oportunidad de oro para hacerlo. Por lo tanto, si quieres que cambien las cosas, quédate en casa el día de las elecciones y ya veremos qué pasa. 

viernes, 12 de mayo de 2023

¿SE ESTÁN CUMPLIENDO LOS PLAZOS DE LA AGENDA 2030?

Ya sólo quedan siete años para llegar al 2030, que es el año previsto por los globalistas para alcanzar su supuesto “desarrollo sostenible”.

Siete años son muy pocos, para lo que queda por hacer, y la ONU empieza a estar preocupada, porque ve que no se están cumpliendo los plazos previstos de su Agenda 2030. Por lo tanto, ha convocado una cumbre extraordinaria con el propósito de dar un impulso a su patética “agenda verde”. Dicha Cumbre se celebrará en Nueva York, los días 18 y 19 de septiembre, con la participación del Foro Económico Mundial (FEM).

Los 17 puntos de la Agenda 2030, que tratan de imponernos a toda costa los gobiernos de Occidente, son una sarta de mentiras para enmascarar lo que verdaderamente proyectan estos maniacos.

Lo que pretenden es  un nuevo mundo donde todo esté conectado. Es decir, cada dispositivo, ordenador, tablet, móvil, reloj, frigorífico, vehículo, casa, animal y persona, todo, absolutamente todo esté conectado a la red. Para eso crearon el Internet de las cosas y el Internet de los cuerpos.

Quieren, además, que vivamos en “ciudades 15 minutos”,  absortos en el metaverso, donde la Inteligencia Artificial lo controlará todo: la actividad de cada uno de nosotros, los movimientos e incluso los pensamientos.

“No poseerás nada y serás feliz”, así reza el eslogan del “Gran Reinicio” del FEM. Pero no tendrás nada tú, ellos sí. Porque no creo que los Windsor, Rothschild, Rockefeller, Warburg, Kuhn Loeb, Gates, Soros y el resto de multimillonarios del mundo vayan a desprenderse de sus fortunas para no tener nada y ser felices.

Con el pretexto de ayudar a la Tierra a recuperarse de la “agresión del hombre”, se están llevando a cabo mega proyectos -cada uno más extravagante que el anterior- por todo el planeta. Estos mega proyectos, como la ciudad futurista saudita de 170 kilómetros de largo, están justificados por los informes del IPCC sobre el cambio climático. Sin embargo, no son más que cárceles tecnológicas para el “populacho”, ya que ellos nunca vivirán ahí.

Los impulsores de esta Agenda están distorsionando el mundo y de qué manera. Animan a los niños a cambiar de género, convenciéndoles de que han nacido en un cuerpo equivocado; abogan por que todo sea eléctrico, cuando ni siquiera podemos sostener el nivel actual de necesidades de energía; manipulan el clima, para convencernos del calentamiento global; están acabando con el sector primario, para que comamos insectos y hamburguesas de laboratorio; prohíben limpiar los montes (siendo esta la principal causa de los incendios) y destruyen presas y embalses arruinando pueblos enteros.

En fin, ¿cómo pueden tener la cara dura de hablar de sostenibilidad haciendo lo que están haciendo? Pero esto no es lo grave, lo verdaderamente grave es por qué les hacemos caso. O lo que es lo mismo, ¿por qué seguimos sus dictados sin la más mínima objeción? ¿Es que todos nos hemos vuelto imbéciles?

Está claro que a esta gente el planeta se la suda. Lo que le importa es la dominación y el control férreo de cada uno de nosotros. Y no te quepa la menor duda que  hará cualquier cosa para conseguirlo.

Ahora los gobiernos nos están coaccionando para que dejemos de utilizar los combustibles fósiles. Y todo para salvar un planeta que no necesita ser salvado. Porque, aunque el clima esté cambiando (lo ha hecho siempre), no hay datos científicos que demuestren que el cambio climático es antropogénico. Así lo avalan alrededor de 1.500 expertos de todo el mundo -todos ellos muy respetados en sus respectivas áreas- que se han unido al Grupo de Inteligencia Climática Global (CLINTEL). Por lo tanto, esa afirmación de que el hombre se está cargando el planeta no es más que propaganda política.

La retórica que toca ahora, y que todos los medios de comunicación siguen escrupulosamente, es que el cambio climático está siendo provocado por el hombre y queda muy poco tiempo para reaccionar.

Al igual que con el Covid-19, estos titulares apocalípticos están destinados a aterrorizar a las masas, para que aceptemos un sinfín de nuevas restricciones y la privación de las pocas libertades que aún nos quedan.

Estamos en un momento de nuestra civilización donde la tecnología de control mental es ya una realidad, pudiendo manipular pensamientos, sentimientos y comportamientos. O si no, ¿Cómo crees que han conseguido persuadir a la gente a tomar decisiones en contra de su propio instinto de supervivencia durante la falsa pandemia? 

Vivimos un momento muy delicado donde nos lo jugamos todo.

Es evidente que cada vez hay más personas que están dando la cara para desmentir las afirmaciones supuestamente benévolas de la Agenda 2030, de ahí que sus organizadores estén cada día más preocupados. Y si están preocupados, porque sus planes se están ralentizando, no es por falta de esfuerzo, sino por el hartazgo de mucha gente que ha perdido la confianza en los gobiernos y ya no se traga las incesantes mentiras, las crisis fabricadas y la intolerancia a las opiniones discrepantes.

Nos enfrentamos a un futuro tecnócrata muy peligroso. Los nuevos dueños del mundo tecnocrático sólo aman las máquinas y repudian todo aquello que huela a humanidad: amor, compasión, ternura, etc. Tratan de imponer el caos social internacional, provocado deliberadamente con sus desastrosas políticas, para luego ofrecernos a modo de solución su dictadura totalitaria tecnócrata.

¿Lo conseguirán? De nuestro despertar y nuestra unión depende.

Una última reflexión.

¿Alguna vez te has preguntado cómo es posible que una insignificante minoría tenga subyugada a una aplastante mayoría? Muy sencillo, porque esa aplastante mayoría está asustada, empobrecida y dividida en mil pedazos, y así no se puede ganar ninguna batalla y menos aun una guerra. 

domingo, 30 de abril de 2023

EL SOMETIMIENTO TOTAL A PUNTO DE SER UNA REALIDAD

No es ningún secreto que el actual sistema financiero está en coma profundo. De hecho, estamos asistiendo a constantes cambios estratégicos (subidas de tipos de interés, flexibilización cuantitativa, oleada masiva de nuevos impuestos, etc.) sólo para salvar el culo de los que han provocado semejante Armagedón Financiero. De ahí que el FEM esté empeñado en eso que se ha dado en llamar el “Gran Reinicio”, que no es otra cosa que hacer los ajustes necesarios para que la élite siga estando donde está.

Hay una frase que unos atribuyen a Andrew Jackson (séptimo presidente de los EEUU) y otros ha Henry Ford: “Si la gente comprendiera la injusticia de nuestro sistema monetario y bancario, habría una revolución antes del amanecer”.

Empecemos por algo muy básico. Tanto el BCE, la FED y el resto los bancos centrales no son corporaciones públicas, como la mayoría de la gente cree, sino privadas. Estos bancos centrales operan en un “casino financiero global” y están capitaneados por el Banco de Pagos Internacionales (BPI), que también es privado y no está sujeto a la jurisdicción de ningún Estado.

Vayamos ahora con el dinero. Lo que llamamos dinero es en realidad moneda fiduciaria,  creada de la nada  por los bancos centrales y comerciales, que ha servido hasta ahora para mantener el actual sistema monetario basado en la deuda. Pero este sistema del BPI está agotado. Ellos lo saben, y por eso pretenden reemplazarlo por uno nuevo asentado en las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC).

Atlantic Council, un grupo de expertos de la OTAN en CBDC, informó que actualmente hay 114 países que están desarrollando sus CBDC.

Por otro lado, los medios de comunicación de masas tienen engañado a medio mundo haciéndoles creer que tanto Rusia como China no forman parte del “Gran Reinicio” del FEM. Pero no es así.

Supuestamente, el Banco de Rusia fue suspendido por el BPI y expulsado del sistema SWIFT, por la invasión de Ucrania, según afirman en Occidente los medios de comunicación.  Sin embargo, ni el Banco de Rusia ni el BPI han hecho ninguna declaración oficial al respecto. Además, el Banco de Rusia  figura actualmente como miembro activo del BPI con plenos derechos de voto. Por eso son de dudosa credibilidad, tanto la suspensión del BPI como la expulsión del sistema SWIFT, ya que no tiene sentido que el Banco de Rusia esté desarrollando su CBDC, que es el nuevo sistema que pretende implantar el BPI.

Del mismo modo, el Banco Popular de China, a través del proyecto M-Bridge CBDC, ha estado desarrollando su sistema de pagos internacionales CBDC en coordinación con el BPI.

Imponer un nuevo sistema monetario tan oscuro en tan corto espacio de tiempo no es tarea fácil. Por lo tanto, deben seducirnos con la propaganda adecuada para que lo aceptemos. Nos dicen, por ejemplo, que con las CBDC se realizarán transacciones en  tiempo real casi instantáneamente. Ese es uno de sus mensajes. Sin embargo, no debemos dejarnos engañar por las falsas razones que nos ofrecen los defensores de las CBDC, ya que el objetivo real no es otro que el mantener y mejorar el poder de los de siempre: la élite de banqueros.

Esa élite de banqueros, que controlan los bancos centrales, son los verdaderos diseñadores de la geopolítica internacional, aunque no estén sujetos a ningún mandato “democrático”. Y lo hacen, descaradamente, porque a la mayoría de nosotros nos importa un rábano, pues lo único que nos preocupa y ocupa es trabajar como esclavos para poder pagar las facturas a final de mes.

El hecho de que los banqueros se hayan convertido en los dueños del mundo ha sido posible gracias a nuestra apatía por los temas económicos y financieros. De seguir con esta apatía, aceptaremos ciegamente las CBDC y daremos a los banqueros un poder inconmensurable, si es que no lo tienen ya.

No importa si las CBDC están respaldadas por oro, plata, petróleo o pelos de elefante. Todas las afirmaciones de sus ventajas no son más que quimeras para gente ingenua desinformada. El hecho es que las CBDC brindarán un grado inimaginable de control social a quienes las posean, que, evidentemente, serán los banqueros dueños de los bancos centrales. Así que, a menos que nos hayamos vuelto todos imbéciles (que no lo descarto), no deberíamos dejar nunca que esto llegara a suceder.

Las CBDC programables -probablemente por algoritmos de Inteligencia Artificial- serán capaces de imponer una enmarañada red de restricciones en nuestra vida cotidiana. Actualmente, si el Estado desea encerrar o restringir la movilidad de sus ciudadanos (como hemos podido comprobar recientemente)  necesita algún tipo de legislación y fuerzas represoras para hacer cumplir la ley. Sin embargo, una vez que las CBDC estén operativas, donde estará vinculada nuestra identificación digital, datos biométricos, historial médico, huella de carbono, crédito social y pasaporte de vacunación, entre otras cosas, no necesitarán legislación ni fuerza represora alguna. Simplemente pueden desconectar nuestro dinero digital, para que no pueda ser usado fuera de nuestra zona de restricción, y listo.

De nada sirve creer en el “buenismo” e  imaginar que no serán capaces de hacernos algo así: ya lo han hecho. ¿O es que ya no te acuerdas lo que hemos vivido estos tres últimos años?

Una vez que todos los países adopten las CBDC será fácil unificarlas y tener una moneda única para todos. Y, claro está, cuando consigan imponer la moneda única mundial, y los sistemas comerciales queden a merced del poder global del dinero, el siguiente y último paso será la implantación de un único gobierno mundial.

Y, voilà: “Game over” (juego terminado).

Piénsalo. Si este nuevo sistema monetario se adopta universalmente, las CBDC se convertirán en una red de vigilancia y manipulación omnipresente, capaz de controlar y esclavizar al “populacho” mejor de lo que lo hacen actualmente los gobiernos. Este y no otro es el sueño húmedo de la élite: el sometimiento total de la población mundial hecho realidad. 

jueves, 20 de abril de 2023

COVID-19: LA MAYOR FARSA JAMÁS VIVIDA

Después de las atrocidades distópicas que hemos tenido que soportar durante los tres últimos años, la única explicación racional ante la evidencia es que la falsa enfermedad atribuida al Sars-Cov2 fue creada para poner en marcha un proyecto de reestructuración a escala mundial.

Lo mires por donde lo mires el relato oficial no se sostiene. Porque si fuera cierto que el Covid-19 es una enfermedad mortal, tan fácil de propagarse como nos han dicho, no te quepa la menor duda de que la mayoría de nosotros ya no estaríamos aquí. Además, en una pandemia real nunca habría habido la necesidad de manipular los datos ni de realizar una campaña propagandística de tamañas dimensiones.

La farsa del Covid-19 ha sido, y lo sigue siendo, una gran mentira con un fin perverso: reestructurar, controlar y despoblar el planeta. Nada más.

Con la llegada de la falsa pandemia la agenda política para la implantación del Nuevo Orden Mundial ha sufrido un gran avance. Desde un principio ha servido como excusa para impulsar reformas en todos los sectores.

Recordemos que, en marzo de 2020, Gordon Brown pidió un gobierno mundial para luchar contra la “pandemia”; que, en diciembre del mismo año, The Economist informó que el Covid-19 estaba impulsando los planes nacionales para dar a los ciudadanos identidades digitales; que, en julio de 2021, FinTech Times informó que la “pandemia” había acelerado el desarrollo de las monedas digitales de los bancos centrales (CDBC); que, en el mismo año, Deloitte indicó que el Covid-19 había acelerado la transformación de los alimentos; que el Instituto Grantham del Imperial College de Londres afirmó que el Covid-19 ha permitido una recuperación de emisiones netas cero para combatir el cambio climático; y que, finalmente, la “pandemia” ha allanado el camino para profundos cambios en la política de salud pública mundial, a través de una propuesta de “tratado pandémico” impulsado por la OMS.

Bueno, pues si esto no es el guión de una agenda que venga Dios y lo vea, como se dice coloquialmente.

Y ahora vayamos al meollo de la cuestión.

Existe una máxima que dice: “sigue el rastro del dinero y darás con la verdad

Lo primero que vamos a hacer es formularnos la pregunta adecuada: ¿alguien se ha lucrado con el Covid-19? Evidentemente, sí.

A parte de la industria farmacéutica –por razones obvias- las personas más ricas del planeta han visto incrementadas sus fortunas de una manera escandalosa.

Según Business Insider, los multimillonarios vieron aumentar su patrimonio neto en 500 millones de dólares, sólo en los primeros seis meses de la “pandemia”. También Forbes informó, en abril de 2021, que se habían creado 40 nuevos multimillonarios para combatir el coronavirus. En mayo de 2022, el número de nuevos multimillonarios creados por la pandemia se situó en 543. Y la proporción de la riqueza mundial, en manos de los multimillonarios, aumentó del 10% en 2019 al 14% en 2022: un incremento mayor que en los 16 años anteriores a la “pandemia”.

Resumiendo, las personas más ricas del mundo han aumentado su riqueza en más de cinco billones de dólares, en los últimos tres años, gracias al Covid-19.

¿Y qué decir de las grandes empresas? Las multinacionales han obtenido pingues beneficios provenientes del aumento del gasto público, que ha puesto nuestro dinero en manos del sector privado.

Gracias al gasto público de los gobiernos, en medidas y material totalmente inútil para paliar la falsa pandemia, muchas empresas han visto incrementados sus beneficios. El mercado mundial de mascarillas, por ejemplo, creció más del 15.000%. Y eso son solo las mascarillas.

También se han duplicado las ganancias de grandes empresas como Amazon, y las plataformas y redes sociales han ganado millones de nuevos usuarios gracias a los encierros.

Sin embargo, es en el sector de las “vacunas” donde se han batido todos los records, ya que desde que se lanzaron al mercado las compañías farmacéuticas han ganado alrededor de 1.000 dólares por segundo. Así, a groso modo, pongamos que se han vacunado con 2,3 dosis 6.000 millones de personas en el mundo. Si cada dosis tiene un coste de 14 €, serían 193.200 millones de euros. Pero si contamos con que los gobiernos han comprado como mínimo el triple de dosis, la cifra asciende a 579.600 millones de euros, que no lo ganamos nosotros todos los días.

Por otra parte, el Covid-19 no sólo ha servido para que unos cuantos “tíos listos” se hayan forrado, sino también para acelerar la agenda política de la élite, que pretende convertir el mundo en una “jaula de grillos”. Tal es así, que en estos tres últimos años el mundo ha cambiado hasta tal punto de llegar a ser casi irreconocible.

Para entender cómo empezó esta gran mentira hay que remontarse a diciembre de 2019, en la ciudad de Wuhan, donde un médico vio cuatro casos de neumonía y los denominó “extraños”.

He aquí un resumen rápido de lo sucedido:

En diciembre de 2019, 4 personas ingresaron en el hospital de Wuhan con neumonía, aumentando a una veintena a finales de mes. Un médico anónimo decide que esta neumonía no es conocida y envía una muestra de un paciente al Centro Clínico de Salud Pública de Shanghai para su análisis. Esta muestra única es analizada e inmediatamente después este Centro Clínico asegura haber encontrado un nuevo coronavirus al que atribuyen ser el causante de la nueva neumonía extraña.

Esta historia, más los eventos que siguieron a continuación -desde la secuenciación del supuesto virus hasta el desarrollo de pruebas diagnósticas-, plantearon serias dudas en la comunidad científica sin conflicto de intereses que, después de investigarlo, aseguraron que no eran más que una maraña de vagas afirmaciones que no resisten ningún tipo de análisis científico. Bueno, pues con este patético argumento pararon el mundo.

Para que seamos conscientes de la sin razón, y de que todo obedecía a un plan, sólo hay que recordar que España se cerró a cal y canto con tan solo 1.200 infectados y 28 muertos, supuestamente atribuidos al Covid-19. Luego, eso sí, comenzaron las “ejecuciones sumarísimas” en las residencias de ancianos, cuya investigación sigue siendo denegada a día de hoy. Y esto mismo sucedió en prácticamente todo el mundo: las mismas consignas, los mismos encierros y las mismas arengas por parte de políticos y estrellas mediáticas de la televisión.

A día de hoy, con los datos oficiales en la mano (inflados, como ya se ha demostrado), el supuesto coronavirus denominado Sars-Cov-2, que dio origen a la enfermedad Covid-19, ha ocasionado en el mundo (para una población de 8.000 millones de personas) un total de 6.843.947 muertes en tres años. Esto es el 0,08% de la población mundial. Sólo en el mismo periodo, las muertes ocasionadas por el tabaco han sido 18.000.000. Entonces, ¿de qué “pandemia” estamos hablando?

De las muertes ocasionadas por las “vacunas” mejor no hablar, no vaya a ser que hiramos la susceptibilidad de los vacunados, que no tienen más remedio que vivir con eso.

Pero lo que a día de hoy es incuestionable, es que todas las medidas tomadas han supuesto un coste económico, social y de vidas muy superior al producido por el llamado Covid-19. ¿O es que ya hemos olvidado cómo nos encerraron tres largos meses, cómo enfrentaron a familias enteras o cómo asesinaron a miles de ancianos indefensos?

Aquellas personas que aún no se han dado cuenta de que el Covid-19 ha sido la mentira más grande jamás contada, es porque no están suficientemente informadas o bien tienen algo en su linda cabecita que no funciona con normalidad y deberían hacérselo mirar. Y estoy hablando en serio. 

lunes, 10 de abril de 2023

ARNm Y CBDC: PUNTOS CLAVE PARA IMPONER LA DICTADURA TECNÓCRATA

Los que por nuestros propios méritos nos hemos ganado –y a mucha honra- los halagadores apelativos de “conspiranoicos” o “negacionistas”, no somos ningunos locos ni estamos en contra de todo. Lo que sucede, es que no comulgamos con ruedas de molino y ponemos en duda la veracidad de lo que nos cuentan los medios de comunicación sobre temas tales como la “pandemia”, las “vacunas”, la guerra de Ucrania, el sistema financiero, el cambio climático y un larguísimo etcétera.

Desafortunadamente, el ciudadano medio se ha convertido en un devorador de telenoticias. Esta dependencia ha dado lugar a que los televidentes hayan perdido la capacidad de pensar por sí mismos y no sepan diferenciar entre lo que es una noticia y lo que es propaganda.

La mayoría de la gente piensa –porque así se lo han dicho- que la democracia nos ha traído la fantasía de que el sistema político lo controlamos nosotros a través del voto. Sin embargo, la realidad es bien distinta. Lo que verdaderamente ha traído la democracia es la creación de una masa uniforme de estúpidos fácil de manejar, donde los valores son vapuleados como si fueran tendencias de moda, los cambios contradictorios son justificados en aras a un banal progresismo y los totalitarismos excluyentes se imponen a través de la propaganda y el miedo. En definitiva, lo que esta sociedad está generando no son valores universales positivos, sino nuevos falsos valores neomodernistas y neoprogresistas, puestos de moda por una panda de tarados mentales.

Un claro ejemplo de ello es la Agenda 2030 de Naciones Unidas, donde se dice que debemos adoptar las primeras medidas que nos encaminen hacia un “futuro sostenible”. ¿Sostenible? ¿Qué coños es eso de “sostenible”?

Lo aclaro: “Sostenible” es la nueva palabreja del lenguaje inclusivo que quiere decir “restringido”. Por lo tanto, ese “futuro sostenible” será realmente un “futuro restringido”. O si no, no tienes más que ver que para conseguir ese “futuro sostenible” los creadores de esta agenda dicen que necesitamos estar encerrados en “ciudades 15 minutos”, comer insectos y dejar de viajar, entre otras muchas cosas. Si eso no son restricciones, entonces qué son.

Quienes ansían ser los dueños del mundo quieren acabar con nuestros derechos y libertades para siempre. Su objetivo es un mundo dirigido “científicamente” por una élite, donde el vulgo no tendrá derecho a la propiedad privada ni a la acumulación de riqueza ni a moverse con libertad.

Sí, ya sé que es la misma cantinela de toda la vida: el poder intentando tener el mundo bajo sus pies. Sin embargo, esta vez es distinto, ya que disponen de la tecnología suficiente para hacerlo. Por eso, si les permitimos salirse con la suya su victoria será definitiva y no habrá vuelta atrás.

Estamos siendo conducidos a un futuro tecnocrático transhumanista. Los diseñadores de este esperpéntico plan esperan lograr el control de toda la humanidad a través de la ciencia y la tecnología.  Consideran que el ADN ya está listo para su manipulación y su intención es que todas las formas de vida, incluida la humana, sean manipuladas genéticamente para lograr ese futuro que ellos imaginan: el esclavo perfecto 2.0.

Lo que estamos viviendo no es más que un ataque múltiple en toda regla contra la humanidad. Todo, absolutamente todo está siendo agredido: la salud de las personas, el clima, las fuentes de energía barata, la cadena alimentaria, el sistema monetario, los medios de comunicación, la cultura, la economía, etc.  Si queremos que nuestra libertad como individuos sobreviva, debemos repeler esta agresión, y sólo tendremos éxito si actuamos juntos.

Para ello necesitamos que la gente entienda que jamás debe aceptar las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC), ya que son la piedra angular de todo este tinglado. La quiebra de Silicon Valley Bank (SVB), de Signature Bank y el cierre voluntario de Silvergate, junto a las “medidas de estabilización” adoptadas por la Reserva Federal (FED) y Wall Street, están creando una situación propicia para allanar el camino a las CBDC.

La mayoría de la gente no sabe que son las CBDC, por lo tanto, ignoran que no son monedas al uso, sino una herramienta de control. Tanto el Tesoro de EEUU como el FEM, la Cámara de los Lores del Reino Unido, la Harvard Business Review y muchos otros organismos e instituciones son partidarios y defensores a ultranza de las CBDC por razones obvias.

Paradójicamente, a la mayoría de la gente que sí las conoce  no le preocupa su llegada. Y no le preocupa, porque piensa, erróneamente, que las CBDC son lo mismo que el dinero electrónico de su tarjeta de crédito. Pero el dinero electrónico de la tarjeta de crédito sigue anclado al efectivo, sin embargo las CDBC no.

El dinero que tenemos en el banco, aunque sólo sea una cifra vista en la pantalla de ordenador o del móvil, no sería nada si no pudiéramos cambiarlo por efectivo. Cuando nosotros lo hacemos efectivo -bien en el mismo banco o en un cajero automático- ese dinero se convierte en personal, intransferible y, lo más importante, irrastreable. Por eso nuestro Gobierno ha prohibido pagos en metálico de más de 1.000 € y los bancos están cerrando oficinas y cajeros constantemente, para que la gente deje poco a poco de utilizar efectivo. Y el peligro que corre una sociedad sin dinero en metálico es que nuestros pagos no sólo podrán ser rastreados, sino también bloqueados.

¿Para qué crees que se impulsó el pasaporte sanitario por parte de la OMS? Pues para dar paso al sistema de autenticación necesario para las CBDC. Y una vez las CBDC hayan sustituido por completo al actual sistema monetario, la puerta de nuestra prisión quedará cerrada para siempre.

Estamos asistiendo al inicio de una nueva dictadura bio-tecnológica a través de la tecnología ARNm y las CBDC. Lo triste del caso es que esta agenda se está llevando a cabo no solamente sin apenas ninguna oposición por parte de la ciudadanía, sino todo lo contrario, se está implementando con nuestra más estrecha colaboración.

Sólo si nos negamos a inyectarnos sus “vacunas” ARNm, seguimos utilizando dinero en metálico y autorrestringimos  los instrumentos tecnológicos necesarios para implementar las CDDC (teléfonos móviles, pulseras o relojes inteligentes, microchips, etc.) frenaremos esta dictadura bio-tecnológica. Y si no es así, al menos retrasaremos su llegada, con lo que dispondremos de un hermoso tiempo extra para despertar a los dormidos. 

jueves, 30 de marzo de 2023

EL COVID-19 NUNCA FUE UNA CRISIS SANITARIA, SINO UN MECANISMO PARA EL REAJUSTE DE LA ECONOMÍA

 A raíz de que los neoliberales Margaret Thatcher y Ronald Reagan desregularan el sistema financiero en los años 80, los “accidentes” económicos se han ido repitiendo con una frecuencia cada vez mayor. Desde entonces, no se han respetado las reglas básicas de la gestión financiera ortodoxa, el dinero fácil ha fluido como agua de un manantial inagotable y el despilfarro y la malversación campan a sus anchas.

A partir de la puesta en escena de la paranoia del Covid-19, estamos experimentando una serie de crisis provocadas intencionadamente al unísono: crisis sanitaria, financiera, energética, alimentaria y bélica. Por supuesto, estas crisis no tienen nada que ver con el Covid-19 y sí mucho con el sistema neoliberal que está herido de muerte.

Desde hace décadas el neoliberalismo lleva recurriendo a diversas estrategias (flexibilización cuantitativa, endeudamiento, finanzas especulativas, etc.) para mantenerse con vida. Estas estrategias se han agotado en gran medida y necesita urgentemente una reestructuración radical. Por eso esta vez la respuesta está siendo tan contundente.

En octubre de 2019 los mercados financieros estaban en pleno colapso, alcanzando su punto álgido en febrero de 2020. Antes de que apareciera la falsa pandemia ya se inyectaron billones de dólares en la economía: un nuevo parche temporal para paliar un neoliberalismo en implosión. Luego apareció el Covid y con ello los bloqueos, encierros, etc., que no fueron para combatir ninguna pandemia, sino para retrasar lo inevitable: una galopante inflación, que ahora es falsamente atribuida al Covid, a la guerra de Ucrania y al cambio climático.

Nuestra historia más reciente ha puesto de manifiesto cómo el neoliberalismo, basado en la economía de la competencia, nos ha llevado inevitablemente a la corrupción, a la consolidación del poder y la riqueza de una minoría que juega con ventaja, a la estratificación social desigual, a la concentración tecnológica en manos de unas minorías privilegiadas, a la discriminación en el acceso al conocimiento, a la explotación laboral y, al final, a una forma encubierta de dictadura a cargo de una élite rica que, esa sí, goza te todo lo que no dispone la gran mayoría.

Estamos asistiendo a una demolición controlada de gran parte de la economía y a una gobernanza autoritaria para hacer frente a la actual situación. Tanto los confinamientos como el resto de medidas tomadas durante la falsa pandemia no fueron sanitarias, sino medidas de política monetaria para contribuir en gran medida a acelerar la reestructuración de la economía.

Ahora todo tiene sentido. La enésima crisis económica que estamos padeciendo ha sido –como todas las anteriores- planeada y nada tiene que ver con el azar. Se ha llevado a cabo porque los sátrapas que controlan el sistema financiero han creído que era necesario hacerla y la han hecho, no hay otra razón. Esta nueva debacle servirá, además, para imponer las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC): un sistema tecnocrático digital del que no podremos escapar.

Los que siguen mis artículos saben que soy de los que piensa que las crisis económicas no son producto de unas malas praxis de banqueros y economistas. Las crisis económicas son consecuencia de aplicar mecanismos altamente calculados para favorecer los intereses de unos pocos, ya que, como he dicho siempre, la economía actual ha sido creada por una élite para ser predecible, previsible y, sobre todo, manipulable.

Si lo piensas, el Sistema lleva décadas prometiéndonos un mundo feliz que nunca llega. Al mirar a nuestro alrededor no vemos otra cosa que hambre, odio, guerras y miseria en gran parte del globo terráqueo. Y esto es debido a que mientras exista una industria armamentística siempre habrá guerras; a que mientras las naciones dependan del dinero de los banqueros, serán éstos los que impongan sus normas; a que si las leyes las hacen unos pocos nunca habrá justicia y a que mientras dependamos del dinero jamás desaparecerá la esclavitud. Si además le sumamos que el sistema financiero es un desastre, la democracia pura demagogia y el llamado progreso una involución del ser humano, no sé a qué estamos jugando.

En este Sistema perverso las crisis -ya sean económicas, sanitarias o guerras programadas- son para crear nuevos paradigmas, normas de control, riqueza y más poder para la élite. Todo lo demás es relleno, pura distracción.

Ya en su día Lenin dijo que para controlar el mundo había que controlar la sanidad, aumentar el nivel de pobreza de la gente, fomentar el endeudamiento, controlar la educación y, sobre todo, dividir a la población. ¿Te suena de algo?

Salir de este contubernio no es nada fácil. Personalmente sólo vislumbro dos maneras: una -en la que estamos enfrascados ahora mismo- a través de la imposición de un nuevo orden mundial totalitario, donde el gobierno mundial lo decidirá todo en aras al bien común. Y la otra -diametralmente opuesta- es ir a un tipo de sociedad donde sea el individuo el centro de todo. Ni que decir tiene que soy partidario, sin lugar a dudas, de la segunda opción.

Por enésima vez lo repito. Todo lo que estamos viendo ha sido planificado de antemano y no tiene nada de casual, es intencional y está relacionado con el control y reducción de la población. El poder global del dinero sabe muy bien lo que está haciendo. Buscan destruir los Estados Nación para instaurar un único gobierno mundial dirigido por una oligarquía tecnocrática. Otra cosa es que lo consigan.

La humanidad tenemos el deber y la obligación de unirnos contra el enemigo común, que no es otro que el poder global del dinero. Este poder en la sombra actúa a través de políticos de paja que constantemente son reemplazados por otros de la misma calaña. Aquí es donde radica su fuerza, ya que la sociedad no puede actuar contra un poder cuya existencia, origen y naturaleza desconoce. Por lo tanto, lo primero que habrá que hacer es sacar a esa gente del anonimato.

A los que llevamos años denunciando esta confabulación se nos tacha de conspiranoicos, terraplanistas y últimamente de negacionistas, con el único fin de ridiculizarnos y desacreditarnos. Sin embargo, un “negacioncita” no es más que alguien con pensamiento crítico que se lo cuestiona todo (por cierto, cuestionar no es negar). Lo contrario es un “tragacionista”: persona que se cree responsable, segura de sí misma y en posesión de la verdad. Evidentemente, no duda ni del gobierno ni de las instituciones ni de la ciencia ni de la medicina y cree a pies juntillas lo que le cuentan los medios de comunicación.