Los medios de comunicación de masas, con la
televisión a la cabeza (fuente utilizada mayoritariamente por la población para
informarse), afirman que existe una pandemia causada por un nuevo virus al que
han denominado Covid-19.
Según la ciencia, para corroborar la
existencia de un nuevo virus éste tiene que ser aislado, purificado y
secuenciado. Por lo tanto, no se puede asegurar la existencia de un nuevo virus
sin las pruebas que lo verifiquen.
La ciencia, para que sea ciencia, requiere de
unos requisitos y protocolos que son conocidos por todos los científicos de
mundo.
La OMS asegura que el Covid-19 ha sido
secuenciado. Pero parte de la comunidad científica se pregunta: ¿dónde están
las pruebas? Según ellos en ningún sitio, no existen. Muchos científicos le han
reclamado las pruebas a la OMS sin recibir respuesta: lo único que hace la OMS
es proporcionar una secuencia genética sacada de una base de datos y atribuirla
al Covid-19. Por lo tanto, no sabemos si el virus existe, lo que sabemos es que
no está demostrado que exista.
Por otro lado, decir que la prueba PCR
(Reacción en Cadena de la Polimerasa) es específica para detectar enfermos de
Covid-19 es una majadería como la copa de un pino. Y lo saben.
Aclarémoslo.
La Polimerasa es una enzima capaz de transcribir
o replicar ácidos nucleicos. Pues bien. La PCR es una técnica biológica
molecular desarrollada en 1986 por Kary Mullis que le valió el Premio Novel de
Química en 1993. Esta técnica sirve para amplificar un fragmento de ADN. Su
utilidad radica en que es más fácil identificar virus o bacterias causantes de
una posible enfermedad, identificar personas (cadáveres) o hacer investigación
científica sobre el ADN amplificado. Pero nunca, como aseveró el mismísimo
Kary Mullis, para detectar una enfermedad infecciosa.
La propia OMS ha publicado un reciente informe, en el que dice: “La
detección de ARN mediante ensayos basado en la reacción en cadena de la
polimerasa de transcripción inversa (RT-PCR) no es necesariamente
indicativa de un virus competente (viable) de replicación e infección que pueda
ser transmisible y capaz de causar infección”.
¡Manda huevos! O sea, que la PCR (técnica
fundamental en la que se sustenta esta pandemia) no determina que una persona
sea contagiosa: un verdadero escándalo que, evidentemente, nadie querrá
reconocer.
Sin embargo, los criterios destinados a
establecer la relación causa/efecto que vinculan a un microbio con una
enfermedad infecciosa están bien establecidos y deben cumplir los cuatro
postulados de Koch, que son:
1. El agente patógeno debe estar
presente en los individuos enfermos y ausente en los sanos. No se cumple: están los asintomáticos
2. El agente debe ser cultivado en
un cultivo axénico puro aislado del cuerpo del individuo.
3. El agente aislado en un cultivo axénico debe
provocar la enfermedad en un individuo susceptible al ser inoculado.
4. El agente debe ser aislado de nuevo de las
lesiones producidas en los individuos de experimentación y ser exactamente el
mismo al aislado originalmente.
Sin ser ningún experto, está claro que el
primer postulado de Koch ya no se cumple. Y eso no es discutible. Entonces, ¿de qué va esto?
La OMS lleva anunciando pandemias desde hace
décadas (gripe aviar, el virus del ébola, el virus del zica, la gripe porcina,….)
pero se olvidaron de la más importante: la pandemia del virus de la
estupidez humana.
Internet está lleno de estudios médicos que
contradicen las versiones institucionales sobre el Covid-19 y, a nivel
personal, hay centenares de virólogos, químicos, biólogos y científicos, en
general, que desmienten tajantemente la peligrosidad del Covid-19 para haber
declarado una pandemia y cerrar el mundo. Y eso sin contar la censura a la que
están sometidos todos aquellos que se atreven a denunciarlo.
Gente de renombre internacional como los
profesores de Stanford John Ioannidis y el Dtr. Scott Atlas; el
epidemiólogo Dtr. Knut Wittkowski; el virólogo alemán Hendrik Streeck;
el profesor de biología y Premio Nobel Michael Levitt; el profesor
emérito de microbiología Sucharit Bhakdi y el médico jefe de infecciología
de Suiza Dtr. Pietro Vernazza son sólo algunos ejemplos.
¿No te parece extraño que no veamos a ninguno
de ellos en televisión? Porque estar, están. Pero sus voces están silenciadas
en los medios de comunicación de masas. Por algo será.
La respuesta desproporcionada por parte de los
gobiernos a esta falsa pandemia tiene aterrorizada a la mayoría de estúpidos
del planeta. Y eso es más peligroso que el propio Covid-19. Pero de eso se
trata, ¿no?
Además, todas las medidas tomadas son ilegales
e incumplen por completo los tratados internacionales como la Declaración
Universal de Derechos Humanos / donde en su Artículo-3, dice: “Todo
individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”
Del mismo modo, incumple el acuerdo de los Principios de
Siracusa sobre las disposiciones de limitaciones y derogación del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos l donde en la Parte
II, Derogaciones en Situaciones Excepcionales, se habla de los derechos que no
pueden ser suspendidos: “Ningún Estado, ni siquiera en situaciones de
excepción que amenacen la vida de la nación, podrá suspender las garantías
contenidas en el Pacto con respecto al derecho a la vida y a no
ser sometido sin libre consentimiento a experimentos médicos o científicos….”
Y por si esto no fuera suficiente, en España
existe la Ley básica 41/2002, de 14 de noviembre, reguladora
de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de
información y documentación clínica, donde figuran los derechos del paciente a consentir o no
cualquier tratamiento médico y el derecho a la información. Por lo tanto, si
consideramos que llevar una mascarilla es un tratamiento médico, ¿dónde está
nuestro derecho a decidir sobre llevarla o no?: Las mascarillas producen más
efectos perjudiciales que beneficiosos (así lo aseguran los propios médicos),
por eso el Colegio de Médicos no se hace responsable de las consecuencias.
Evidentemente, estos pactos y leyes son
incumplidos sistemáticamente por nuestros gobiernos, con absoluta impunidad,
amparándose en la complicidad del Sistema Judicial.
Sus señorías no son idiotas y sabían de
antemano, antes del confinamiento, que una medida de este tipo arruinaría el
país. Entonces, ¿por qué lo han hecho?
Si asumimos alegremente, tal y como nos cuenta
el Gobierno, que la economía se está recuperando y que las cosas mejorarán en
un futuro no muy lejano es que no hemos entendido nada de lo que está pasando.
Nuestro miedo al “bicho” nos tiene bloqueados.
Este país, como muchos otros países del mundo, está bajo el control de las
mafias de la salud, que a su vez están en manos de los que verdaderamente
controlan el mundo.
Si no le ponemos remedio –y se lo tenemos que
poner nosotros- esto no va a parar. El daño físico, emocional y económico que
está causando a la población está siendo irreparable. O paramos esto YA, o
luego será tarde.
Para ellos es fácil mantener esta mentira
hasta que llegue la fatídica vacuna. Harán más pruebas inútiles que
registren falsos positivos. Escribirán arbitrariamente la palabra
"Covid" en los historiales de los pacientes. En resumen,
cualquier enfermedad similar a la gripe o infección pulmonar se considerará
como Covid-19. Y nosotros a tragar (por si no lo sabes, tanto Trump como Boris
Johnson han declarado públicamente que los datos de las muertes ocasionadas por
Covid-19 están inflados).
Y así seguirán declarando nuevas oleadas de
contagios; eso sí, de momento asintomáticos, ya que no hay enfermos. Inventarán
cualquier pretexto para cerrar provincias (caso de Lleida) o regiones (caso de
la Mariña Lucense). Implantarán la obligatoriedad de llevar la puta mascarilla
en todo el territorio nacional para que no se nos olvide el miedo. Mientras
tanto, los hospitales están vacíos. Este video, del 12 de julio, del Hospital Arnau de
Vilanova de Lleida_vacio lo demuestra, aunque maldita.es diga que es
un bulo: elemental, ¿qué va a decir maldita.es si ha sido subvencionada por el
Gobierno?
Y mientras tanto, la ruina económica se va
desplegando poquito a poquito por todos los rincones del país.
Este Gobierno, con la complicidad impune de los
medios de comunicación de masas y de los médicos cobardes que callan, está
llevando a cabo uno de los atentados más despiadados contra la población:
nuestro país está siendo empujado hacia el abismo por sus propios gobernantes
que, paradójicamente, se hacen llamar a sí mismos representantes del pueblo.
Este, y no otro, es el verdadero objetivo
del Covid-19: una mentira inflada, una exageración descomunal para llevar
a cabo un plan: la implantación de la agenda globalista 2030.
La falsa pandemia, unida a la amenaza del
calentamiento global y el deterioro medioambiental, son solo escusas para que las
gentes toleren de buen grado la pérdida de derechos y libertades y acepten sin
rechistar el control absoluto sobre sus vidas al que ya están siendo sometidas.
Pero para llevar a cabo este plan es necesario
hundir la economía.
En España, el confinamiento obligatorio, unido
a las restricciones de movimiento y a la limitación de aforos, ha provocado
estragos en el sector servicios. El comercio minorista se ha desplomado. Y un
país que vive de la pequeña y mediana empresa y los autónomos está condenado a
la ruina. El mismo Relator de la ONU ya dijo en febrero de este año: “Siendo
un país rico, España vive en la pobreza generalizada”. Pues yo le diría al
Relator de la ONU que vuelva dentro de un año y verá lo que se encuentra.
La pandemia ha perjudicado a millones de
pequeños negocios, trabajadores poco cualificados y a los que viven al día de
su jornal. Estos trabajadores no disponen de más recursos que sus ingresos
diarios. Por lo tanto, han quedado sumidos en la pobreza extrema. Según
cálculos realizados, se estima que en España, un país “fuertemente afectado”
por el coronavirus, un 40% de la población no dispone de suficientes ahorros como para estar sin trabajar durante
más de tres meses".
Y algunos ni eso.
¿De verdad crees que es más preocupante el
Covid-19 que la ruina de millones de personas de nuestro país? Que se lo
pregunten a ellos.
Muchos, ingenuamente, y por qué no decirlo,
egoístamente, piensan que ellos cobran una pensión, que disponen de ahorros,
que tienen trabajo y un buen salario y, en definitiva, que a ellos la pobreza
no les va a afectar. Pero se equivocan y no se imaginan cuanto.
Visto lo visto, la única explicación posible a
toda esta sarta de mentiras es un plan eugenésico a nivel mundial para la
implantación de la agenda globalista 2030 y el Muevo Orden Mundial. No hay más.
No tengo ni idea quien imparte las órdenes que
nadie se atreve a discutir, pero lo único deplorable de esta “mala película” es
el asesinato en masa de miles de ancianos. Esto debería llevarnos a exigir la
inmediata detención de todos los criminales y genocidas que han permitido una
masacre ordenada no sabemos por quién.
La causa del aumento de muertes, supuestamente
atribuidas al Covid-19, se cerró a mediados de mayo, como lo demuestra los
datos del propio Ministerio de Sanidad y del Instituto de Salud Carlos III,
según puede verse en el siguiente gráfico adjunto del CCAES. Pero si todos los “expertos”
que salen en los diferentes medios de comunicación de masas, sobre todo en
televisión, dicen que no es estacional y que esto no ha terminado (en contra
toda evidencia estadística), ¿quiénes somos nosotros para cuestionarlo?
Así que seguirán
con esta farsa hasta el final o hasta que, de una vez por todas, la sociedad
despierte de su letargo, cosa que dudo.
Porque ellos sí saben
que es una farsa. Por eso da igual que la mascarilla sea de tela, de diseño o quirúrgica,
puesto que son conscientes de que no sirven para nada. Bueno, sirve para que
obedezcas y te calles.
Pero la mayor
impotencia está en la pasividad y la ignorancia de la gente que, aparte de no
saber, no quiere saber y se limita a obedecer.
Por eso da igual
que nos demuestren con datos y estudios científicos, revisados por pares, que
todo esto no es lo que nos están contando, porque ni siquiera nos molestaremos
en leerlo. Da igual que veamos vídeos en YouTube de prestigiosos científicos
desmontando la pandemia, porque pensaremos que no es un medio científico adecuado
para informar, como “sí lo son” las televisiones tóxicas de las que nos
nutrimos. Tampoco nos interesa saber qué es la acidosis, la hipercapnia y la hipoxia que nos producen los bozales que llevamos en la boca y que su única
función es ver el grado de sumisión que somos capaces de soportar.
Por todo esto, ¡Basta ya!
O hablamos ahora o nos callarán para siempre.