lunes, 24 de marzo de 2014

EL ESTADO INTERVENCIONISTA

El Estado moderno hace tiempo que ha tomado posesión de cuanto acontece en nuestras vidas haciéndose altamente intervencionista.
Los Estados intervencionistas recaudan, en aras a procurar el bienestar social, cantidades ingentes de dinero, vía impuestos, que luego son incapaces de conseguir revertir en procurar el bienestar de las personas.
Por lo general -y casi me atrevería asegurar que siempre- la corrupción, la malversación, la prevaricación y el más insidioso despilfarro, están instalados de manera absolutista en Los Estados.
Los Estados prestan servicios -que en la mayoría de los casos dejan mucho que desear- a precios desmesurados. Y no es que al Estado esos servicios le cuesten más, es que el Estado goza de mecanismos que distorsionan el coste real de las cosas para poder desviar el dinero hacia otros bolsillos (normalmente a los de sus dirigentes y toda la caterva de clientelismo que lo sustenta). Así nos encontramos con casos como, por ejemplo, que el alojamiento de un recluso en un penal sea como mínimo igual o superior a si lo hiciera en un hotel de 4 estrellas (ni que decir tiene la diferencia entre ambos ¿verdad?)
Por otro lado, los servicios prestados a los ciudadanos, por parte de los mastodónticos gobiernos de turno de cada Estado, son tan caros como ineficaces. Gran parte de la contribución de los ciudadanos al Estado, en forma de impuestos obligatorios, se pierde en embrollos administrativos para después aflorar en los retretes de la corrupción o bien, como en la mayoría de los casos, desaparecer por arte de magia.
Si lo miras bien, los Estados se han convertido en verdaderas mafias. Realizan el mismo tipo de tropelías que las mafias organizadas –desfalcos, robos, tráfico de armas y drogas, trata de blancas, acoso y amedrentamiento para la recaudación de dinero a cambio de protección, asesinatos, etc.- con la gran diferencia de que los Estados son impunes gracias a leyes que ellos mismos promulgan.
Pues bien. Dicho esto, está claro que el Estado es el problema y no la solución. Así que deberíamos mandar al Estado “un poquito a la mierda”. Pero siendo realista esto hoy en día verdaderamente no es factible ya que el ciudadano está absolutamente indefenso ante el todo poderoso Estado.   
El problema de fondo es que para dar cualquier paso hacia adelante en nuestra sociedad, Estado, o lo que sea, tiene que haber un cambio de conciencia colectiva sobre la base de una masa crítica de individuos, lo suficientemente grande, que  genere una “nueva conciencia” y así poder provocar el cambio. En estos momentos estamos inmersos de lleno en este proceso, pero cada uno de nosotros tenemos que aportar nuestro granito de arena y posiblemente llegue esta “concienciación” antes de lo que realmente suponemos. Para ello, entre otras cosas, la gente tiene que estar informada y no aletargada ni teleidiotizada y, por supuesto, perder el miedo a pensar diferente.
Llevamos 2.013 años 2 meses y 24 días de nuestra era (fecha en la que escribí este artículo) anclados en los mismos paradigmas de siempre –Dios, Patria, Rey, Familia…..etc.- sin que prácticamente hayan evolucionado. Mientras, por otro lado, hemos pasado de recorrer los caminos polvorientos en carros tirados por animales a los viajes espaciales, en los 100 últimos años. Entonces, qué sucede, ¿es que no podemos hacerlo mejor? Por supuesto que sí.

Sólo cuando el ser humano tenga la capacidad de reorganizarse en base a la libre e igualitaria distribución de los recursos del planeta que, en definitiva, son la base de nuestra existencia, podrá librarse del yugo opresor del Estado y pasar a un “estadio superior” –que no Estado- que le permita avanzar en su imparable evolución.

jueves, 13 de marzo de 2014

CAMPAÑA ELECTORAL

Se acercan las elecciones europeas y esta vez he decidido hacer campaña electoral.
La postura que yo defiendo, por supuesto, no es el voto para ningún partido político, ni siquiera para el partido Escaños en Blanco o el voto en blanco. Mi campaña es a favor de “urnas vacías” es decir, no votar; mejor dicho, no volver a votar jamás.
Hay mil razones para no votar, pero me ceñiré únicamente a hablar de la clase política.
Hoy en día, los políticos no tienen ninguna relevancia real en absoluto para hacer funcionar nuestro mundo y nuestra sociedad. Además, no son precisamente los políticos los que pueden solucionar los problemas. Y no pueden solucionar los problemas sencillamente porque no tiene la capacidad técnica ni la formación necesaria para ello. Los que verdaderamente solucionan los problemas son los técnicos.
Los técnicos son los que han creado las centrales que producen electricidad que consumes. Los que hacen posible que tengas toda clase de electrodomésticos. Los que han creado vehículos motorizados para desplazarte de un lado a otro más rápido que a pié. Los que han conseguido que puedas volar como las aves. Los que te calientan la casa en invierno y te la refrigeran en verano. Los que han hecho posible que puedas hablar en tiempo real de Saigón a Chicago mediante un teléfono móvil. Los que han inventado el marcapasos, las piernas ortopédicas, las válvulas artificiales para el corazón, las gafas, la tele y el ordenador. Y también los que hacen posible que la comida llegue cada día a tu mesa. En definitiva, es la tecnología la que resuelve los problemas y nos proporciona calidad de vida, no la política. Como he dicho antes, los políticos no pueden resolver problemas debido a que no tiene la formación necesaria para ello.
Muy pocas personas hoy en día se han detenido a pensar que es lo que en realidad ha mejorado sus vidas. ¿Ha sido el dinero? Obviamente no. El dinero no se come ni sirve para nada; es simplemente el invento de unos  tíos listos para controlar a muchos tontos, pero nada más. Entonces, ¿ha sido la política? Tampoco. Todo lo que los políticos pueden hacer -y de hecho hacen- es crear leyes (la mayoría prohibiciones), hacer presupuestos y declarar guerras y, para más “inri”, ni siquiera son capaces de hacerlo solos, ya que necesitan de un montón de asesores (técnicos, por supuesto)
El verdadero poder o, mejor dicho, el verdadero don que tenemos los seres humanos y que ha sido el responsable de todo lo que ha mejorado nuestras vidas es la creatividad o, lo que es lo mismo, la tecnología, pero nunca la política.
¿Por qué en vez de poner políticos a solucionar problemas no hemos puesto científicos a hacerlo? ¿Por qué nunca les hemos propuesto a los científicos el problema de cómo diseñar una nueva sociedad que elimine los trabajos aburridos y monótonos, que elimine los accidentes de tráfico, que elimine los venenos de nuestros alimentos, que nos proporcionen otras fuentes de energía que sean limpias y eficientes, que erradiquen de una vez nuestras enfermedades, en definitiva, que permita a la gente un alto nivel de vida? ¿Por qué no lo hemos hecho? Pues sencillamente porque los políticos nunca lo han querido así. Y no lo han querido así porque nos habríamos dado cuenta lo inútiles y dañinos que, para nuestra sociedad, son los políticos.
Construir otro mundo y otra sociedad sin políticos es posible y, sin duda, resultaría mucho mejor. Así que no sé qué hacemos manteniendo a toda esta caterva de “paniaguados” que no sirven absolutamente para nada. Por eso yo –una persona que no he votado ni votaré nunca, dado que la democracia me parece un insulto a la inteligencia- te pido que hagas lo mismo. Sólo así tendremos un poco de esperanza de que algo cambie.