La corrupción en España, uno de los
principales problemas del país, se ha convertido en “vírica”: alfombra que
levantas, alfombra que esconde montones de “basura”.
Afecta a todas las instituciones, tanto
públicas como privadas, y está instalada en todos los campos: donde hay dinero
hay corrupción; es intrínseca al sistema monetario.
Pero la que más daño hace es la corrupción
política, dado que, presumiblemente, los representantes del pueblo están para
administrar sus bienes y no para robar al pueblo.
De todos es sabido que los dos principales
partidos de este país, que se llevan alternando en el poder desde el comienzo
de la democracia, están hasta las trancas de casos de corrupción: ERES de
Andalucía en el PSOE y caso Gürtel en el PP, son sólo los más importantes.
Los sistemas democráticos actuales -y el
español no iba a ser menos- se componen básicamente de dos fuerzas políticas,
englobadas por varios partidos, supuestamente antagónicas: una izquierda y una
derecha.
La izquierda -si es que hoy existe algo llamado
izquierda- sigue anclada en los siglos XIX y XX. Sólo ve, por ideología, a una
élite que manipula y machaca a los trabajadores. Eso es cierto, pero las cosas
ya no son tan simples; han cambiado mucho desde entonces y esta izquierda
parece no darse cuenta.
Sin embargo, la derecha -esa sí que existe-
está muy bien organizada. Está formada por las élites y apoyada
incondicionalmente por mucho "iluso", que cree que si a los amos les
va bien a ellos también les irá bien, aunque lo único que reciben a cambio son un
puñado de migajas.
Tanto la izquierda como la derecha apestan a
cloaca, y cada una de ellas tiene su propio método para deshacerse de su hedor y
guardar sus vergüenzas.
No voy a acusar a nadie de nada, pero desde el
año 2009, fecha de inicio de la instrucción del caso Gürtel, se han producido
once muertes -algunas de ellas en extrañas circunstancias- todas relacionadas
con casos de corrupción del PP.
Estas muertes
repentinas, causadas por accidente, muerte súbita o suicidio, han
afectado a personas relacionadas con el caso Gürtel y otras tramas de
corrupción del Partido Popular. Entre esas personas se encontraban altos cargos
del PP, allegados, magistrados y empresarios.
Once parecen demasiadas muertes para ser
casual ¿no?
Cronológicamente las muertes se sucedieron de
la siguiente manera:
-Juan Pérez Mora. Un falso juez que engañó al
cerebro de la Gürtel, Francisco Correa. Le hizo creer que, como exjuez de la
Audiencia Nacional, tenía controlados todos los movimientos de la Fiscalía y
recibía información privilegiada del mismo Baltasar Garzón. Se “suicidó” en
verano de 2009, poco después de que estallase el caso.
-Franciso José Yáñez Román. Antiguo trabajador
del PP y padre del principal testaferro de Luis Bárcenas en Suiza. Falleció por
“causas naturales” una semana antes de declarar como imputado ante la Audiencia
Nacional.
- María del Mar Rodríguez
Alonso. Mujer de uno de los portavoces adjuntos del PP en el Senado, Tomás
Burgos Beteta. Apareció muerta el 20 de enero de 2015 en un hotel de Bilbao.
Según se dice se suicidó. Estaba imputada por malversación, prevaricación y
falsedad documental.
- José Martínez Núñez. Empresario gallego
de la construcción que murió por “causas naturales” el 10 de agosto de 2015. Su
empresa insignia, Tecnosa, fue investigada en el sumario de la Gürtel. También
fue investigado por, presuntamente, haber organizado una conspiración para
asesinar a José Cuíña, un político con el que estaba enemistado a causa de una
adjudicación de obra.
-Antonio Pedreira. Instructor durante tres
años del caso Gürtel. Murió en agosto de 2016 de un accidente cerebral. Durante su instrucción
fue cuando más creció la trama y más personas fueron imputadas. Fue víctima,
según su entorno, de numerosas presiones políticas.
-Isidro Cuberos. Exjefe de prensa de Arenas. Le
encontraron tirado en un barranco al lado de su moto. Francisco Correa le
involucró directamente en la trama Gürtel, citándolo en su declaración ante la
Fiscalía.
-Francisco Sánchez Arranz. Fue consejero de
Iberia y concejal en Boadilla del Monte. No le llegó la citación para declarar
el 2 de noviembre de 2015, por el caso Gürtel, porque llevaba muerto varios
meses. El juez quería que respondiera por la adjudicación de una parcela
pública a la constructora UFC SA.
-Leopoldo Gómez. Murió en febrero de 2016.
Estaba imputado por el juez Ruz por dos presuntos delitos de prevaricación y
cohecho en el marco de la ‘Operación Asfalto" del Ayuntamiento de Pozuelo,
que tuvo lugar durante el gobierno de Jesús Sepúlveda.
-Rita Barberá. Exalcaldesa de Valencia. Murió el 23 de noviembre de 2016, de un infarto, la misma semana en que
declaró ante el Tribunal Supremo por su presunta vinculación con el
financiamiento ilegal del PP valenciano.
-Miguel Blesa. Expresidente de Caja Madrid. Se
“suicidó” el 19 de julio de 2017 pegándose un tiro en el pecho. Imputado en el
Caso Gürtel.
-Tomás Villanueva. Exvicepresinente de la
Junta de Castilla y León. Falleció de
forma repentina tras sufrir un desvanecimiento. Debía declarar como
investigado el próximo 18 de octubre de 2017 en la trama eólica en Castilla y
León.
Estos son, hasta ahora, los once fallecidos
relacionados con la corrupción del Partido Popular, desde que se viene
instruyendo el caso Gürtel.
Pero esto no acaba aquí.
Mientras los ingenuos españolitos discutimos y
nos enfrentamos entre nosotros por la independencia de Cataluña, esa “cortina
de humo” no nos ha dejado ver el fuego, en este caso real.
El domingo 10 de septiembre de 2017 se declaró
un incendio en la Ciudad de la Justicia de Valencia, sede de los juzgados,
la Audiencia, la fiscalía y el Registro Civil de la ciudad. A continuación se
anunció que permanecerá cerrada indefinidamente por los daños causados. Ah! Y,
según se dice, la alarma contra incendios estaba desconectada.
Curioso que se haya quemado, con la
consiguiente destrucción de pruebas, el juzgado donde se instruían todos los
casos de corrupción del Partido Popular Valenciano, ¿no?
Sin embargo, los medios de comunicación
pasaron de puntillas por esta noticia. Todo su énfasis lo pusieron el día 11 de
septiembre en La Diada independentista de Cataluña.
Parece mentira que nadie se dé cuenta, pero es
de “manual”: mientras los ingenuos ciudadanos estamos distraídos con procesos
independentistas, terrorismo y otras gaitas, los políticos corruptos y la
oligarquía de este país se van de rositas dejándonos sin nada: nuestro
patrimonio privatizado, una deuda descomunal y a nuestros hijos sin futuro.
¿Qué pasa? ¿Es que a nadie le importa? Pues
claro que le importa. Lo que sucede es que, como siempre ha ocurrido a lo largo
de la historia, con el paso del tiempo la democracia se deteriora y tarde o
temprano acaba en una tiranía. Esto se produce siempre que la población actúa
sumisamente ante los abusos del estado.
En España la prueba es irrefutable.
Después de quedar demostrado, por activa y por
pasiva, que el Partido Popular es una cloaca de corrupción (el PSOE no le va a
la zaga), los españoles le siguen votando mayoritariamente. Es demencial. Así
que no es de extrañar que, con esa renovada confianza, campen a sus anchas y
quién sabe de lo que han sido y serán capaces de hacer para salvar su “culo”.
Siempre que se deja que un “ente” acumule
mucho poder termina en tiranía. La parte perversa es que actualmente no importa
si la amenaza es de un gobierno corrupto o de las grandes empresas “amigas” que
lo dominan todo, ya que ambos forman parte del mismo entramado tiránico.
Tenemos el ejemplo claro de lo que está
ocurriendo en Cataluña, que no es más que el resultado de la tiranía a la que
han llegado los dos partidos más corruptos que gobiernan España y Cataluña: Partido Popular y PDeCAT (antes
Convergencia Democrática de Cataluña).
El mal llamado “mundo libre”, con los EEUU a
la cabeza, se encuentra en una etapa de decadencia aceptando de buen grado la
llegada de la tiranía. Porque eso es lo que tenemos actualmente: una tiranía
disfrazada de democracia. Y este proceso se repite prácticamente en todos los
países del mundo.
Y es así porque, desgraciadamente, siempre
habrá “salvadores de patrias” que quieran gobernar. Y siempre habrá una mayoría
de ciudadanos complacientes, sumisos, ingenuos e ignorantes, que votando a esos
“salva patrias” acepten de buen grado una tiranía que elimine sus libertades a
cambio de un cierto orden y una supuesta seguridad. A eso le llaman
democracia, pero es evidente que no lo es.