lunes, 25 de septiembre de 2017

LAS SOSPECHOSAS MUERTES DE LA CORRUPCIÓN PONEN EN EVIDENCIA LA TIRANÍA DE LA DEMOCRACIA.

La corrupción en España, uno de los principales problemas del país, se ha convertido en “vírica”: alfombra que levantas, alfombra que esconde montones de “basura”.
Afecta a todas las instituciones, tanto públicas como privadas, y está instalada en todos los campos: donde hay dinero hay corrupción; es intrínseca al sistema monetario.
Pero la que más daño hace es la corrupción política, dado que, presumiblemente, los representantes del pueblo están para administrar sus bienes y no para robar al pueblo.
De todos es sabido que los dos principales partidos de este país, que se llevan alternando en el poder desde el comienzo de la democracia, están hasta las trancas de casos de corrupción: ERES de Andalucía en el PSOE y caso Gürtel en el PP, son sólo los más importantes.
Los sistemas democráticos actuales -y el español no iba a ser menos- se componen básicamente de dos fuerzas políticas, englobadas por varios partidos, supuestamente antagónicas: una izquierda y una derecha.
La izquierda -si es que hoy existe algo llamado izquierda- sigue anclada en los siglos XIX y XX. Sólo ve, por ideología, a una élite que manipula y machaca a los trabajadores. Eso es cierto, pero las cosas ya no son tan simples; han cambiado mucho desde entonces y esta izquierda parece no darse cuenta.
Sin embargo, la derecha -esa sí que existe- está muy bien organizada. Está formada por las élites y apoyada incondicionalmente por mucho "iluso", que cree que si a los amos les va bien a ellos también les irá bien, aunque lo único que reciben a cambio son un puñado de migajas.
Tanto la izquierda como la derecha apestan a cloaca, y cada una de ellas tiene su propio método para deshacerse de su hedor y guardar sus vergüenzas.
No voy a acusar a nadie de nada, pero desde el año 2009, fecha de inicio de la instrucción del caso Gürtel, se han producido once muertes -algunas de ellas en extrañas circunstancias- todas relacionadas con casos de corrupción del PP.
Estas muertes  repentinas, causadas por accidente, muerte súbita o suicidio, han afectado a personas relacionadas con el caso Gürtel y otras tramas de corrupción del Partido Popular. Entre esas personas se encontraban altos cargos del PP, allegados, magistrados y empresarios.
Once parecen demasiadas muertes para ser casual ¿no?
Cronológicamente las muertes se sucedieron de la siguiente manera:
-Juan Pérez Mora. Un falso juez que engañó al cerebro de la Gürtel, Francisco Correa. Le hizo creer que, como exjuez de la Audiencia Nacional, tenía controlados todos los movimientos de la Fiscalía y recibía información privilegiada del mismo Baltasar Garzón. Se “suicidó” en verano de 2009, poco después de que estallase el caso.
-Franciso José Yáñez Román. Antiguo trabajador del PP y padre del principal testaferro de Luis Bárcenas en Suiza. Falleció por “causas naturales” una semana antes de declarar como imputado ante la Audiencia Nacional.
- María del Mar Rodríguez Alonso. Mujer de uno de los portavoces adjuntos del PP en el Senado, Tomás Burgos Beteta. Apareció muerta el 20 de enero de 2015 en un hotel de Bilbao. Según se dice se suicidó. Estaba imputada por malversación, prevaricación y falsedad documental.
- José Martínez Núñez. Empresario gallego de la construcción que murió por “causas naturales” el 10 de agosto de 2015. Su empresa insignia, Tecnosa, fue investigada en el sumario de la Gürtel. También fue investigado por, presuntamente, haber organizado una conspiración para asesinar a José Cuíña, un político con el que estaba enemistado a causa de una adjudicación de obra.
-Antonio Pedreira. Instructor durante tres años del caso Gürtel. Murió en agosto de 2016 de un accidente cerebral. Durante su instrucción fue cuando más creció la trama y más personas fueron imputadas. Fue víctima, según su entorno, de numerosas presiones políticas.
-Isidro Cuberos. Exjefe de prensa de Arenas. Le encontraron tirado en un barranco al lado de su moto. Francisco Correa le involucró directamente en la trama Gürtel, citándolo en su declaración ante la Fiscalía.
-Francisco Sánchez Arranz. Fue consejero de Iberia y concejal en Boadilla del Monte. No le llegó la citación para declarar el 2 de noviembre de 2015, por el caso Gürtel, porque llevaba muerto varios meses. El juez quería que respondiera por la adjudicación de una parcela pública a la constructora UFC SA.
-Leopoldo Gómez. Murió en febrero de 2016. Estaba imputado por el juez Ruz por dos presuntos delitos de prevaricación y cohecho en el marco de la ‘Operación Asfalto" del Ayuntamiento de Pozuelo, que tuvo lugar durante el gobierno de Jesús Sepúlveda.
-Rita Barberá. Exalcaldesa de Valencia. Murió el 23 de noviembre de 2016, de un infarto, la misma semana en que declaró ante el Tribunal Supremo por su presunta vinculación con el financiamiento ilegal del PP valenciano.
-Miguel Blesa. Expresidente de Caja Madrid. Se “suicidó” el 19 de julio de 2017 pegándose un tiro en el pecho. Imputado en el Caso Gürtel.
-Tomás Villanueva. Exvicepresinente de la Junta de Castilla y León.  Falleció de forma repentina tras sufrir un desvanecimiento. Debía declarar como investigado el próximo 18 de octubre de 2017 en la trama eólica en Castilla y León.
Estos son, hasta ahora, los once fallecidos relacionados con la corrupción del Partido Popular, desde que se viene instruyendo el caso Gürtel.
Pero esto no acaba aquí.
Mientras los ingenuos españolitos discutimos y nos enfrentamos entre nosotros por la independencia de Cataluña, esa “cortina de humo” no nos ha dejado ver el fuego, en este caso real.
El domingo 10 de septiembre de 2017 se declaró un incendio en la Ciudad de la Justicia de Valencia, sede de los juzgados, la Audiencia, la fiscalía y el Registro Civil de la ciudad. A continuación se anunció que permanecerá cerrada indefinidamente por los daños causados. Ah! Y, según se dice, la alarma contra incendios estaba desconectada.
Curioso que se haya quemado, con la consiguiente destrucción de pruebas, el juzgado donde se instruían todos los casos de corrupción del Partido Popular Valenciano, ¿no?
Sin embargo, los medios de comunicación pasaron de puntillas por esta noticia. Todo su énfasis lo pusieron el día 11 de septiembre en La Diada independentista de Cataluña.
Parece mentira que nadie se dé cuenta, pero es de “manual”: mientras los ingenuos ciudadanos estamos distraídos con procesos independentistas, terrorismo y otras gaitas, los políticos corruptos y la oligarquía de este país se van de rositas dejándonos sin nada: nuestro patrimonio privatizado, una deuda descomunal y a nuestros hijos sin futuro.
¿Qué pasa? ¿Es que a nadie le importa? Pues claro que le importa. Lo que sucede es que, como siempre ha ocurrido a lo largo de la historia, con el paso del tiempo la democracia se deteriora y tarde o temprano acaba en una tiranía. Esto se produce siempre que la población actúa sumisamente ante los abusos del estado.
En España la prueba es irrefutable.
Después de quedar demostrado, por activa y por pasiva, que el Partido Popular es una cloaca de corrupción (el PSOE no le va a la zaga), los españoles le siguen votando mayoritariamente. Es demencial. Así que no es de extrañar que, con esa renovada confianza, campen a sus anchas y quién sabe de lo que han sido y serán capaces de hacer para salvar su “culo”.
Siempre que se deja que un “ente” acumule mucho poder termina en tiranía. La parte perversa es que actualmente no importa si la amenaza es de un gobierno corrupto o de las grandes empresas “amigas” que lo dominan todo, ya que ambos forman parte del mismo entramado tiránico.
Tenemos el ejemplo claro de lo que está ocurriendo en Cataluña, que no es más que el resultado de la tiranía a la que han llegado los dos partidos más corruptos que gobiernan  España y Cataluña: Partido Popular y PDeCAT (antes Convergencia Democrática de Cataluña).
El mal llamado “mundo libre”, con los EEUU a la cabeza, se encuentra en una etapa de decadencia aceptando de buen grado la llegada de la tiranía. Porque eso es lo que tenemos actualmente: una tiranía disfrazada de democracia. Y este proceso se repite prácticamente en todos los países del mundo.
Y es así porque, desgraciadamente, siempre habrá “salvadores de patrias” que quieran gobernar. Y siempre habrá una mayoría de ciudadanos complacientes, sumisos, ingenuos e ignorantes, que votando a esos “salva patrias” acepten de buen grado una tiranía que elimine sus libertades a cambio de un cierto orden y una supuesta seguridad. A eso le llaman democracia, pero es evidente que no lo es. 

martes, 12 de septiembre de 2017

LUCHA ANTITERRORISTA: OTRA GRAN FARSA

No lo dudes, la  supuesta guerra mundial contra el terrorismo es una farsa.
Cada vez que se produce un atentado terrorista se pone en marcha la todopoderosa industria “más-media” que, escupiendo y vomitando imágenes, a diestro y siniestro, de escenas de dolor y muerte, deja a la población en un estado de letargo, miedo y atontamiento, del que tarda tiempo en recuperarse.
Los medios de comunicación se empeñan en hacernos creer que el terrorismo es un monstruo de siete cabezas, que viene irremisiblemente a por nosotros, del que hay que protegerse aun a costa de nuestra ya maltrecha libertad y privacidad.
Llevamos un tiempo largo hablando sin cesar del terrorismo islámico. Dicen que quiere destruir nuestra civilización.
Con ese discurso algunos llevan años justificando todo tipo de tropelías en países como Irak, Afganistán, Libia, Palestina, Líbano, Siria, etc., y aplicando todo tipo de recortes de libertad y privacidad, en nuestras sociedades modernas, en aras a nuestra propia seguridad.
Pero la verdad es que la guerra mundial contra el terrorismo, liderada por UUEE e Israel, es una gran estafa. Una mentira patológica, para justificar acciones militares de estos dos países, llevadas a cabo durante años, únicamente para favorecer la hegemonía de Israel en Oriente Medio y la de Estados Unidos en el resto del mundo. No hay más.
Porque vamos a ver. ¿Quiénes son los terroristas? ¿De dónde han salido? ¿Cómo se financian?
Hoy prácticamente todo el terrorismo que nos preocupa es el proveniente del Estado Islámico (ISIS). Pues bien. El Estado Islámico no es más que una creación de la Inteligencia de Estados Unidos.
Originalmente ISIS era una entidad afiliada a Al Qaeda, creada por la inteligencia de Estados Unidos  con el apoyo del MI6 británico y el Mossad de Israel. Esto no lo digo yo. Está documentado y son declaraciones de exagentes de la CIA, el MI6 y el Mossad.
Osama bin Laden, fundador de Al Qaeda, fue reclutado por la CIA en 1979 y entrenado en un campo de adiestramiento de guerrillas financiado por la CIA. Nos han dicho que fue asesinado por un comando de élite del ejército de los EEUU, pero no hay ni una sola evidencia de ello. Esto tampoco lo digo yo. Lo dice la propia CIA.
También existen dudas razonables de que Al Qaeda estuviera detrás de los ataques de las Torres Gemelas.  Pero lo que es seguro, es que ese ataque proporcionó la escusa perfecta para librar guerras e invadir muchos países codiciados por intereses geopolíticos o económicos.
Por lo tanto, paradójicamente a lo que se cree, el programa de lucha contra el terrorismo, que promueve EEUU e Israel, consiste precisamente en todo lo contrario: apoyar a los terroristas.
No seamos inocentes. Los terroristas nunca destruirán Occidente, como nos cuentan a diario esa panda de mentirosos. Para destruir occidente nos bastamos nosotros solitos.
La guerra contra el terrorismo se presenta como un choque de civilizaciones; una guerra de valores y de religiones. Pero la realidad es que no es más que un plan estratégico para lograr objetivos geopolíticos y económicos.
¿Tan difícil es de creer que el terrorismo es un arma utilizada por los poderes fácticos para amedrentar a la población? ¿Es que nadie lo ve? Simplemente hay que analizar los acontecimientos para llegar a esa conclusión. Y la conclusión, es que el terrorismo no es más que un invento del eje USA-Israel para manipular a las masas, a través del miedo y las emociones, y así conseguir sus objetivos.  
Jamás en la historia de la humanidad el hombre ha dispuesto de tanta cantidad de herramientas de destrucción a su alcance. Así que no seamos ingenuos. Por más bolardos y maceteros que pongamos en nuestras calles, si verdaderamente alguien quisiera hacer daño de verdad y exterminar a millones de personas, hoy cuenta con los medios para hacerlo (no creo necesario explicar que existe un mercado negro de armas de todo tipo, que incluye misiles balísticos, armas químicas y nucleares, por no hablar de la capacidad de hacer daño por otros medios).
El terrorismo no es tan peligroso como se nos quiere hacer creer. De momento, no genera un daño en vidas humanas lo suficientemente grande para preocuparnos y alarmarnos, como lo hacen constantemente los gobiernos y sus voceros medios de comunicación.
Veamos algunos datos que demuestran que el terrorismo prácticamente no tiene incidencia en nuestras vidas, como sí lo tienen otras actividades que, sin embargo, pasan de puntillas en los canales de información:
-La media de muertes en el mundo al año, ocasionadas por el terrorismo, ronda las 30.000 personas. ¡Ojo al dato! La policía mata prácticamente al mismo número  de personas al año en todo el mundo.
-La media de muertes, ocasionadas por el crimen organizado y la delincuencia común, suman más de 500.000 asesinatos al año.
-Según la Organización Mundial de la Salud, el tabaco mata al año a más de 5 millones de personas.
-Las enfermedades cardiovasculares, producidas por el veneno que ingerimos en nuestros alimentos y el estrés producido por nuestro pésimo estilo de vida, matan a más de 20 millones de personas al año.
-En accidentes de tráfico mueren cada año 2 millones de personas.
-Y para acabar (por no hacer la lista interminable), el hambre mata diariamente a más de 10.000 niños en todo el mundo.
Como verás se le da más importancia a 30.000 víctimas producidas por el terrorismo que, por ejemplo, a 500.000 asesinatos ocasionados por la delincuencia (por hablar sólo de muertes violentas) que, por cierto, en una materia en la que estamos totalmente desprotegidos.
Actualmente tenemos muchísimas más posibilidades de ser víctimas de la delincuencia, de un accidente de tráfico o de sufrir un infarto, que de un ataque terrorista. Sin embargo, no se nos protege con el mismo afán como supuestamente se nos dice hacerlo contra el terrorismo.
Después del atentado de Barcelona, se ha producido una manifestación (como suele ocurrir en estos casos) en homenaje a las víctimas. Pues bien. Esta manifestación ha sido utilizada por todos los poderes fácticos a conveniencia para transmitir su propaganda. Las víctimas, seamos serios, sólo importan a sus allegados. Al resto; o sea, al populacho, sólo le interesa el morbo, aunque él ni siquiera es consciente de ello. Y no es consciente, porque ya se encargaron de introducir en su mente, desde la más tierna infancia, emociones que sustituyeran durante el resto de su vida a un pensamiento razonado. 
Si lo piensas bien, el tiempo que le dedican y la importancia que le dan los medios de comunicación al terrorismo son desproporcionados. Porque digo yo. Si los medios de comunicación se tiran 20 días consecutivos explotando la noticia de un atentado terrorista, que ha causado 16 víctimas mortales, ¿por qué no le dedican el mismo tiempo al resto de víctimas producidas por la delincuencia, el tráfico, las enfermedades cardiovasculares o el hambre?
Pues ya te lo digo yo. Porque la gran amenaza terrorista no es tal. Es una amenaza fabricada a la carta en función de unos intereses.  Es decir, esta amenaza es promocionada por los gobiernos occidentales, y los medios de comunicación, con el fin de crear una atmósfera de miedo e intimidación que promueva que sean los mismos ciudadanos los que demanden anular las libertades civiles y la instalación de un estado policial, que en definitiva es su finalidad.
O si no, ¿por qué nunca son objetivos terroristas las élites que realmente detentan el poder, léase el club Bildelberg, el CFR, los grandes banqueros, la FED, etc.? ¿Por qué siempre están dirigidos contra el “populacho”? 
Pues, entre otras cosas, porque el objetivo último es inculcar en la mente de millones de personas que el terrorismo es un enemigo real, y que nuestros gobiernos van a protegernos, contra esa amenaza, tomando todas las medidas impopulares que sean necesarias.

Pero la realidad es que esta guerra no es otra cosa que un eslabón más en el sometimiento de los ciudadanos. La propaganda terrorista hace aflorar el adoctrinamiento emocional introducido en las mentes de la gente. Evita que piense por sí misma y analice con un mínimo de rigor los hechos cotidianos de su entorno. De esta manera nunca se cuestionará la legitimidad del orden mundial inquisitorial al que está sometida.