martes, 20 de febrero de 2018

EL IMPERIO ROTHSCHILD

El mundo está actualmente en manos de unos maníacos patológicos que son los dueños del dinero. El principal motor de este sistema ya no es la economía real ni las materias primas ni tan siquiera los recursos. Ahora todo gira en torno a la economía financiera, así de triste.
El poder global del dinero es quien verdaderamente gobierna el mundo. Los estados, gobiernos, partidos políticos, corporaciones y personas, en general, están a merced de este “gobierno en la sombra” que cada día se hace más insoportable.
Esta autocracia del dinero, con la banca a la cabeza, no es ninguna “asociación benéfica” que se dedique a contribuir al bienestar de la gente; al contrario, es la responsable del empobrecimiento de la clase media  y de la marginación hasta niveles de  extrema pobreza de las clases más desfavorecidas.
Pero estos opulentos maníacos tienen nombre y apellido. El mayor exponente de esta clase adinerada a nivel mundial es la familia Rothschild. Esta familia de banqueros, de origen judeo-aleman (ashkenazi), es la más influyente de Europa, de EEUU y posiblemente del resto del mundo.
Todo empezó en 1743 con Amschel Moses Bauer (primer Rothschild) cuando abrió un “negocio cambista” en Frankfurt.
El sobrenombre de Rothschild tiene un origen anecdótico. En aquel tiempo, las calles no tenían nombres y los comercios colocaban símbolos para identificarse. Amschel Moses Bauer colgó un escudo rojo (“Rot Schild” en alemán), y así fue como adoptaron el nombre de Rothschild.
Todos sabemos que las grandes fortunas siempre se han hecho especulando y utilizando información privilegiada, y esta familia, como no podía ser de otra manera, hizo lo propio para enriquecerse.
En 1815, Nathan Mayer Rothschild -aficionado a las palomas mensajeras- fue el primero en conocer la derrota de Napoleón en Waterloo. Con esta información privilegiada, vendió sus Bonos del Estado Británico para hacer creer a la gente que Inglaterra había perdido la batalla. Obviamente, el resto de tenedores de bonos hizo lo mismo y la Bolsa se hundió. Entonces, poco antes de que se conociera la noticia, los Rothschild volvieron a comprar esos mismos bonos a precio de saldo. Cuando se supo la verdad, los precios se dispararon consiguiendo unos beneficios de más de 1 millón de libras, de aquella época,  en un sólo día.
Desde entonces, esta familia ha creado un imperio económico nunca antes visto, y ha ido cogiendo cada vez más “peso específico” tanto en el mundo de las finanzas como, por supuesto, en la toma de decisiones a nivel mundial.
Actualmente capitanea el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), la Trilateral, el Club Bildelberg y el Club de Roma (todas instituciones privadas donde se toman las decisiones más importantes a nivel global).
Recordemos lo que dijo Mayer Amschel Bauer Rothschild:”dadme el control del dinero y no me importará quien haga las leyes”.
Pues bien, parece que sus descendientes se lo tomaron al pie de la letra.
Desde 1913, año en el que fue creada la Reserva Federal de los EEUU (FED), esta familia controla la FED y por ende el Dólar y el Gobierno de los EEUU. La FED se creó en un pacto secreto entre banqueros realizado en la Isla Jekyll, Georgia, bajo el control de los Rotchschilds y otras familias de banqueros, durante el mandato del presidente Wilson.
En 1930 se funda el Banco de Pagos Internacional (BPI), ubicado en Basilea (Suiza), que podríamos decir que es el Banco Central de los bancos centrales. Este banco también está controlado por ellos.
El 1971, Richard Nixon pone fin al Tratado de Bretton Woods acabando con el patrón oro. Desde entonces, todo el dinero del mundo es fiduciario; lo que significa que ahora todo el poder del dinero recae sobre los bancos centrales y muy especialmente sobre el BPI, que tiene las manos libres para controlar la masa monetaria mundial. No es necesario explicar a quién benefició esa medida, ¿verdad?
Siguiendo en su línea de agrandar su imperio, y para asegurarse el control a ambos lados del Atlántico, Jacob Rothschild, del banco NM Rothschild de Londres, promovió en 1971 una alianza bancaria, el Grupo Inter-Alpha, con la que llevar a cabo su plan de crear la Unión Europea y posteriormente el Euro.
Esta agrupación bancaria supranacional, controlada por los Rothschild, cuenta actualmente con 12 miembros: Société Générale (París); Royal Bank of Scotland (Londres); Banco Santander (Madrid); ING Bank (Amsterdam); Novo Banco (Lisboa); Sanpaolo IMI (Turín); Commerzbank (Frankfurt); National Bank of Greece (Atenas); AIB Group (Dublín); KBC Group (Bruselas); Nordea (Copenhague) y Erste Bank (Viena).
Pero la familia Rothschild no solo controla la banca mundial, sino que sus tentáculos llegan a todos los sectores influyentes de la sociedad. Su imperio no sólo se limita al mundo financiero, sino que abarca todo tipo de industrias diversas, bienes raíces, energía, etc.
Muchos de los grandes medios de información están controlados por ellos. Son los dueños de agencias de noticias tales como la CNN, Reuters y Fox. También hay quien dice que son los promotores de la alarma creada sobre el calentamiento global, ya que mediante su compañía, Rothschild Australia, controlan el Mercado mundial del Carbono. Según se dice, el calentamiento global no es más que un simple negocio creado por ellos para evitar que el Tercer Mundo se desarrolle y explote por si mismo sus recursos.
En un informe de Oxfam International se expone que la riqueza de los 8 multimillonarios más importantes del mundo, según la revista Forbes (Bill Gates, Amancio Ortega, Warren Buffett, Carlos Slim, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Larry Ellison y Michael Bloomberg), es mayor que la de los 3.600 millones más pobres del planeta. Sin embargo, los miembros de la familia Rothschild, cuya fortuna se estima 5 veces superior a la de estos 8 multimillonarios juntos, nunca salen en estas listas.
Bueno, pues así es como esta familia, y otras familias como esta, a través del dinero, tienen el control de prácticamente todos los recursos del planeta y sometida a toda la población mundial.
El sistema financiero ha ido esclavizado progresivamente a la humanidad. Trabajamos entre 8 y 12 horas diarias una media de 35 años (los mejores de nuestra vida) en trabajos que en la mayoría de los casos son aburridos y deprimentes, con la única motivación de cobrar a fin de mes.
La mayoría de nuestros hombres y mujeres ilustres, nuestros políticos y nuestros líderes han sido y son corrompidos sistemáticamente por el dinero, hasta llegar a convertirse en verdaderos monstruos degenerados.
Pero la pregunta clave es: ¿verdaderamente necesitamos el sistema financiero para vivir? Y la respuesta tajante es NO, ya que todo lo que requerimos para vivir nos lo da gratis el planeta. Lo que ha sucedido, es que un puñado de gente sin escrúpulos –entre los que se encuentra la familia Rothschild- se ha adueñado de los recursos del planeta, les ha puesto un precio monetario de un dinero FIAT que controlan ellos y ahora todos tenemos que “pasar por caja” cada vez que necesitamos alguno de los recursos que, no olvidemos, nos regala la naturaleza.
Pero mientras sigamos siendo tan estúpidos e ignorantes como para seguir participando en el patético “juego democrático”, votando a los mismos que nos roban y nos arruinan la vida, y encima les “reímos las gracias”, el futuro de estos cleptócratas está más que asegurado.
Lo triste, es que existe una mayoría de gente “acomodada” que está encantada con recoger las migajas del sistema y lo defiende a capa y espada, y así nos va.
Alguien dijo alguna vez: “no es suficiente cambiar de amo, es necesario dejar de ser perro”.

sábado, 10 de febrero de 2018

LAS INCONGRUENCIAS DE UNA SOCIEDAD INVERTIDA

En el mundo actual se dan una serie de paradojas que, en mi opinión, deberíamos “hacérnoslo mirar”.
Vivimos en una sociedad en la que, en algunos casos, podríamos considerar invertida; es decir, lo que tendría que estar arriba o por delante está justo abajo o por detrás y viceversa.
Este sistema -hecho a la medida de unos pocos tíos listos para engañar a muchos tontos- se ha concebido mediante una serie de “estructuras invertidas” que desafían toda lógica y que, además, se extienden a muchos ámbitos de nuestra vida. Eso sí: todo por “la pasta”.
Veamos algunos claros ejemplos de este “mundo al revés”.
Existe un hecho a nivel mundial de una hipocresía colosal. Cada año, las partidas de los Presupuestos Generales del Estado dedicadas a armamento en aras a mantener la paz (este año en España más de 30 mil millones de euros) no paran de crecer. Y digo yo, curioso que los países se armen para la paz cuando lo lógico sería desarmarse, ¿verdad? Por muchas milongas que nos cuenten, la realidad es que los países se arman para la guerra y no para la paz. La guerra es un gran negocio, como lo demuestra el gráfico de abajo donde se puede ver que medio mundo está en conflicto permanente (fuente Wikipedia)


Otro gran ejemplo de este “mundo al revés” es algo que por cotidiano no deja de ser patético. Me estoy refiriendo a la sanidad.  Hablo de que tanto los médicos como la industria farmacéutica “hacen su agosto” con la enfermedad. Porque vamos a ver, lo lógico debería ser justo al contrario; es decir, obtener una recompensa económica por mantener a la población sana, no enferma. No hay que ser precisamente una “lumbrera” para darse cuenta de que si su negocio está en la enfermedad jamás les interesará que la gente esté sana, ¿o no?
¿Y qué pasa con el papel que desempeñan los políticos electos con respecto a nosotros en las actuales democracias?
Los políticos se han convertido en “nuestros jefes”, así de claro. Pero digo yo, ¿esto no debería ser al contrario? Si son elegidos por nosotros para ser nuestros representantes no deberían ser nuestros jefes, sino nuestros empleados. Porque ¡señores! Si al final terminan haciendo lo que les da la gana, no tiene ningún sentido votar para elegirles democráticamente como nuestros representantes.
En esta “sociedad invertida” son los partidos políticos los que diseñan los programas electorales que, por cierto, incumplen sistemáticamente y que después nos imponen a nosotros. Pues bien, no debería ser así.
Nosotros somos los que tendríamos que confeccionar los programas. Por ejemplo, un programa en el que se garantizase el pleno empleo o una renta básica universal; que las pensiones y los salarios nunca fueran inferiores a una media ponderada de calidad de vida; que acometiese una red de infraestructuras acorde a nuestras necesidades, desarrollando planes de I+D+I, energéticos, hidrológicos asumibles y sostenibles y, por supuesto, que incluyera prestación sanitaria universal y educación gratuita de calidad. En definitiva, un programa que garantizase un reparto más equitativo de la riqueza e hiciera la vida más agradable a las personas.
Una vez confeccionado, se sacaría a concurso para que se presente todo aquel que tenga la certeza y la capacidad de llevarlo a cabo. Y no me refiero necesaria y exclusivamente a partidos políticos, sino que podría acudir al concurso cualquier tipo de empresa, asociación particular u organización privada. Ni que decir tiene que el adjudicatario cobraría un precio justo por sus servicios, a la vez que debería actuar con total transparencia, siendo controlado en todo momento por nosotros.
Para que nos hagamos una idea, sería el mismo procedimiento que se utiliza para la realización de una obra pública. En una obra pública, es la Administración la que redacta el pliego de condiciones que las empresas concursantes tienen la obligación de acatar y cumplir escrupulosamente sin rechistar. Por supuesto, la obra se realiza en las condiciones, plazos y presupuesto estipulados por la Administración o de lo contrario la empresa adjudicataria será sancionada.
Bueno, pues si esto funciona para todo tipo de contratos, ¿por qué no va a funcionar para administrar un Estado?
Por último, decir que este sistema está creando cada día más desigualdad. Lo lógico sería que la nueva y maravillosa tecnología que disponemos hoy en día sirviera para crear una humanidad más igualitaria, justa, unida y avanzada. Pero no está siendo así. Recientes estudios sociales indican justo todo lo contrario; es decir, que la tecnología no llega a las clases populares y además se ha convertido en un instrumento de poder al servicio de las élites con la que manipular y controlar al resto de la población.
En resumen. Si en este “mundo al revés” los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, está claro que algo estamos haciendo rematadamente mal.
Ya deberíamos tener la suficiente madurez para saber que la causa de todos nuestros males no es otra que el dinero, capitaneado por la deuda.
Cada día se hace más evidente que las personas, los estados y los gobiernos están secuestrados por la deuda, y mientras no arreglemos ese problema nada cambiará.
La deuda se ha convertido en la nueva esclavitud de los pueblos. Cuanta más deuda más esclavitud. A estas alturas ya nadie duda de que una hipoteca te puede tener esclavizado de por vida. Por otro lado, los estados nación se han ido a la mierda (con perdón) a consecuencia de la deuda, ya que la deuda pública es un dinero prestado a fondo perdido, a sabiendas que nunca se va a devolver, a cambio, eso sí, de la soberanía de los estados.
Deberíamos recordar las palabras que pronunció en su día Mayer Amschel Bauer Rothschild (1744-1812), para darnos cuenta de lo que ha ocurrido:”dadme el control del dinero y no me importará quien haga las leyes”