“Desde el momento en el que empezamos a vivir
en un mundo tecnológico, sólo es
cuestión de tiempo -a lo sumo algunas décadas- para que las clases inferiores
de la sociedad sean capaces de dar la vuelta a la tortilla a la actual
jerarquización de poder”. De esto es de lo que, hace varios lustros, se dio
cuenta la élite dominante y, desde entonces, se está defendiendo con toda su
artillería pesada para que esto no suceda.
¿Entiendes ahora el
por qué a las clases más bajas de la sociedad les cuesta tanto prosperar?
El arma principal
que utiliza la élite para que las clases inferiores lo sigan siendo es la
educación; o mejor dicho, la falta de educación.
La educación de hoy
día a las clases bajas de la sociedad es de lo más elemental; o lo que es lo
mismo, la educación dada a las clases inferiores es de lo más pobre posible, de
manera que la brecha entre el conocimiento de las clases superiores y la
ignorancia de las clases inferiores es tal, que los temas importantes son
incomprensibles para las clases inferiores.
De esta manera las
clases inferiores no podrán cuestionar jamás a las clases superiores y, además,
quedarán aislados de estos, dado que, como ya he dicho antes, los grandes
temas permanecerán incomprensibles para
ellos. Con tal falta de conocimientos es casi imposible salir del gueto en el
que les ha tocado vivir, y de hecho, ellos mismos tienen poca esperanza de que
esto suceda.
Debido a los
escasos conocimientos de las clases inferiores, estas se ven obligadas a
esclavizarse de por vida a un trabajo monótono, rutinario, mal remunerado y en
muchas ocasiones extenuante y agotador. Esta forma de esclavitud es esencial
para mantener el nivel de vida de las clases superiores, así como el de
salvaguardar un cierto orden social y, sobre todo, el de proteger la paz y
tranquilidad de las clases superiores dirigentes.
¿Y cómo se puede
lograr esto? Pues muy sencillo, con la llegada de cada individuo al colegio.
Aunque antes existe una primera fase, de la que se encargan sus progenitores
–pues han sido programados para ello- en la que se les predispone a aceptar órdenes
y normas, utilizando para ello la estrategia del premio o castigo y, por ende,
inculcándoles desde la más temprana edad el sentimiento del miedo.
Como de todos es
sabido, en los países llamados desarrollados la educación es obligatoria. Y
claro está. Una vez llega el niño por primera vez al colegio está perdido. En
el colegio se le sabotea toda actividad mental (ya sabes: esto no se dice, esto
no se hace, esto no se toca)
Se le aplican
programas educativos de pésima calidad, enseñándole solamente lo básico para
poder desenvolverse en la franja más baja de la sociedad, por lo tanto, no se
pondrá mucho énfasis en enseñarle matemáticas, lógica, sociología, economía,
diseño de sistemas, metafísica, etc… en definitiva, se trata de anular por
completo su creatividad.
Otra cosa
importantísima, en la que ahondar desde la más tierna infancia, es la de incentivar
al máximo sus emociones, de tal manera que, de ahora en adelante y para el
resto de su vida, anteponga los sentimientos a la razón y reflexión.
Por último, y
durante el transcurso de toda su vida, se le someterá incesantemente a
distracciones banales. Distracciones, por otra parte, en las que no intervenga
ninguna actividad mental. Un ejemplo de esto lo tenemos en el futbol. No se
necesita ser muy listo para entender las 4 reglas del juego y tampoco necesita
de ningún esfuerzo mental, así que la gente puede tirarse horas y horas viendo
futbol. El futbol se ha convertido en “una religión” para las clases más bajas
de la sociedad.
A cualquiera de
nosotros, todo esto que he mencionado, nos parecerá que no es nuestro caso, que
nosotros hemos ido a un buen colegio, e incluso a la universidad y que no somos
tan ingenuos e ignorantes como para dejarnos manipular. Pues bien. ¿Cuánta
gente entiende de verdad la sección de economía de cualquier periódico? O si ir
más lejos ¿Cuánta gente entiende la factura de la luz? ¿Cuántos sabemos cómo se
crea y se expande el dinero a través de préstamos? ¿Sabemos algo sobre
tecnología avanzada? ¿Entendemos las posibilidades reales de un ordenador y un
teléfono móvil? ¿Conocemos en
profundidad cómo funcionan las instituciones de nuestro gobierno o de la Unión
Europea? ¿Qué sabemos en realidad de la verdadera historia? ¿Sabemos algo sobre
los Masones, el Club Bildelberg, la Trilateral, el Comité de los 300, los Skull and Bones, etc.? ¿Y de Astronomía, de
sociología, de Ingeniería de Sistemas, de Matemáticas….?
En fin. Me temo que
si fuésemos sinceros con nosotros mismos reconoceríamos que verdaderamente los
conocimientos de la mayoría de nosotros dejan mucho que desear y lo que
realmente somos es “fotocopias” unos de otros, después de haber pasado, en el
transcurso de nuestra vida, por los diferentes módulos de “educación”
O si no, por qué no
nos hemos cuestionado nunca si somos monógamos o polígamos. Hemos aceptado que
somos monógamos porque nos lo han inculcado así. Tampoco nos hemos cuestionado
si queremos trabajar o no, no tenemos otra opción, salvo la de ser un
indigente. Y así en prácticamente todas las actividades de nuestra vida.
Alguien ya decidió por nosotros y nos programó para hacer lo que hacemos.
El ser humano, como
ser inteligente que es, dispone en realidad de un potencial enorme pero,
paradójicamente, cada día tenemos menos posibilidades de desarrollarlo, salvo
algunos privilegiados. ¿Y por qué? Porque el gran avance tecnológico, del que
disponemos en nuestros días, no está al alcance de todos y, además, es usado
por las clases dirigentes para manipularnos y programarnos.
Hoy en día cada uno
de nosotros estamos aportando un sinfín de datos de nuestra vida e intimidad
sin ser conscientes de ello (cuando compramos en un supermercado, cogemos un avión,
realizamos cualquier transacción financiera, ponemos un e-mail o utilizamos el
WhatsApp, vamos al médico, vemos la televisión, oímos la radio, etc.)
Pues bien. Todos estos
datos son minuciosamente recogidos por los analistas de sistemas e introducidos
en programas específicos de ordenador para posteriormente poder programar, con
un margen mínimo de error, cómo será nuestra vida en un futuro a corto, medio e
incluso me atrevería a decir a largo plazo. Así que, bajo mi punto de vista, la
única salida que tenemos es el conocimiento, por eso nos lo tienen vetado.
No te dejes
engañar. Lo importante no es un buen puesto de trabajo que te permita “comprar,
comprar y comprar y volver a comprar” una buena casa, un buen coche, ir de
vacaciones, cenar en buenos restaurantes. Eso no es más que una trampa para que
no utilices tu principal don, tu creatividad, o sea, tu inteligencia. Porque
esa si te hará libre.