sábado, 10 de septiembre de 2016

DEMOCRACIA Y SISTEMA ELECTORAL

Una de las muchas mentiras, probablemente de las más importantes que sufre nuestra sociedad moderna, es la de las mal llamadas democracias.
Aldous Huxley, en su libro escrito en 1.932 "Un mundo feliz", describe lo que sería una dictadura perfecta: “Tendría la apariencia de una Democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros en la cual los prisioneros no soñarían con escapar. Un sistema de esclavitud donde, gracias al sistema de consumo y el entretenimiento, los esclavos estarían encantados con sus cadenas”.
Bueno, pues ese “mundo feliz” ha llegado a la mayoría de la gente que compone la clase media, sobre todo en las sociedades occidentales. Esa clase media piensa que por tener trabajo, casa, coche y un sinfín de objetos banales, incluyendo el poder disfrutar –según ellos, claro- 15 días de vacaciones al año, son los seres más felices de la tierra (y es que, para conseguir esto, probablemente nunca han valorado el grado de esclavitud al que se tienen que someter durante toda su vida)
Del mismo modo, en nuestras “democracias” (que no olvidemos son democracias representativas) pensamos que somos nosotros, con nuestro voto, los que elegimos a nuestros representantes, y no es verdad. Y no es verdad, por la sencilla razón de que los sistemas electorales de cada país están diseñados para obtener los resultados que las clases oligarcas han decidido de antemano.
Pondré dos ejemplos -el de EEUU y el de España- para ver que el Sistema Electoral que se aplica en cada país, para elegir a los presidentes de gobierno, está totalmente establecido -al margen de utilizar dos sistemas electorales completamente diferentes- para obtener el resultado fijado de antemano por las oligarquías correspondientes.
En EEUU el Sistema por Colegio Electoral casi no da oportunidades a los candidatos independientes y de terceros partidos, por lo que desde hace más de un siglo gana siempre un candidato demócrata o republicano que, por supuesto, son los únicos  partidos subvencionados por las élites que ostentan el poder.
Los candidatos a la presidencia en EEUU salen elegidos a través de un largo y costoso proceso electoral de primarias. Luego los ciudadanos escogen a delegados, y son estos los que verdaderamente eligen al candidato, nunca los ciudadanos directamente.
Los 538 delegados, elegidos por los ciudadanos en las elecciones, serán los que finalmente elijan al presidente, votando por el candidato que se comprometieron a votar (aunque no siempre lo hacen así). Es decir, que el presidente se elije por una simple mayoría de los votos de los delegados; o lo que es lo mismo: solamente son necesarios 270 votos para ganar la presidencia de los EEUU.
En España se utiliza el Sistema D'hondt, que consiste en dividir el número de votos que obtiene cada candidatura por 1, 2, 3,… etc., hasta llegar al número de escaños correspondientes a esa circunscripción. Este sistema excluye a las candidaturas que no hayan obtenido al menos el 3% de los votos válidos emitidos. Los escaños se atribuyen a las candidaturas que obtengan los mayores cocientes, atendiendo a un orden decreciente, hasta completar el cupo.
Pongamos un ejemplo para verlo más claro:
Imaginemos que en una provincia se reparten cinco diputados y hay tres partidos que han conseguido más del 3% de los votos válidos emitidos. Hay que dividir entonces el número de votos que ha obtenido cada partido por 1, 2, 3, 4 y 5. Tendríamos así 15 cocientes, y de todos ellos los que obtienen escaño son los cinco cocientes más altos.
Supongamos que el “partido X” ha obtenido 100.000 votos; el “partido Y” 60.000 votos; y el “partido Z” 29.000 votos:
Pues hagamos los cocientes:
Partido X
Cociente 1: 100.000/1=100.000
Cociente 2: 100.000/2=50.000
Cociente 3: 100.000/3=33.333
Cociente 4: 100.000/4=25.000
Cociente 5: 100.000/5=20.000
Partido Y
Cociente 1: 60.000/1=60.000
Cociente 2: 60.000/2=30.000
Cociente 3: 60.000/3=20.000
Cociente 4: 60.000/4=15.000
Cociente 5: 60.000/5=12.000
Partido Z
Cociente 1: 29.000/1=29.000
Cociente 2: 29.000/2=14.500
Cociente 3: 29.000/3=9.666
Cociente 4: 29.000/4=7.250
Cociente 5: 29.000/5=5.800
Ahora asignemos los escaños:
Recordemos que los escaños se asignan por orden, según los cocientes, de mayor a menor, de forma que quedarían adjudicados de la siguiente manera:
1er diputado para el cociente 1 del “partido X”: 100.000
2º diputado para el cociente 1 del “partido Y”: 60.000
3er diputado para el cociente 2 del “partido X”: 50.000
4º diputado para el cociente 3 del “partido X”: 33.333
5º diputado para el cociente 2 del “partido Y”: 30.000
Como vemos el “partido Z” se ha quedado, por muy poco, sin diputado; es decir, sin representación parlamentaria, al igual que el resto de partidos que no han llegado a ese 3% de los votos.
Una vez elegidos los diputados de cada circunscripción se compone el Parlamento, que lo forman 350 diputados. Y son estos, no los ciudadanos, los que eligen al presidente de gobierno que, como en el caso de EEUU, sólo es necesario un mínimo número de votos para ser investido presidente; concretamente 176 (incluso menos si hay alguna abstención)
Está claro que los grandes beneficiados, tanto en el sistema electoral español como en el de EEUU, son los partidos mayoritarios, que no son otros que los subvencionados y mantenidos por los oligarcas de cada país. En el caso de España, este sistema es el que ha salvaguardado el bipartidismo desde el comienzo de la Democracia. Del mismo modo, en EEUU, ha proporcionado la alternancia en el poder de demócratas y republicanos desde hace más de 100 años.
Así pues, queda demostrado que el voto que nosotros metemos en la urna no decide absolutamente nada que no esté decidido de antemano, aunque a nosotros nos hagan creer lo contrario.
Perder el tiempo en una cola, esperando votar en unas elecciones a unos candidatos que tú ni siquiera conoces y que además no te van a representar es, bajo mi punto de vista, de lo más anacrónico. Y no te van a representar, por la sencilla razón de que hoy en día prácticamente todos los gobiernos del mundo están en manos de partidos políticos que sirven a instituciones privadas, grandes corporaciones y todo tipo de lobbys (bien claro lo dice Wikipedia: lobby o grupo de presión. Es un colectivo con intereses comunes que realiza acciones dirigidas a influir ante la Administración Pública para promover decisiones favorables a los intereses de ese sector concreto de la sociedad) Y esto es un hecho, no una elucubración mía.
Democracia significa el ejercicio directo de la soberanía por parte de la ciudadanía, o lo que es lo mismo, la autodeterminación de la sociedad mediante la distribución igualitaria del poder y la riqueza entre todos sus miembros.
Hoy en día el significado de Democracia se ha adulterado, distorsionado y desvirtuado de tal manera, que se ha confundido con el actual sistema oligárquico dominante que padecemos, en el que la ciudadanía no tiene la más mínima posibilidad de decidir directamente sobre los asuntos de la vida pública que le afectan.
Una verdadera democracia implica la abolición de la desigualdad en la distribución del poder político y económico, así como de las estructuras jerárquicas en cualquier ámbito de la esfera social. En otras palabras, implica la eliminación de las relaciones de dominación entre los seres humanos.
El mundo afronta una crisis pluridimensional (política, social, económica, ecológica, cultural…… etc.) sin precedentes, causada precisamente por la concentración del poder y la riqueza en manos de diversas élites, que son el resultado del establecimiento, desde hace más de doscientos años, del Sistema de Economía de Mercado y la “Democracia” representativa.
Ante esta situación, parece que la única salida lógica a esta crisis pluridimensional pasa por la redistribución del poder y la riqueza, mediante la construcción de un nuevo marco institucional, o algo parecido, que asegure de verdad la soberanía de la ciudadanía. Pero me temo que, de momento, esto no se va a producir. 
La gente no es consciente del verdadero poder que tiene su voto; mejor dicho, el poder que tiene el no introducir ese voto en la urna. Eso sí sería una verdadera revolución y no esas huelgas, manifestaciones, etc., puestas ahí por el poder establecido para hacerte creer que tu opinión cuenta, y no es así.
Los miembros de las generaciones más jóvenes junto con los ciudadanos de clase trabajadora desencantados con la política –que no son pocos- ya no se creen que el gobierno que salga de las urnas, sea del signo que sea, abordará sus problemas. Tienen unas expectativas nefastas y han dejado de buscar soluciones en la política. Para estos ciudadanos los políticos simplemente son un puñado de ególatras, narcisistas, trepas, sicópatas, mentirosos, idiotas, falsos, corruptos, delincuentes, racistas, xenófobos, machistas, ladrones,… y un largo etc., al servicio de una élite que les mantiene. 
Bueno, pues si todavía sigues pensando que votar sirve para algo, que sepas que estás contribuyendo a mantener este sistema oligárquico, votes derecha, izquierda, centro o “medio pensionista”.
Como rezaba el eslogan de una pancarta en una manifestación: “Si votar sirviera para algo estaría prohibido”.