La manipulación,
tergiversación y desinformación que los medios de comunicación hacen
diariamente sobre la guerra de Siria, y lo concerniente al EI, es vergonzosa.
En nuestra historia
más reciente, todas las guerras desencadenadas han sido y son acometidas por motivos
económicos y esta no es precisamente una excepción.
Toda la
parafernalia de que si los Suníes son mayoría y están gobernados por una
minoría de Chiíes que, por cierto, es verdad, y que Bashar al-Asad es un
dictador que masacra a su pueblo, no tiene nada que ver con la realidad del
desencadenamiento del conflicto. En Siria a parte de los Suníes y Chiíes están
los alawitas, además de otras
etnias como los asirios, armenios, turcos, kurdos y miles de refugiados
palestinos.
Todo este
conglomerado hace que un país relativamente nuevo –tiene escasos cien años y se
autogobierna desde hace 50- sea muy fácil de desestabilizar, ya que aun no se
han asentado definitivamente las bases de su convivencia.
Pero vayamos por
partes:
Europa, después de
las catástrofes de Chernóbil y Fukushima, está decidida a ir abandonando
paulatinamente la energía nuclear -cosa que ya ha hecho Alemania- e ir hacia la
producción de energía eléctrica a través de gas: no olvidemos que Europa es un
gran devorador de energía, y los países productores de hidrocarburos lo saben,
abriéndose para ellos la posibilidad de hacer negocio y obtener pingües
beneficios.
El
desencadenamiento principal de esta guerra no es otro que el de los dos futuros
gaseoductos, que pretenden construir Irán y Qatar respectivamente, para llevar
el gas del yacimiento del Golfo Pérsico, cuya propiedad es compartida entre
Irán y Qatar, hacia Europa.
Por una parte Irán
tiene firmado un anteproyecto con Bashar al-Asad e Irak, con anterioridad al
estallido de la guerra, para la construcción de un gaseoducto a través de Irak
y Siria, hasta la ciudad portuaria de Tartus donde -¡ojo!- Rusia tiene una base
naval. Este gaseoducto evitaría transportar el gas dando toda la vuelta a la
Península Arábiga y salir por el Mar Rojo a través del canal de Suez al Mediterráneo,
con el coste que eso conllevaría. Además, Rusia, aliado histórico de Irán, se
beneficiaría, ya que con toda probabilidad sería la encargada de transportar
ese gas hacia Europa.
Ni que decir tiene
que este proyecto ha estado boicoteado desde el principio por Qatar y EEUU: por
Qatar, como es obvio, por la ventaja que le supondrá a Irán el que su gas sea
embarcado directamente en el Mediterráneo -privándole a él de hacer lo mismo- ya
que Siria es la pieza clave para la construcción de los dos gaseoductos. Y en
lo que respecta EEUU, estos no quieren ver ni en pintura un despegue económico
de Irán, ya que este país es partidario de acabar con la hegemonía del dólar en
la compra y venta de materias primas en el mundo.
Por otra parte está
Qatar. El gaseoducto que pretende construir Qatar, para evitar lo mismo que
Irán, sería a través de Arabia Saudí, Jordania, Siria y Turquía. Es por eso que
Siria es de vital importancia para Qatar y, por tanto, ha sido Qatar quien ha
orquestado y financiado (se dice que con más de 5.000 millones de dólares)
junto a EEUU, toda la desestabilización de Siria, para acabar con Bashar
al-Asad, desencadenando el caos actual.
Otro de los actores
invitados a este conflicto es el llamado Estado Islámico (EI o ISIS) que ha
sido entrenado, financiado y utilizado por occidente (concretamente por la CIA,
el M16 británico y el MOSSAD israelí) para colaborar en la desestabilización de
diferentes países islámicos, entre ellos Siria para derrocar a Bashar al-Asad. Este
grupo ha sabido aprovechar la coyuntura de la Guerra Civil en Siria y
expandirse por gran parte de Siria e Irak, declarándose finalmente en abril de
2013 como Estado Islámico y con pretensiones de propagarse a
todos los países de Oriente Medio, el Magreb y llegar incluso a la Península
Ibérica, pues siempre hablan de recuperar al-Ándalus.
Bueno. Pues aquí
tenemos de dónde han salido los protagonistas de los diferentes bandos de la guerra de Siria.
Hay un dicho popular que
dice: “de esos polvos vienen ahora estos
lodos”. O lo que es lo mismo: lo que empezó con la única pretensión de
derrocar a Bashar al-Asad, para favorecer el gaseoducto de Qatar en detrimento
del de Irán, se ha convertido en un conflicto internacional de intereses
económicos, más la amenaza del EI.