Todo lo que estamos viendo en estos días –unos
políticos imputados en delitos de rebelión, sedición y malversación ingresando
en prisión preventiva; otros, imputados por los mismos delitos, evitando la
prisión y campando a sus anchas por Bruselas y otros, eludiendo la prisión
preventiva pagando una ridícula fianza- no son más que las consecuencias de
aplicar eso que llamamos justicia.
Si hay una palabra “desgastada” de tanto
usarla es la palabra justicia, ya que es, sin duda, el vocablo más utilizado en
todo el planeta.
Pero qué es la justicia. La
palabra justicia proviene del latín “iustitia” que
significa justo, y deriva del vocablo “ius”. “Ius” es un término del derecho romano. Su definición hoy en
día podemos equipararla a la del derecho objetivo: se refiere al conjunto
de reglas y normas que conforman un ordenamiento jurídico. Según se define, la justicia es
un conjunto de valores esenciales sobre los cuales debe basarse el Estado
y la sociedad. Estos valores son: el respeto, la equidad, la igualdad y la
libertad.
Estas ostentosas y bonitas palabras, sin
embargo, no tienen nada que ver con la realidad.
Veamos en esencia qué significan y si realmente
son lo que parecen:
-Respeto. La RAE de la lengua ya lo dice en su
definición: “consideración, acompañada de cierta sumisión, con que se
trata a una persona o una cosa….” Es evidente que el respeto, en una
sociedad estructurada en clases sociales, mayoritariamente se ha convertido en
sumisión.
-Equidad. “Cualidad que consiste en dar a
cada uno lo que se merece en función de sus méritos o condiciones. O
también: “cualidad que consiste en no favorecer en el trato a una persona
perjudicando a otra”. ¿De verdad hay equidad en nuestra sociedad? Más bien
brilla por su ausencia.
-Igualdad. Para que hubiese igualdad
tendríamos que ser iguales. Si esa premisa no se da, es más que evidente que
tampoco somos tratados como iguales.
-Libertad. En una sociedad llena de normas y
prohibiciones ¿dónde está la libertad? No existe, es simplemente una falacia.
Así que ni una sola de estas cuatro palabras,
en las que se basa los valores de la justicia, son lo que representan. Por lo
tanto, la justicia es una entelequia.
Pero lo peor no es que sea una entelequia, que
lo es, sino que además está totalmente corrompida, como corresponde a un
sistema socio-económico asentado en el dinero, la competencia y el ánimo de
lucro.
No seamos ingenuos. La justicia universal está
prostituida. Su único objetivo es proteger y amparar a toda esa caterva de
delincuentes distinguidos de guante blanco, además de estar en connivencia con
la corrupción institucional, el crimen organizado y, por supuesto, la banca.
Veamos algunos datos que lo corroboran:
-Solamente las mafias italianas concentran un
PIB superior a los de países como Uruguay, Guatemala o Bulgaria. Naturalmente,
la mafia albanesa, turca, rusa, las triadas chinas, las yakuzas japonesas y la Cosa
Nostra de EE UU, entre las mafias más notorias del mundo, no le van a la zaga.
-Para que nos hagamos una idea del grado de
corrupción y la connivencia que existe entre la justicia, la banca y el crimen
organizado, decir que entre 2004 y 2007
el banco estadounidense Wachovia (Wells Fargo) blanqueó 378 mil millones de
dólares (equivalente a un tercio del PIB de España), solamente del tráfico de
cocaína del cártel de Sinaloa.
-En la primera edición del libro “Narcotráfico,
SA”, de 1978, se documenta al detalle cómo el negocio ilícito de las drogas -el
más grande y lucrativo del mundo- está completamente controlado por los bancos
británicos y de Wall Street.
¿Alguien ha visto alguna vez que se luche en
serio contra políticos y banqueros corruptos, mafias, cárteles y crimen organizado?
Evidentemente no. Únicamente cae algún “cabeza de turco”, de vez en cuando,
para hacer creíble el sistema judicial.
En el mundo actual, todo, absolutamente todo,
gira en torno al control, el robo y el poder que ejercen unos seres humanos
sobre otros. Si verdaderamente hubiera un mínimo de justicia esto no se
produciría.
La gente no se da cuenta de que eso que llama
justicia no es más que un arma de control y represión de quien verdaderamente
ejerce el poder contra el “populacho”.
El doble rasero de la Justicia en el plano financiero, económico y
político es más que evidente. Por lo tanto, los privilegios que disfrutan
políticos, oligarcas y grandes corporaciones son de lo más escandaloso.
Mientras que el “populacho” vive atrincherado en su “gueto” y
tiene que cumplir con las leyes, los impuestos y las disposiciones
del sistema Judicial, para esta banda de delincuentes privilegiados no
existe tal cosa. La élite, aparte de contar con su propio sistema bancario, financiero y fiscal paralelo, no tiene
fronteras y pueden moverse libremente por donde le plazca. Así que, evidentemente,
no cumple las leyes, no paga impuestos y, sobre todo, no tiene que responder
ante la justicia.
No te dejes engañar. La justicia no existe,
nunca ha existido y jamás existirá. El ser humano siempre ha pretendido vivir
en una sociedad justa, pero simplemente no puede resolver esa entelequia. Así
que, definitivamente, la justicia es una fantasía del ser humano y nada
más.