Actualmente la tecnología ya está en
disposición de controlarlo todo.
Prácticamente el 100% de la población
acomodada –que es la que cuenta- tiene un
Smartphone y lo utiliza diariamente. Este aparatito ha conseguido
enganchar a la gente de tal manera que ya no puede prescindir de él. Todas esas
aplicaciones gratuitas, así como redes sociales y demás utilidades de estas
maquinitas, han conseguido hacer de nosotros individuos
“smartphons-dependientes”.
Habrá opiniones para todos los gustos pero,
bajo mi punto de vista, este “pequeño gran hijo de puta” está acabando con
nuestra intimidad y libertad. Y lo más preocupante: se ha convirtiendo en el
motor de nuestras vidas.
Nuestro Smartphone está registrando infinidad
de datos al cabo del día: delata exactamente donde te encuentras en cada
momento; te consigue cita en el médico, peluquería, ITV, o donde sea; te dice
dónde y qué están haciendo tus hijos, amigos y familiares; programa tus viajes;
es portador de todo tipo de billetes de avión, tren y autobús; controla dónde
desayunas, comes, cenas y duermes diariamente; registra todas tus
conversaciones estés o no hablando por teléfono; almacena multitud de imágenes
de tu intimidad que pueden hacerse públicas; controla toda tu vida laboral, tus
cuentas bancarias y muchas más cosas que no sabemos y de las que no somos
conscientes. En definitiva, esta tecnología es una realidad y, por lo tanto,
absolutamente toda nuestra vida gira alrededor del Smartfhone.
La crisis del 2008 provocada por Goldman
Sachs; el endeudamiento de los estados para salvar a la banca y el bombardeo
mediático sobre la corrupción y fraude fiscal, han sido determinantes para
llevar a cabo la desaparición del dinero físico y el pago a través de
dispositivos electrónicos, como el Smartphone, que será el paso definitivo para
el control total de la humanidad.
Por otra parte está la deuda. Debido a la
impresionante deuda mundial este mundo ya no es lo que era.
Es curioso que los países se sigan endeudando
a sabiendas de que esa deuda nunca la van a poder pagar. La deuda de los
estados es galopante y tanto a los acreedores como a los deudores parece no
preocuparles. Es más, los acreedores siguen prestando y los deudores se siguen
endeudando.
Ciertamente es un sinsentido, pero si
analizamos los acontecimientos veremos que esa deuda tiene un fin. Y ese fin no
es otro que el de acabar con los estados nación.
Para empezar, a consecuencia de la gigantesca
deuda mayoritariamente todos los países se han visto despojados de sus activos.
Al no tener activos de los que tirar se tienen que financiar y, como resultado,
endeudar. Indudablemente cuando te endeudas pierdes toda tu soberanía.
En la actualidad, prácticamente todo está en
manos privadas. Internet, agua, medicinas, energía, finanzas, y todo aquello
que un país necesita para llevar un estilo de vida avanzada, está en manos de
muy pocas personas.
En el último informe de Oxfam, se dice que la
fortuna que poseen las ocho personas más ricas del mundo es superior a la
riqueza de más de la mitad de los habitantes más pobres del planeta.
Por otro lado, la fortuna de la familia
Rothschild –que no figura en esa lista- es cuatro veces superior a la de esas
ocho personas juntas. Eso sin hablar de la fortuna de los Rockefeller, Warburg,
Lazard y compañía, que tampoco figuran en la lista.
Evidentemente esto significa que existe un
entramado económico-político en la sombra, que abarca prácticamente todo el
mundo, y que, de hecho, se han adueñado de todos los recursos del planeta.
-La base de Internet está en manos privadas a
nivel mundial.
-El agua ha dejado de ser un bien público: el
87% del agua dulce del planeta está en manos privadas.
-Un tercio de la masa terráquea es propiedad
del 1% de la población.
-Las patentes de las medicinas y de la
tecnología son propiedad de empresas cuyo único sentido es el lucro.
-Se ha prohibido -porque los “lobbies”
energéticos lo quieren así- la autogestión energética gratuita: hay que pagar
un canon por utilizarla.
-Las semillas, que deberían pertenecer a toda
la humanidad, están en manos de una empresa.
Y así podríamos seguir con una lista
interminable.
Poco a poco esa élite se ha apropiado de todo
y, nos guste o no, ahora dependemos de ellos. Actualmente todo lo que
necesitamos para satisfacer nuestras necesidades tiene dueño además de un
precio monetario.
¿Te has parado a pensar que un simple apagón
informático colapsaría el funcionamiento de un país entero? Y en menor medida:
¿qué sería de gran parte de la clase acomodada si, por ejemplo, se encarecieran
desproporcionadamente el agua, la luz y los medicamentos?
Actualmente un escenario de esta naturaleza es
posible. Y es posible porque, gracias a la deuda, todos esos servicios ya no
pertenecen a los estados. Ahora están en manos de personas con intereses
espurios que no dudarán en sacar el mayor beneficio a sus propiedades, caiga
quien caiga.
Ya sé que es una visión pesimista del futuro
que nos espera. Pero ¡señores, despierten! Esto no es el futuro, es el presente
y lo estamos viendo cada día: gente que trabajando es pobre; aceptando sueldos
de miseria; consintiendo ser desahuciada; resignándose a no tener acceso a un
puesto de trabajo; pagando religiosamente la fraudulenta factura de la luz;
admitiendo la existencia de mega-ricos con la más absoluta naturalidad;
tolerando que le roben mediante impuestos el 50% de sus ingresos; aceptando que
un tío cobre millones de euros por dar patadas a un balón mientras un maestro
no llega a dos mil euros al mes……, y lo más desmoralizante es que nadie,
absolutamente nadie, hace nada. Únicamente nos consolamos con enviarnos “memes”
satíricos a través de estas maquinitas y ya está.
Si disponemos de los mejores medios de toda
nuestra historia para hacer la vida más agradable a toda la humanidad, la
pregunta es: ¿Cómo se ha podido llegar a esta situación? Pues se ha llegado
gracias a la insostenible deuda y a que todo el mundo dispone de un teléfono
móvil Smartphone; es decir, un teléfono móvil inteligente, con conexión a
Internet, que ha tomando el control de nuestras vidas.
¿Te das cuenta de lo peligroso que resulta
endeudarse y dejar nuestra vida en manos de un dispositivo como el Smartphone?
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