viernes, 17 de febrero de 2017

EL PODER DEL SMARTPHONE Y LA DEUDA

Actualmente la tecnología ya está en disposición de controlarlo todo.
Prácticamente el 100% de la población acomodada –que es la que cuenta- tiene un  Smartphone y lo utiliza diariamente. Este aparatito ha conseguido enganchar a la gente de tal manera que ya no puede prescindir de él. Todas esas aplicaciones gratuitas, así como redes sociales y demás utilidades de estas maquinitas, han conseguido hacer de nosotros individuos “smartphons-dependientes”.
Habrá opiniones para todos los gustos pero, bajo mi punto de vista, este “pequeño gran hijo de puta” está acabando con nuestra intimidad y libertad. Y lo más preocupante: se ha convirtiendo en el motor de nuestras vidas.
Nuestro Smartphone está registrando infinidad de datos al cabo del día: delata exactamente donde te encuentras en cada momento; te consigue cita en el médico, peluquería, ITV, o donde sea; te dice dónde y qué están haciendo tus hijos, amigos y familiares; programa tus viajes; es portador de todo tipo de billetes de avión, tren y autobús; controla dónde desayunas, comes, cenas y duermes diariamente; registra todas tus conversaciones estés o no hablando por teléfono; almacena multitud de imágenes de tu intimidad que pueden hacerse públicas; controla toda tu vida laboral, tus cuentas bancarias y muchas más cosas que no sabemos y de las que no somos conscientes. En definitiva, esta tecnología es una realidad y, por lo tanto, absolutamente toda nuestra vida gira alrededor del Smartfhone.
La crisis del 2008 provocada por Goldman Sachs; el endeudamiento de los estados para salvar a la banca y el bombardeo mediático sobre la corrupción y fraude fiscal, han sido determinantes para llevar a cabo la desaparición del dinero físico y el pago a través de dispositivos electrónicos, como el Smartphone, que será el paso definitivo para el control total de la humanidad.
Por otra parte está la deuda. Debido a la impresionante deuda mundial este mundo ya no es lo que era.
Es curioso que los países se sigan endeudando a sabiendas de que esa deuda nunca la van a poder pagar. La deuda de los estados es galopante y tanto a los acreedores como a los deudores parece no preocuparles. Es más, los acreedores siguen prestando y los deudores se siguen endeudando.
Ciertamente es un sinsentido, pero si analizamos los acontecimientos veremos que esa deuda tiene un fin. Y ese fin no es otro que el de acabar con los estados nación.
Para empezar, a consecuencia de la gigantesca deuda mayoritariamente todos los países se han visto despojados de sus activos. Al no tener activos de los que tirar se tienen que financiar y, como resultado, endeudar. Indudablemente cuando te endeudas pierdes toda tu soberanía.
En la actualidad, prácticamente todo está en manos privadas. Internet, agua, medicinas, energía, finanzas, y todo aquello que un país necesita para llevar un estilo de vida avanzada, está en manos de muy pocas personas.
En el último informe de Oxfam, se dice que la fortuna que poseen las ocho personas más ricas del mundo es superior a la riqueza de más de la mitad de los habitantes más pobres del planeta.
Por otro lado, la fortuna de la familia Rothschild –que no figura en esa lista- es cuatro veces superior a la de esas ocho personas juntas. Eso sin hablar de la fortuna de los Rockefeller, Warburg, Lazard y compañía, que tampoco figuran en la lista.
Evidentemente esto significa que existe un entramado económico-político en la sombra, que abarca prácticamente todo el mundo, y que, de hecho, se han adueñado de todos los recursos del planeta.
-La base de Internet está en manos privadas a nivel mundial.
-El agua ha dejado de ser un bien público: el 87% del agua dulce del planeta está en manos privadas.
-Un tercio de la masa terráquea es propiedad del 1% de la población.
-Las patentes de las medicinas y de la tecnología son propiedad de empresas cuyo único sentido es el lucro.
-Se ha prohibido -porque los “lobbies” energéticos lo quieren así- la autogestión energética gratuita: hay que pagar un canon por utilizarla.
-Las semillas, que deberían pertenecer a toda la humanidad, están en manos de una empresa.
Y así podríamos seguir con una lista interminable.
Poco a poco esa élite se ha apropiado de todo y, nos guste o no, ahora dependemos de ellos. Actualmente todo lo que necesitamos para satisfacer nuestras necesidades tiene dueño además de un precio monetario.
¿Te has parado a pensar que un simple apagón informático colapsaría el funcionamiento de un país entero? Y en menor medida: ¿qué sería de gran parte de la clase acomodada si, por ejemplo, se encarecieran desproporcionadamente el agua, la luz y los medicamentos?
Actualmente un escenario de esta naturaleza es posible. Y es posible porque, gracias a la deuda, todos esos servicios ya no pertenecen a los estados. Ahora están en manos de personas con intereses espurios que no dudarán en sacar el mayor beneficio a sus propiedades, caiga quien caiga.
Ya sé que es una visión pesimista del futuro que nos espera. Pero ¡señores, despierten! Esto no es el futuro, es el presente y lo estamos viendo cada día: gente que trabajando es pobre; aceptando sueldos de miseria; consintiendo ser desahuciada; resignándose a no tener acceso a un puesto de trabajo; pagando religiosamente la fraudulenta factura de la luz; admitiendo la existencia de mega-ricos con la más absoluta naturalidad; tolerando que le roben mediante impuestos el 50% de sus ingresos; aceptando que un tío cobre millones de euros por dar patadas a un balón mientras un maestro no llega a dos mil euros al mes……, y lo más desmoralizante es que nadie, absolutamente nadie, hace nada. Únicamente nos consolamos con enviarnos “memes” satíricos a través de estas maquinitas y ya está.
Si disponemos de los mejores medios de toda nuestra historia para hacer la vida más agradable a toda la humanidad, la pregunta es: ¿Cómo se ha podido llegar a esta situación? Pues se ha llegado gracias a la insostenible deuda y a que todo el mundo dispone de un teléfono móvil Smartphone; es decir, un teléfono móvil inteligente, con conexión a Internet, que ha tomando el control de nuestras vidas.
¿Te das cuenta de lo peligroso que resulta endeudarse y dejar nuestra vida en manos de un dispositivo como el Smartphone?

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