Es incuestionable que el mercado de trabajo
cambia a pasos agigantados. Muchas de las profesiones de toda la vida están
siendo aniquiladas o, en el mejor de los casos, recicladas para adaptarlas a
los nuevos tiempos.
No es ningún secreto que las nuevas
tecnologías están destruyendo millones de puestos de trabajo en todo el mundo,
pero también no es menos cierto que estas nuevas tecnologías están creando
otros nuevos. Evidentemente, son más los puestos de trabajo que se destruyen que
los que se crean y, además, por lo general, estos nuevos empleos son de peor
calidad y baja remuneración, salvo algunas excepciones.
El mercado laboral ha entrado en una dinámica
de continuo cambio. Con la llegada de la era digital las empresas ya no
funcionan como antaño y ahora necesitan de otros talentos. Los conocimientos
técnicos ya no son suficientes a la hora de acceder a un puesto de trabajo si
no van acompañados de algunas habilidades extra. En definitiva, se busca
perfiles innovadores, creativos y muy cualificados. Sólo este tipo de personas parece
que tiene garantizado un trabajo.
Por otra parte, los trabajadores poco
cualificados están siendo sustituidos con demasiada rapidez por máquinas y su
posibilidad de encontrar algún puesto de trabajo alternativo es prácticamente
nula. Esto indudablemente está creando un serio problema, ya que no se puede
dejar a tanta gente fuera del sistema sin que tenga consecuencias.
Steve Jurvetson -socio de la firma de capital
de riesgo de “Sillicon Valley DFJ”, y perfecto conocedor de estos temas-,
durante un evento dijo: “el mundo tiene que pensar en cómo resolverá la cada
vez mayor diferencia entre ricos y pobres y no en cómo va a ocupar a las
personas que irremediablemente irán perdiendo sus puestos de trabajo”.
De momento, parece que a corto plazo, Ingeniería,
tecnologías de la información, comunicaciones, turismo, energía, salud, medio
ambiente, diseño, tratamiento masivo de datos, distribución, logística y, por
supuesto, finanzas, son algunos de los sectores que tirarán del empleo. Pero
este empleo no durará mucho y tarde o temprano esto cambiará.
El ritmo de progresión exponencial que está
alcanzando la tecnología no hace más que desacoplar y trastocar la economía
real.
La economía actual no puede seguir el compás
de los avances tecnológicos, con lo cual
dentro de poco generará un escenario donde cerca del 80% de la población,
en disposición trabajar, no podrá encontrar empleo. Aunque creo que esto no va
a suponer ningún problema: se aplicará una renta básica universal y ya está.
Y creo que se aplicará una renta básica
universal, porque últimamente se habla mucho de ello. Este es el segundo año
consecutivo que el Foro de Davos debate sobre el tema. Y si en el Foro de Davos
se habla de ello, es seguro que se terminará implantando. En Finlandia se acaba
de establecer, y ya se reparte, además, en Ontario y en Alaska. También, sin ir
más lejos, en el Parlamento Español se empieza a hablar de una renta mínima. Total,
no es más que soltar un poco de “dinero inventando” a toda esa gente sin futuro,
para que se quede calladita, y nada más.
Según auguran todos los expertos en la
materia, la pérdida de puestos de trabajo no va a ser el mayor de nuestros
problemas, sino el abismo cada vez más grande entre ricos y pobres.
En algún tiempo pasado de nuestra historia más
reciente la brecha entre ricos y pobres fue acortándose dando lugar a la clase
media. Pero en la actualidad esa brecha se ha acrecentado a niveles obscenos.
Según Oxfam, Bill Gates, de Microsoft; Amancio Ortega, de
Inditex; Warren Buffett, mayor accionista de Berkshire
Hathaway; Carlos Slim, propietario del Grupo Carso; Jeff Bezos, de
Amazon; Mark Zuckerberg, de Facebook; Larry Ellison, de Oracle;
y Michael Bloomberg, de la agencia de información económica y financiera
Bloomberg, poseen la misma riqueza que 3.600 millones de personas.
La realidad es que la clase media está
desapareciendo dando lugar a una nueva clase social a la que podríamos llamar:
clase de “bajo costo”. O lo que es lo mismo, un nuevo grupo de personas que
sólo pueden abastecerse de productos “low cost”.
Tarde o temprano llegará el momento en que el
trabajo será sustituido en su totalidad por máquinas, robots, computadoras,
etc. Imaginar un mundo donde no sea necesario trabajar -pues todo esté
automatizado- parece ciencia ficción, pero evidentemente cada vez es menos
ficción. Transporte, educación, sanidad, construcción, finanzas, alimentación y
cualquier cosa que podamos imaginar, ya cuentan con multitud de componentes automáticos,
así que sólo es cuestión de tiempo que su automatización total sea una
realidad.
Una prueba de que esto no es ninguna broma es
que Los miembros del Comité del Parlamento Europeo para Asuntos Legales, votaron
a favor de una moción que garantiza un estatus legal para los robots en la UE.
Esta moción otorga a los robots la condición de “personas electrónicas”,
entre otras cosas, para que paguen impuestos. La propuesta fue aprobada por 17
votos a favor, dos en contra y dos abstenciones, y será presentada a la Cámara
del Parlamento Europeo en febrero de 2017, donde se aprobará si obtiene una mayoría
absoluta de votos favorables.
Si hace 30 años nos hubieran dado esta
noticia, habríamos pensado que se trataba de una broma de película de ciencia
ficción. Pero evidentemente empieza a ser una realidad.
Aunque la mayoría de la gente se niegue a
creerlo, la humanidad se dirige irremisiblemente hacia una nueva era en la que
la Inteligencia Artificial y la Robótica, abrirán aun más la insalvable brecha entre
ricos y pobres. Lo triste, es que nadie se preocupa por las consecuencias que todo
esto tendrá sobre nuestras vidas. Lo toman como si fuera una broma o una
fantasía de “Cuarto Milenio”.
Ya he dicho muchas veces que cuando desaparezca el dinero físico y se
haya implantado totalmente el dinero electrónico, digital, o como lo quieran llamar,
estaremos monitorizados y controlados las 24 horas del día por sistemas de
Inteligencia Artificial.
Hay una cosa clara. La clave del futuro que se
avecina no está en la política, la economía, ni en los Trumps y los Putins de
turno. La clave está en la tecnología, y quien controle la tecnología se hará
el amo del mundo.
Hay economistas como, por ejemplo, Viçent
Navarro, que no creen que la tecnología vaya a acabar con los puestos de
trabajo. Piensan que es un tema político.
Pues claro que es un tema político. Por
supuesto, si se quisiera, se tendría ocupada a toda la población mundial, por
ejemplo, ¡contando estrellas! Pero, bajo mi punto de vista, no se trata de
tener a todo el mundo ocupado, se trata de si verdaderamente los puestos de
trabajo se pueden automatizar, y todo parece indicar que “va a ser que sí”.
De momento el reto está en encontrar el modo en
que la humanidad tenga cabida en un mundo robotizado, que permita el
establecimiento de una sociedad más justa y equilibrada y hacer la vida más
humana. Para ello se precisará de una transición tranquila y escalonada. Pero con
el auge que está tomando la cada vez mayor desigualdad entre ricos y pobres, se
me antoja algo imposible de llevar a cabo. Mientras no resolvamos ese problema,
la esclavitud de la humanidad está más que garantizada, venga de las élites o de
la Inteligencia Artificial.
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