domingo, 10 de diciembre de 2023

NADIE TENDRÍA PODER SOBRE NOSOTROS SIN NUESTRA COLABORACIÓN

En el mundo, siempre ha existido una minoría de “tíos listos” que se han aprovechado de una inmensa mayoría de tontos. Esta es la cruda realidad que, por cierto, no ha cambiado en absoluto y sigue vigente a día de hoy.

Evidentemente, esta minoría de tíos listos” no posee poderes sobrenaturales para tener a ocho mil millones de personas bajo la suela de su zapato. Sin embargo, no tiene necesidad, pues simplemente controlando las estructuras de poder el control de toda la humanidad está más que asegurado.

Paradójicamente, esas estructuras de poder están a cargo de una serie de personas que, aunque también pertenecen al pueblo, son, por lo general, tremendamente ambiciosas, codiciosas y prepotentes. Estamos hablando de políticos, jueces, fiscales, militares, policías, inspectores de Hacienda, abogados del Estado, diplomáticos y un largo etcétera que son los encargados de conducir al rebaño. En definitiva, son los que, sin saberlo (o sabiéndolo), trabajan para las élites que controlan el mundo.

Como es natural, los “tíos listos” no van a permitir que nadie deshaga sus estructuras de poder. De por sí, aquellos que lo han intentado han quedado “fuera de servicio”.

El mundo en que vivimos está anclado en una gran mentira. Esta gran mentira es creída a pies juntillas por la inmensa mayoría de tontos, que han dejado sus vidas en manos de todas estas estructuras de poder. ¿Y quiénes se encargan de extender esta gran mentira por los cinco continentes? Obviamente, los medios de comunicación de masas.

Nos venden la idea de que existe libertad de prensa y, por tanto, libertad de expresión. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, puesto que en la actualidad sólo hay tres grandes agencias que suministran las noticias que vemos en televisión, leemos en los periódicos y escuchamos en la radio en prácticamente los cinco continentes. Estas tres agencias son: la estadounidense Associated Press (AP), la francesa France-Presse (AFP) y la británica Reuters.

Las noticias que salen de estas agencias están controladas  -e incluso a veces escritas- por personal de los servicios secretos y militares de alta graduación. De ahí que en todas partes se produzcan las mismas afirmaciones o negaciones de la supuesta realidad. Luego, los periodistas de los diferentes medios sólo tienen que “copiar y pegar” y darle un toque personal a la noticia, aunque alguno ni siquiera se molesta en hacerlo.

Decía Ortega y Gasset que el “hombre-masa” es aquel que carece de iniciativa propia, de pensamiento propio y que sólo vive de las aportaciones de los demás. Naturalmente, un hombre así es manejado como un pelele. Está tan ciego, que es incapaz de ver que la política no es más que un reality show para entretener a esa inmensa mayoría de tontos que mantienen el sistema con su voto. Y lo peor, es que ignora que todos los partidos políticos con posibilidades de gobernar son un gigantesco engaño y que el verdadero poder lo ejercen otros.

Los gobiernos, tal como los conocemos, están controlados por lobbies que sirven a los intereses de entidades financieras y grandes corporaciones propiedad de los “tíos listos”. Mientras, nosotros, el “pueblo soberano”, nos dedicamos a pagar impuestos y a vivir felizmente ignorantes en esta prisión sin muros llamada “democracia”, en la que nos pasamos la vida discutiendo sobre qué títere político tendrá el honor de robarnos, de restringir nuestra libertad o de endeudarnos hasta la médula en los próximos cuatro años. En definitiva, nos han vendiendo un  producto tan cuidadosamente elaborado y enlatado que hemos llegado a creer que lo necesitamos. Y lo que es el colmo de la desfachatez: que lo controlamos. Evidentemente, no es así.

Acabamos de comprobar cómo tantos días de protesta callejera, tanto discurso inútil de la oposición, tanto comunicado de la CEOE, del CGPJ, de jueces, abogados y funcionarios posicionándose en contra de la investidura de Pedro Sánchez -a cambio de amnistiar a unos señores que cometieron un delito, fueron juzgados y condenados- no ha servido de nada. Y no ha servido de nada, porque el “pueblo soberano” no tiene mecanismos reales de control sobre el Gobierno y sus instituciones.

La gente que verdaderamente cree que vive en una sociedad libre, y que es el único dueño de su vida, es porque sigue la narrativa que le contaron. Pero, cuando una sociedad está sustentada en el dinero, los datos revelan otra cosa.

Podríamos decir que nuestra sociedad se apoya en cinco pilares básicos: alimentación, sanidad, energía, información y finanzas. Estos cinco pilares deberían estar controlados por el pueblo. Sin embargo, si miramos quiénes son los mayores accionistas de las grandes compañías de alimentación, de las farmacéuticas, de las petroleras, de los medios de comunicación y de la banca, ¿a quién vemos? ¡Bingo! ¡Acertaste! A BlackRock y Vanguard Group. Evidentemente, estas dos mastodónticas entidades están controladas por ese insignificante número de “tíos listos” y no por el “pueblo soberano”.

La realidad es que los “tíos listos” llevan haciendo negocio con la humanidad desde tiempos inmemoriales. Tal es así, que ahora incluso se refieren a nosotros como “recursos humanos”. Además, tienen a los gobiernos bajo control. De hecho, son ellos quienes deciden que nuestra educación sea una mierda para garantizar que no entendamos nada, que nuestro salario sea el justito para llegar a fin de mes con el fin de seguir manteniéndonos esclavizados a un trabajo y son los que establecen que muchas de nuestras distracciones sean absurdas, banales e incluso de mal gusto.

Decía Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud: “La manipulación intencionada y razonable de la opinión pública es la base de un sistema democrático”. Por lo tanto, sólo hay una forma de deshacerse de esta dictadura disfrazada de democracia representativa: dejar colaborar con esta locura.

Necesitamos ciudadanos dispuestos a hacer algo más que quejarse. ¿Te has parado a pensar que todo depende de tu voto? Los políticos dependen totalmente de los votos, así que deja de darles tu voto. Sin votos, no hay democracia representativa que valga. Este es el primer paso que hay que dar si queremos cambiar las cosas, ya que la estupidez de intentar cambiar el sistema desde dentro nunca ha funcionado.

Dicho esto, no me cabe la menor duda de que, como reza el título de este artículo, nadie tendría poder sobre nosotros sin nuestra colaboración. ¿Capisci? 

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