La CUP28 (Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU) se celebró
entre los días 30 de noviembre y el 12 de diciembre de 2023 en el centro
de congresos Expo City Dubái, en la ciudad emirato de Dubái, bajo la presidencia
de Emiratos Árabes Unidos.
Oficialmente, el acuerdo firmado en la COP28 es un paso más para
conseguir las cero emisiones netas globales de CO2 en el año 2050, hacer
una transición justa y equitativa de los combustibles fósiles (petróleo, gas y
carbón) a las fuentes de energía renovables y un aumento de las inversiones
para la adaptación a las alteraciones climáticas. Sin embargo, documentos
obtenidos por periodistas independientes del Centro de Informes Climáticos
hablan de que el país anfitrión ha utilizado esta cita para cerrar acuerdos
sobre petróleo y gas con al menos 27 países antes de la cumbre.
Todo ha sido un
engaño manifiesto.
Resulta que la COP28 ha estado dirigida por el Sultán Al Jaber, quien a
su vez es el director ejecutivo de la compañía petrolera nacional Adnoc.
Evidentemente, existe un notorio conflicto de interés entre Al Jaber (director
de la compañía nacional de petróleo de EAU) y los objetivos de esa reunión que,
supuestamente, buscaba desincentivar la quema de petróleo, gas y carbón por
parte de los países asistentes a la cumbre. Tal es así, que el mismísimo Al
Jaber abrió la conferencia diciendo: “No hay base científica que
indique la necesidad de una eliminación gradual de los combustibles fósiles
para limitar el calentamiento global a 1,5°C”. Paradójicamente, el rey
Carlos III de Inglaterra en su discurso de la ceremonia de inauguración dijo
todo lo contrario: “Rezo con todo mi corazón para que la COP28 sea otro
punto de inflexión decisivo hacia una acción verdaderamente transformadora en
un momento en el que, como nos han estado advirtiendo los científicos durante
tanto tiempo, estamos siendo testigos de puntos de inflexión alarmantes”.
Nos toman el pelo de una manera estrepitosa. Vamos a ver, ¿en qué
quedamos? ¿Ha sido esta una cumbre para reducir el consumo de petróleo o, por
el contrario, una oportunidad para los países productores de vender su
producto?
Partiendo de la base de que lo que ha dicho Al Jabir es verdad, existe
otra gran verdad que no se ha mencionado en esa cumbre: que a día de hoy no hay
nada que pueda sustituir por completo a los combustibles fósiles, al menos a
corto y medio plazo. Y lo saben.
¿Por qué digo esto? Pues porque vivimos en una sociedad completamente
dependiente de la electricidad. Esto es así, nos guste o no nos guste.
Hoy en día hay dos tipos de producción de electricidad: la ininterrumpida
(procedente de la energía hidroeléctrica, nuclear, carbón, gas natural y
petróleo) y la ocasional (procedente de turbinas eólicas y paneles solares).
Evidentemente, no podemos confiar nuestros hospitales, aeropuertos,
transacciones bancarias, etc. a una electricidad que dependa de si hace Sol o sopla
el viento. Por consiguiente, si queremos seguir como hasta ahora necesitamos
los combustibles fósiles sí o sí.
Por otra parte, todos los componentes de los medios de producción de
electricidad y todos los dispositivos eléctricos se fabrican hoy en día a
partir de productos petroquímicos derivados del petróleo. Turbinas eólicas, centrales
eléctricas, paneles fotovoltaicos, vehículos eléctricos, bombillas y un
larguísimo etcétera se fabrican a base de derivados de petróleo. Tampoco sería
posible la informática, los conductos eléctricos, los aislantes de las placas
electrónicas ni muchas de las grandes construcciones sobre las que hoy se asienta
nuestra civilización, porque todas ellas requieren de derivados de este
elemento actualmente tan denostado.
Entonces, ¿por qué organizaciones supranacionales tecnócratas pretenden
ahora desconectarse del petróleo, gas y carbón y centrarse en eso que se ha
dado en llamar “energía verde” proveniente de fuentes renovables?
Seamos rigurosos. La electricidad producida por las energías renovables
requiere de un almacenamiento masivo que a día de hoy es un espejismo. Por lo
tanto, sin combustibles fósiles simplemente no habría electricidad suficiente
para todo el mundo con el nivel de vida actual. Esto también lo saben.
La COP28 –como la 27, 26, 25, etc.- nunca ha tenido la intención de
mejorar nuestras vidas. La COP28 es un club de lobbies del FEM que quiere controlar
y gestionar nuestras vidas, que es una cosa muy distinta. El verdadero objetivo
de esta cumbre -continuista de lo que se viene pretendiendo desde 1972 con las
“teorías ecologistas” no probadas del calentamiento global del “profeta” Al
Gore- es crear una “agenda de carbono” que conduzca a la eliminación gradual de
todas las libertades fundamentales, incluida la propiedad privada y el derecho
a viajar. Evidentemente, todas esas restricciones serán aplicadas al “populacho”,
no a ellos (no hay más que ver su osadía y descaro al acudir a estas cumbres en
sus jets privados).
Aparte del consiguiente negocio lucrativo para algunos, la COP28 ha
cumplido con creces sus objetivos. En ella se han puesto las bases para aplicar
un sinfín de nuevas medidas restrictivas para la población: prohibición de usar
vehículos de gasolina y diesel, dejar de consumir ciertos alimentos (carne) e
incorporar otros nuevos (insectos), cambios en el transporte, regulación de
viajes, implementación de ciudades 15 minutos, etc. Obviamente, todas estas
medidas impopulares nos las venderán como necesarias e imprescindibles para
salvar el planeta.
Sin embargo, ni el FEM ni la ONU ni el resto de organizaciones globalistas
tienen ningún interés en salvar el planeta, esa es la realidad. Lo que quieren,
es que el “populacho” sea cada vez más pobre y menos numeroso. Para eso es para
lo que se han inventado el cambio climático antropogénico, al que achacan todos
los desastres naturales acaecidos en los últimos años. Pero esto no es así de
ninguna de las maneras, ya que el uso de tecnología militar para modificar el
clima parece ser la explicación más relevante para comprender el aumento de los
desastres naturales que hemos padecido en los últimos 20 años.
Multitud de artículos científicos revisados por pares, unidos
a la información proporcionada por diferentes organizaciones
intergubernamentales, documentos militares y
patentes registradas revelan que, en funcionamiento, el HAARP (Programa de
Investigación Auroral Activa de Alta Frecuencia), el calentador ionosférico más
potente actualmente después del ruso SURA, según algunas fuentes, es capaz de
influir en el clima. Del mismo modo, la modificación del clima mediante
geoingeniería es una técnica contrastada desde hace décadas. Por lo tanto, las
acusaciones del IPCC, de que es el hombre el causante del aumento de los
fenómenos ambientales extremos (sequías, inundaciones, olas de calor, olas de
frío, tornados, huracanes, etc.), son falsas, infundadas y sólo obedecen a
intereses creados.
Parece ser que después de “salvar” a la humanidad con la “vacuna” del
Covid-19, ahora toca “salvar el planeta”. Con esta excusa pretenden seguir
implementando un totalitarismo global. Sin ir más lejos, en España, a partir de
enero de 2024, los coches que no tengan etiqueta medioambiental (el 30% del
parque automovilístico nacional) ya no podrán circular por las calles de Madrid.
O sea, que pagamos un impuesto de circulación para luego no poder circular. Es
de genios, la verdad; para quitarse el sombrero. Y lo hacen una y otra vez y no
pasa nada. ¿O es que ya hemos olvidado lo que nos hicieron en 2020?
Pero la última ocurrencia ya es de traca. Después del anuncio de
Christine Lagarde, sobre la inminente llegada de las monedas digitales de los
bancos centrales (CBDC), resulta que el BCE ha elaborado un informe donde dice
que el uso de billetes tiene un impacto medioambiental equivalente a recorrer 8
kilómetros en coche. ¡Manda huevos! Que diría Federico Trillo. Tomar a los ciudadanos por imbéciles profundos
a este nivel es una apuesta muy arriesgada, ¿no crees? Evidentemente, es pura propaganda
para que la gente acepte las CBDC como parte del paquete de medidas para salvar
el planeta.
Seguramente, el gran encuentro globalista de la COP28 haya reunido al
mayor número de tontos defensores del cambio climático antropogénico del
planeta (unos 70.000). Pero esos tontos no van a salvar el planeta, entre otras
cosas, porque no necesita ser salvado. Lo único que han hecho ha sido colaborar en establecer un pensamiento globalizado único sobre la
existencia del cambio climático antropogénico, repitiendo esta mentira lo
suficiente hasta convertirla en una “verdad”. Y, claro está, una vez aceptemos
esta falsa “verdad” estaremos vendidos, ya que este es uno de los puntos
fundamentales de la Agenda 2030 para llevar a la humanidad a un mundo
totalitario global.
Definitivamente, de esto, y no de otra cosa, va toda esta parafernalia de la COP28: un engañabobos para todo aquel que les quiera poner atención.
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