sábado, 20 de enero de 2024

EL FORO ECONÓMICO MUNDIAL (FEM) QUIERE UNA REDUCIDA CIVILIZACIÓN DE SUPERHOMBRES

La idea de que la democracia ha traído el progreso a la humanidad es rigurosamente falsa. Quien verdaderamente ha traído el progreso ha sido la ciencia y la tecnología. Sin embargo, dependiendo de cómo se utilicen estas dos fabulosas herramientas pueden llegar a hacer la vida de las personas infinitamente más fácil o bien esclavizarlas, anularlas e incluso destruirlas.

Hay una realidad incuestionable: por mucho que algunos románticos quieran seguir anclados en el pasado, el hecho es que progreso no hay quien lo pare. De por sí, muchas de las películas de ciencia ficción del siglo XX han sido superadas con creces por la realidad de nuestros días.

Actualmente, casi todos estamos disfrutando de los logros científicos y tecnológicos que nos han proporcionado una mejor calidad de vida. Me refiero a cosas como disponer de calefacción en invierno, aire acondicionado en verano o poder hablar en tiempo real con otra persona que está a miles de kilómetros. No obstante, es evidente que también sufrimos algunas nefastas consecuencias por el mal uso o abuso de estás dos herramientas increíbles.

De todos es sabido que nosotros, el “populacho”, ni pinchamos ni cortamos en la toma de decisiones importantes, por mucho voto que introduzcamos en una urna cada cuatro años.

Pues bien. Resulta que los gurús del FEM están desarrollando la idea de crear una reducida civilización de superhombres capaces de llegar a ser inmortales. Lo que pretenden, es que la  inteligencia humana pueda ser mejorada mediante inteligencia artificial para luego residir completamente en una máquina. Este concepto lo han llamado “singularidad”, y no es otra cosa que la ambición de crear una “nueva especie” superinteligente que rebase la capacidad cognitiva humana en todos los aspectos.

Aunque es factible que en el futuro podamos desarrollar sistemas de inteligencia artificial avanzados que rivalicen o incluso superen las capacidades cognitivas humanas en ciertos aspectos, hay muchas incertidumbres y desafíos asociados con esta idea, dado que la inteligencia humana es compleja y va mucho más allá de la simple capacidad de procesamiento de información, involucrando emociones, conciencia, intuición y otros aspectos difíciles de replicar en una máquina.

Por otra parte, existen preocupaciones éticas, sociales y de seguridad en torno al desarrollo de una inteligencia artificial muy avanzada. Y aunque la comunidad científica y tecnológica está trabajando activamente en el desarrollo de IA, la creación de una inteligencia que sea equivalente o superior a la humana plantea cuestiones éticas importantes y requieren un enfoque, cuanto menos, cuidadoso.

Veamos. Un ser humano superinteligente podría tener la capacidad de asimilar y comprender nueva información a velocidades extraordinarias. Su capacidad de aprendizaje sería exponencialmente mayor que la de los seres humanos actuales. También podría manejar grandes cantidades de datos y realizar análisis complejos en tiempo real. Sería capaz de extraer patrones y conocimientos significativos de conjuntos de datos masivos de manera eficiente. La superinteligencia no se limitaría solo al procesamiento lógico, sino que también podría manifestarse en la creatividad y la innovación. Este ser podría generar nuevas ideas, conceptos y soluciones de manera única y avanzada. Y aunque la empatía y la conciencia son características humanas complejas, un ser superinteligente podría tener una comprensión avanzada de las emociones y ser capaz de interactuar de manera empática con los seres humanos no desarrollados. Por último, sería capaz de mejorar y optimizar su propia inteligencia de manera constante, superando cualquier límite establecido inicialmente, lo que podría llevar a un crecimiento exponencial de su capacidad intelectual.

Y ahora viene la pregunta del millón: ¿un ser humano así podía llegar a ser inmortal?

La idea de lograr biológicamente la inmortalidad humana es un tema fascinante y ha sido objeto de especulación a lo largo de la historia. Sin embargo, desde el punto de vista científico y médico actual, la inmortalidad en el sentido literal (vivir para siempre) parece ser improbable o incluso imposible.

Existen varios desafíos fundamentales asociados con la búsqueda de la inmortalidad que deberán ser superados.

En primer lugar tenemos el envejecimiento y degeneración celular: un fenómeno complejo aún no comprendido completamente. Seguidamente, habría que superar los factores genéticos y ambientales que contribuyen al envejecimiento y a las enfermedades asociadas, y las muchas interacciones celulares aún desconocidas. En definitiva, superar los desafíos asociados con la biología del envejecimiento es un campo de investigación activo, pero aún queda mucho por descubrir.

Aunque estos desafíos son actualmente imposibles de conseguir, sin embargo, la investigación científica y médica no los descarta en un futuro. De hecho, la investigación en neurociencia e inteligencia artificial sigue siendo activa, pero la posibilidad de vivir para siempre en una máquina, en el sentido de transferir toda la complejidad de la experiencia humana, está fuera de nuestro alcance en estos momentos.

En resumen, transferir la mente a una máquina o elevarla a la categoría de superinteligencia es a día de hoy un tema especulativo, pues no existe una base científica sólida que respalde su viabilidad.

Entonces, ¿qué pretende el FEM alimentando toda esta serie de especulaciones?

Puede que estos maniacos no lleguen nunca a conseguir ese nuevo ser superinteligente e inmortal que tanto anhelan. Sin embargo, sí podrán crear una reducida sociedad donde unos pocos privilegiados puedan disfrutar de las maravillas de este planeta. Porque lo que realmente busca el FEM es deshacerse de la población sobrante. ¿Y cuál es la población sobrante? Evidentemente, las personas mayores, los enfermos, los pobres y los tontos; por ese orden.

En la reunión del FEM de este año se señaló la propagación de información falsa o engañosa y los acontecimientos climáticos extremos como los principales problemas de la humanidad. Lo que traducido al Román Paladino significa más censura, control y restricción para el grueso de la población.

Ya sabemos que estos maniacos están obsesionados con que somos muchos y estamos acabando rápidamente con los recursos del planeta. ¿Y qué han hecho al respecto? Pues inventar una de las mentiras más colosales: “el ser humano está destruyendo el planeta”. Evidentemente, ni poniéndonos todos a trabajar en esa dirección seríamos capaces de hacerlo. 

Yo recomiendo a la gente que haga el siguiente ejercicio: que coja un avión y realice un viaje de 3.000 km que incluya parte sobre tierra y parte sobre el océano; por ejemplo, Madrid-Las Palmas.

Cuando estás a 9.000 metros de altura, te das cuenta de lo insignificantes que somos y lo insignificantes que son nuestras fábricas, nuestros coches, nuestros plásticos y todas esas gilipolleces que dicen están acabando con el planeta (ni que decir tiene si lo observamos desde el espacio).

De hecho, el planeta no necesita ser salvado, porque nosotros no le hacemos ni cosquillas. Y si se las hacemos, ya se encarga él mismo de recuperarse lo antes posible, como sucede cuando hay un gran incendio: en 50-60 años crece otro bosque más frondoso que el que se quemó. Otra cosa muy distinta es el daño que nos estamos haciendo a nosotros mismos envenenando deliberadamente nuestros alimentos, el entorno en que vivimos o el aire que respiramos. Pero ese es otro tema.

La 54 Reunión Anual del Foro Económico Mundial (FEM) acaba de celebrarse en Davos. En ella, una camarilla de líderes no electos ha decidido nuestro futuro inmediato sin contar con nosotros. Porque aunque veas en televisión los discursos de ciertos “personajillos”, como Milei o Sánchez, ese no es el verdadero objetivo del Foro, eso es pura propaganda de distracción para las masas. El verdadero objetivo son las más de 100 reuniones a puerta cerrada, donde unos cuantos “iluminados” deciden el futuro de la humanidad año tras año.

La pregunta es: ¿vamos a seguir sin hacer nada? Me temo que una sociedad que ni siquiera es capaz de revelarse a llevar una mascarilla haga nada al respecto. Aunque me gustaría equivocarme. 

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