La historia de la humanidad está estrechamente
ligada a la metamorfosis que a lo largo del tiempo ha ido sufriendo el dinero. Seamos o no
conscientes de ello, el caso es que, para bien o para mal –según criterios- el
dinero ha sido el gran condicionante de toda nuestra evolución como sociedad
avanzada.
En un principio no existía el dinero; pero eso
sí, existían los recursos. Siempre han existido. Es más, estaban aquí antes de
llegar nosotros.
El hombre primitivo fue deambulando de un
sitio para otro cogiendo a su paso los recursos que necesitaba: caza, pesca,
fruta, palos, piedras, etc.
Pero no es hasta que el hombre fue asentándose
en núcleos urbanos cuando dio comienzo el trueque de recursos.
Después de asentado en núcleos urbanos, y ante
la capacidad cada vez mayor de producción, el trueque fue incrementándose dando
lugar a la aparición de los primeros comerciantes; es decir, gente que hacía de
intermediario en el trueque de productos de consumo.
En este nuevo escenario surge la necesidad de
inventar algo para que los comerciantes puedan hacer su trabajo sin la molestia
física de transportar lo cambiado. Y aquí es donde nace el dinero.
En un principio eso del dinero parecía un buen
invento. A cada producto se le adjudicó un valor. Así pues el ganado, los
alimentos, los utensilios, etc., fueron valorados en función de su utilidad. Se
les asignó un valor en una proporción equivalente de oro o plata (metales
preciosos poco frecuentes en la naturaleza y difícil de adulterar) más fácil de
transportar.
Evidentemente, estos productos podían ir
cambiando de precio en función de las necesidades de cada momento y lugar (ley
de la oferta y la demanda).
Con el avance en materia de transporte de
mercancías (carros tirados por animales y embarcaciones) pronto los
comerciantes se hicieron con el control absoluto del comercio y por ende del dinero.
Y aquí es donde todo empezó a torcerse.
Una vez desaparecido el trueque, y adjudicado
a cada producto un valor monetario, empezó a tomar prioridad el dinero sobre
los recursos, ya que, por ejemplo, una vaca era eso, una vaca. Sin embargo, las
5 monedas de oro que valía una vaca podía ser varias cosas a la vez: podía ser
una oveja, un cántaro, cinco gallinas, un arco y unas flechas, etc.
Desde el momento en que el dinero empezó a
circular, los comerciantes fueron acumulando cada vez más monedas.
Pronto estos comerciantes se dieron cuenta de
que sin producir nada podían sacarle beneficio a sus monedas. ¿Cómo?
Prestándoselas a otros a cambio de un interés; es decir, cobrando por los
préstamos un dinero que evidentemente no había sido creado. Y en el momento que
esto fue aceptado socialmente, el dinero dejó de ser únicamente un instrumento
de intercambio de recursos para convertirse en un “ente especulador”.
¿Qué hicieron para especular con el dinero?
Pues crear la banca.
Ahora ya no sólo prestaban sus monedas, sino
que también prestaban las tuyas, ya que, entre otras cosas, la banca se
encargaba de guardar las monedas de la gente.
Pero esto no paró aquí. Enseguida advirtieron
que la gente retiraba menos monedas de las que ingresaba. Así que entonces se les ocurrió prestar más dinero.
De esta manera comenzaron a prestar un dinero que no existía y, además, ya no
prestaban monedas de oro. Ahora prestaban “papelitos” que suplían a las monedas.
Pero eso sí, decían que esos “papelitos” estaban respaldados por el oro
depositado en sus bodegas (“mentiruscos gordos ataos con piedras” ya que
prestaban por mayor valor que el oro depositado en sus bodegas).
Fue así como, de esta manera, familias,
empresas y naciones fueron poco a poco endeudándose, quedando a merced de esos banqueros
cleptócratas y especuladores, que terminaron teniendo mucho poder.
Una vez alcanzado todo ese poder, por parte de
los banqueros, todo parecía indicar que el sistema monetario había tocado techo
y ya no podía ser más perverso y especulativo.
¡Pero, qué va!
Con el tiempo el dinero inventado llegó a ser
de tal envergadura que fue necesario dejar de respaldarlo por oro. Y desde ese
momento, automáticamente todo el dinero del mundo pasó a ser fiduciario; es
decir, “papelitos” que no están respaldados por nada; o sea, humo.
Como los dueños del dinero son insaciables, ya
puestos a vender humo rizaron el rizo y crearon los “derivados financieros”,
que no son otra cosa que “papelitos” de otros “papelitos”, con la garantía de
otros “papelitos”. Y así se hicieron con el control de las corporaciones, las
naciones y todos los recursos de la tierra.
Para terminar de rematar la faena, ahora van a
implantar el dinero digital, electrónico o como coños lo quieran llamar. Esto
significará un dinero totalmente inventado y controlado sólo por ellos. De esta
forma evitarán que algunos “listillos” –hartos de que se les engañe- puedan
funcionar al margen del sistema y no tengan otra opción que la de quedarse
dentro del rebaño.
¿Te das cuenta de lo que ha supuesto para la
humanidad el invento del dinero?
Ya lo decía Don Francisco de Quevedo:
Es tanta su majestad,
aunque son sus duelos hartos,
que aun con estar hecho cuartos
no pierde su calidad.
Pero pues da autoridad
al gañán y al jornalero,
poderoso
caballero
es Don Dinero
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