martes, 14 de marzo de 2017

¿SEREMOS CAPACES DE CONTROLAR LA TECNOLOGÍA O LA TECNOLOGÍA NOS CONTROLARÁ A NOSOTROS?

En tan solo unos pocos años hemos pasado de vivir en un mundo real a vivir en un mundo “virtual”, muy diferente al que vivieron nuestros padres y abuelos.
A estas alturas nadie puede negar que Internet, y todo lo que rodea a la Red, ha cambiado drásticamente nuestra vida y modificado la forma de interactuar con el resto del mundo. Sin embargo, esta herramienta, que se ha ido colando lentamente en nuestras vidas, amén de ser un invento fantástico puede llegar a complicarlo todo.
De entre todas las facetas que tiene Internet, hay una que destaca por encima de las demás: las redes sociales.
El poder que las redes sociales han alcanzado en el mundo es infinitamente superior a la de cualquier imperio conocido hasta ahora.
Facebook, Twitter, Instagram, LinkedIn, Google plus, MeetMe, Bebo, Badoo,… y un largo ect., tienen el poder suficiente para hacernos la vida más sencilla y agradable o, por el contrario, destrozar nuestra carrera profesional, provocarnos trastornos psíquicos y arruinar nuestra vida. En definitiva, las redes sociales tienen la capacidad de hacernos muy felices o muy infelices.
Actualmente la red social por excelencia, Facebook, cuenta con casi dos mil millones de usuarios en el mundo. El poder que ha tomado esta red es tan grande que en tan solo unos pocos años (nació en Harvard en 2004 de la mano de Mark Zuckerberg) ha absorbido un gran número de actividades en prácticamente todas las facetas de nuestra vida.
Emily Bell, directora del Centro de Periodismo Digital de la Universidad de Columbia, dijo sobre las redes sociales: "Las redes sociales no sólo se han tragado al periodismo, sino que lo han engullido todo. Se han comido campañas políticas, sistemas bancarios, historias personales, la industria del ocio, el comercio minorista, incluso el Gobierno y la seguridad".
Esto, dicho así, parece algo enormemente preocupante. Pero no todo es negativo. Indudablemente las redes sociales han trastocado todo nuestro paradigma a todos los niveles. Pero también, no es menos cierto que a través de ellas es factible estar en contacto, en tiempo real, con personas que se encuentran al otro lado del mundo, además de colaborar, cooperar y transmitir información a velocidad de vértigo; y eso es una gran ventaja.
Por otra parte, con la llegada de los ordenadores cuánticos y la Inteligencia Artificial, en las próximas décadas veremos avances imposibles de imaginar a día de hoy.
Ya hay científicos que aseguran que todas las enfermedades serán desterradas de nuestro cuerpo: terminarán siendo tratadas por la Inteligencia Artificial y la Nanotecnología del mismo modo que si fueran virus informáticos. Asimismo se asegura que el envejecimiento no es más que una enfermedad que será solventado: se habla incluso de rejuvenecimiento (ya se estudia un organismo vivo que lo hace). También se están imprimiendo órganos en 3D con células de nuestro propio cuerpo para evitar rechazo, además de importantes avances en ingeniería y otras materias.
Y la pregunta es: ¿hará posible la tecnología la tan anhelada inmortalidad del hombre?
Este apasionante mundo que se nos viene encima nos ha cogido con el pie cambiado, ya que no es posible vivir en un mundo tecnológicamente avanzado dentro de nuestro actual sistema de creencias. Religión, economía, sistema monetario, política, ocio, y un largo etc., se dan de patadas con esta nueva realidad que nos está invadiendo; de ahí que todo nuestro viejo paradigma se esté derrumbando.
La humanidad necesita urgentemente alguna forma de hacer coexistir nuestra condición humana con la de una súper Inteligencia Artificial, que lo dominará todo, antes de que sea demasiado tarde. Y digo esto porque este futuro que se avecina ya está aquí y ha venido para quedarse.
Por supuesto no estamos hablando de cientos de años, sino de décadas. Seguramente los niños que nacen ahora disfrutarán o padecerán las consecuencias de estos avances. Probablemente será la primera generación que no sufrirá enfermedades terminales; que retrasará o eliminara el envejecimiento y que dispondrá de una inteligencia y conocimiento implantados. Y la cuestión no es si será posible, sino cuándo será posible.
Pero ¡ojo! Porque una súper Inteligencia Artificial puede ser extremadamente peligrosa si no está alineada con nuestros objetivos. Ante ese peligro, toda esta tecnología -que hoy está en manos de empresas privadas con ánimo de lucro- debería controlarse a nivel mundial para ser utilizada en beneficio de toda la humanidad y no, como hasta ahora, únicamente al alcance de unos pocos. Aunque bien es verdad que ese control podría convertirse en un despotismo, por parte de quien lo ejerza, ya que tenemos la experiencia de que siempre ha sido así a lo largo de la historia.
Es muy preocupante que en un mundo donde aun no se han resuelto problemas tan relativamente simples como el hambre, las guerras y la desigualdad entre ricos y pobres, se de la paradoja de que vaya a existir una Inteligencia Artificial capaz de generar abundancia ilimitada y evolucionar prácticamente hasta el infinito.
Porque ¡señores! Esto va tan rápido que no tenemos tiempo de cambiar nuestro sistema de creencias, que irremediablemente chocará de frente con un paradigma tecnológico de tal envergadura. Así que, supongo, que sólo aquellos que sean capaces de adaptarse formarán parte de este “mundo tecnológico”. El resto no sé cómo lo soportará.

Bueno. Por nuestro bien esperemos que el ser humano sea capaz de enfrentarse a este nuevo reto -como lo ha venido haciendo dese el origen de los tiempos- y encuentre una solución medianamente aceptable. De lo contrario, es muy probable que las máquinas tomen el control.

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