domingo, 4 de junio de 2017

UN MUNDO CADA VEZ MÁS ESCLAVO

Si hiciésemos una encuesta a nivel mundial sobre la esclavitud la mayoría de la gente aseguraría que ha sido prácticamente erradicada del planeta. Pero no es así. La esclavitud nunca ha estado tan presente como ahora. Lo que pasa es que ha mutado; es decir, ha cambiado de forma volviéndose más sutil y, por lo tanto, mucho más eficaz.
Actualmente para conseguir la sumisión y esclavitud total de la población ya no es necesaria la represión física. Ahora las élites utilizan medios mucho más sutiles que pasan totalmente inadvertidos para nosotros.
Hoy en día la mayoría de la población no es consciente del grado de esclavitud a la que está sometida. Sin darnos cuenta, en tan solo unas pocas décadas, nos hemos convertido en verdaderos adictos y no hay nada más esclavizante que una adicción.
Es incuestionable la cantidad de adicciones que todos padecemos: adicción al móvil, a Internet, a los viajes, al trabajo, al alcohol, al fútbol, a las compras…, y a un sinfín de cosas más que nos han hecho totalmente esclavos.
Pero la “reina madre” de todas las adicciones, y que paradójicamente pasa inadvertida, es la adicción al placer.
Sin lugar a dudas el placer se ha convertido en un producto muy adictivo.
Los círculos de poder hace tiempo que se dieron cuenta de que el placer es mucho más eficiente, como herramienta paralizante, que el dolor: el dolor suele conllevar una respuesta agresiva por parte de quien lo padece, mientras que el placer hace a una persona apacible, sumisa y fácilmente manejable.
Con esto no quiero decir que la búsqueda del placer no sea legítima  e incluso saludable. A lo que me refiero es a esa búsqueda del placer instantáneo; o sea, inmediato, que se ha convertido en nuestro mayor objetivo.
El acoso incesante de los medios de comunicación, con interminables noticias de la podredumbre que recorre el mundo, unida a los continuos bombardeos sobre un abanico de placeres al alcance de todos al instante, ha propiciado que la mayoría de la gente haya adoptado una máxima que impera en nuestros días: “No quiero saber nada. Paso de todo. Lo único que me interesa es mi dosis de placer, aquí y ahora mismo, y no me importa nada más”.
Lo que se ha hecho es convertir las fuentes de placer convencionales en obsoletas y sustituirlas por otras fuentes de placer más rápidas, cómodas y de disposición inmediata.
Por eso el turismo se ha convertido en la actividad predilecta de las masas. La gente busca el placer inmediato en un viaje: hotel con Jacuzzi y Spá; comida y copas a discreción; playa, montaña, sexo, drogas y rocanrol.
¿Y qué decir del placer del consumo compulsivo? Nuestras vidas giran en torno a un montón de objetos materiales que, en la mayoría de los casos, no sirven absolutamente para nada; bueno para nada no: sirven para esclavizarnos.
El placer de comprarnos unos zapatos; el conseguir ese coche anhelado; el disponer de un apartamento en la costa o en la montaña, y seguir consiguiendo cosas materiales hasta el infinito, se ha convertido en nuestra única razón de ser y existir. Pero parece que no somos conscientes del precio que tenemos que pagar que, por supuesto, no es sólo monetario: es nuestro tiempo y nuestra libertad. En definitiva, el precio no es otro que nuestra esclavitud.
Ya lo he dicho en alguna otra ocasión: lo que tú crees que posees te posee a ti.
Para terminar, decir que el mayor poder que existe a día de hoy sobre la tierra lo ejerce la masonería judía norteamericana, con la inestimable colaboración de la Corona Británica (también masona) al frente de la Commonwealth. Este poder ha ido “in crescendo” desde hace cinco siglos, mientras que el Imperio Español que dominaba el mundo (ese en el que en sus posesiones nunca se ponía el Sol) ha ido “decrescendo”.
Pues bien. Este nuevo grupo de poder judeomasónico (evidentemente antagónico de lo que fue el Imperio Católico Español) es el promotor del controvertido Nuevo Orden Mundial, donde lo que prima es una economía globalizada de trabajadores-consumidores a precio de saldo (esclavos) con el control de unos pocos sobre todas las materias primas del planeta.
Bueno. Pues si esto no es una esclavitud, me gustaría saber qué es.

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