domingo, 3 de noviembre de 2019

¿Y SI EL CLIMA ESTUVIERA SIENDO MANIPULADO POR EL HOMBRE?

Este verano todos los medios de comunicación difundieron la noticia de que Donald Trump quería comprar Groenlandia a los daneses.
¿Y para qué quiere EEUU una isla recubierta de hielo? Pues, probablemente, para utilizarla del mismo modo que utiliza Alaska, que fue comprada a los rusos en el año 1867 por 7,2 millones de dólares.
Evidentemente, la versión oficial es que le interesa geoestratégicamente y para explotar sus recursos –que no digo yo que también-, ya que Groenlandia dispone de yacimientos de rubí, platino, níquel, uranio, aluminio, titanio y cobre, entre otros. Además, recientemente se han descubierto reservas de petróleo en sus costas.
Y digo yo: ¿y por qué no explotan esos recursos los propios groenlandeses? Pues porque, como ocurre en un mundo donde prima el dinero, si extraer esos recursos cuesta más de lo que se va a sacar por ellos, ahí se quedan.
Llevamos varias décadas oyendo que el cambio climático que estamos padeciendo es antropogénico y que el causante es el CO2 que emitimos a la atmósfera. Esta versión es la que respalda la ciencia del estatus quo, pero la otra ciencia –honesta no subvencionada- lo desmiente categóricamente.
Pues bien. ¿Y si verdaderamente el clima estuviera siendo manipulado por el hombre?
Que el clima ha cambiado en las últimas décadas es más que evidente. Ahora bien, que este cambio lo haya producido el CO2 emitido a la atmósfera, aumentando así el efecto invernadero, podría ser la tapadera perfecta para ocultar lo que está pasando realmente.
Muy pocas personas han oído hablar del misterioso Proyecto de la Fuerza Aérea Norteamericana, HAARP (High Frequency Advanced Auroral Research Project), cuya traducción sería, Proyecto de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia.
En Gakona, Alaska, se encuentran unas instalaciones militares donde se está desarrollando el misterioso Proyecto HAARP. Consiste en la instalación de 180 antenas que funcionando a la vez emiten 1 GW =1.000.000.000 W; es decir, un billón de ondas de radio de alta frecuencia, las cuales penetran en la atmósfera inferior e interactúan con la corriente del “elecrojet aureal” (campo eléctrico flotante la Tierra)


El Proyecto HAARP se “vende” a la gente como uno de tantos estudios realizados por el ejército de los EEUU como el Proyecto Starfish (1962), el Solar Power Satellite (1968) o el Military Implications (1978), que son estudios llevados a cabo de la ionosfera y la alta atmósfera con fines científicos y de defensa, supuestamente, pacíficos.
¿Pero cómo funciona y para qué sirve el Proyecto HAARP?
La versión oficial lo explica de la siguiente manera: “los pulsos emitidos artificialmente por sus 180 antenas estimulan a la ionosfera creando ondas que pueden recorrer grandes distancias a través de la atmósfera inferior y penetran dentro de la tierra para encontrar depósitos de misiles, túneles subterráneos, o comunicarse con submarinos sumergidos, entre otras muchas aplicaciones”.
Hasta aquí todo parece normal. Ahora bien. Si los mismos científicos aseguran que la tecnología militar nos lleva 50 años de ventaja al resto de los mortales, no es de extrañar que el Proyecto HAARP esté siendo mirado con lupa por determinados científicos y estudiosos del tiempo y del clima.
Según algunos científicos, HAARP se puede considerar como un verdadero "calentador" de la alta atmósfera, provocando una tremenda ionización que puede acarrear consecuencias imprevisibles. Podría dirigir sus efectos hacia cualquier zona del planeta. Estaríamos hablando de un nuevo tipo de “arma geofísica” capaz de provocar tormentas o sequías, sobre un territorio determinado, y, como no, achacarlo al calentamiento global ocasionado por el CO2 emitido a la atmósfera.
¿Es esto posible? Pues no debe de ser muy descabellado cuando el propio creador del calentador ionosférico del Proyecto HAARP, Bernard Eastlund, aseguró en su día que su invento podría también controlar el clima.
La idea original en la que se basa el Proyecto HAARP fue concebida por Nikola Tesla. Creó un sistema de transmisión de energía inalámbrica, logrando encender un conjunto de bombillas a 40 km de distancia. Su idea fue la de poder concentrar y transmitir energía a grandes distancias, mediante potentes ondas electromagnéticas que se reflejan en la ionosfera.
Se dice, que su mentor, JP Morgan, lo condeno al ostracismo, pues con su invento arruinaría el suculento negocio que JP Morgan había conseguido del Gobierno de los EEUU, al ser el adjudicatario de la contrata para instalar la red de cableado eléctrico de todo el país.
Uno de los posibles objetivos del Proyecto HAARP podría ser modular las corrientes del “electrojet aureal” y así afectar a la intensidad y dirección de los vientos zonales y del chorro (Wikipedia: el chorro, según la Organización Meteorológica Mundial, es una fuerte y estrecha corriente de aire concentrada a lo largo de un eje casi horizontal en la alta troposfera o en la estratosfera, caracterizada por una fuerte cizalladura vertical y horizontal del viento).
Diversos trabajos científicos indican que los vientos de la alta atmósfera (sobre los 50 km de altura) juegan un papel importante en el chorro, que a su vez controla las estructuras de tiempo en superficie.
Otros autores han estudiado el “electrojet aureal” y han encontrado que existe una relación muy estrecha con los vientos a 80 km de altura. Por lo que sugieren, que los sistemas “electrojet aureal” y los vientos troposféricos están, aparentemente, correlacionados.
Con estos datos, parece que la evidencia científica reciente apunta a que el Proyecto HAARP tiene la capacidad potencial de desencadenar inundaciones, sequías y huracanes, entre otras cosas.
Se prevé que en Groenlandia y Noruega se instalen -o se hayan instalado ya- nuevas antenas dentro del proyecto HAARP (aquí encajaría el interés de Trump por comprar Groenlandia.).
Pero no sólo EEUU está inmerso en este tipo de proyectos, ya que Rusia y China disponen, también, de instalaciones similares a las de HAARP.
Todo parece indicar que existe una carrera por hacerse con este tipo de “arma geofísica” entre las tres grandes potencias militares del planeta.
Bueno, pues todo ese interés, por parte del establishmen, de convencernos a todos de que el calentamiento global (con sus sequías, inundaciones, tornados y huracanes) es consecuencia del C02 emitido a la atmosfera, pudiera ser la tapadera perfecta para ocultar sus verdaderas intenciones.
Y ahora las dos preguntas inevitables:
¿Estamos viviendo las primeras pruebas del comienzo de una nueva era de “armas geofísicas” capaces de modificar el clima, entre otras cosas?
¿Es simplemente otra de tantas teorías conspiranoicas?
No lo sabemos. Pero, como diría José Mota: “y si sí”.
Decía Adolf Hitler: “La gente, en la simplicidad de sus mentes, cae fácilmente víctima de grandes mentiras antes que de pequeñas, puesto que ellos mismos cuentan pequeñas mentiras pero sentirían pudor de contar mentiras enormes. Nunca se les ocurriría fabricar mentiras colosales y, por tanto, no creen que otros tengan semejante descaro. Incluso, ante la evidencia de las pruebas que muestran la mentira, seguirán dudando y continuarán pensando que debe haber otra explicación”.


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