Nuestros
políticos, algunos médicos y la mayoría de medios de comunicación, en general,
no cesan de seguir pidiendo restringir nuestros derechos y libertades. Con la
excusa de una falsa pandemia, y predicciones apocalípticas de nuevas variantes
más contagiosas, todos estos “actores” están colaborando a llevar al mundo
hacia un régimen totalitario como nunca existió.
Tras un
innumerable cúmulo de mentiras, incongruencias y represión sin límites es hora
de hacer balance.
Nuestro gobierno
lleva más de un año y medio intentando hacer “la cuadratura del círculo” para
proteger a la población de una supuesta pandemia. Pero que lo que se dice
proteger, proteger, no nos ha protegido de nada: los contagios siguen
aumentando y las muertes se siguen sucediendo, incluso con el 70% de la
población vacunada, según sus propios datos. Por lo tanto, llevar a la ruina
económica a autónomos y pequeños negocios, generar millones de traumas en la
población infantil, provocar millones de depresiones y psicotizar a gran parte
de la población, a base de mantenerles constantemente en una situación de miedo
infundado, no ha servido de nada, ¿o sí?
La verdad es que
nunca se debió encerrar a la gente en casa para, supuestamente, “aplanar la
curva”; nunca hizo falta llevar mascarilla; nunca tuvo sentido el
distanciamiento social; nunca debieron autorizarse los inútiles toques de queda
y, por supuesto, nunca fue necesaria una vacunación en masa. ¿Y por qué digo
esto? Pues porque si todo eso hubiera servido de algo ya no tendríamos
“pandemia”.
Todo aquel que no
tenga una venda en los ojos se habrá dado cuenta de que la cruda realidad es
que todas estas medidas no son más que técnicas psicológicas para el control y
manipulación de masas que, indudablemente, han traído y traerán consecuencias.
Las últimas
estadísticas muestran un ascenso exponencial de problemas de salud mental y
trastornos del sueño. Constatan un aumento considerable de suicidios, que son
superiores a las muertes ocasionadas por Covid-19, en una franja determinada de
la población. Un aumento escandaloso de la pobreza, y lo más preocupante, una
polarización de la sociedad cada vez más peligrosa.
Miles de millones
de personas, ingenuamente, intentan recuperar sus derechos y libertades cumpliendo
a rajatabla los interminables rituales y sacrificios que les están exigiendo
para obtener su pasaporte Covid. Pero lo que no saben, es que esos pasaportes son la antesala
de su eterna esclavitud.
Según Thales (compañía francesa de electrónica dedicada al
desarrollo de sistemas de información y servicios para los mercados
aeroespacial, de defensa y seguridad), no es sólo un
pasaporte de vacunación: “los
llamados "pasaportes digitales de vacunación" desempeñarán un papel
fundamental para que los ciudadanos puedan acceder a todo tipo de servicios y servirán
de precursores del despliegue de los identificadores digitales móviles”.
Todo lo que se
esconde detrás del código QR de un certificado de vacunación no es más que un
control absoluto y dictatorial, que será de obligado cumplimiento para hacer
“vida social”.
Los pasaportes de vacunas reestructurarán completamente la
sociedad. Estos pasaportes no son el objetivo final en
sí mismos, sino que son parte de un plan mucho más ambicioso para implementar,
entre otras cosas, un sistema de crédito social como el de China. Posteriormente,
los pasaportes incluirán otros datos médicos, monetarios, biológicos, financieros,
personales y cualquier cosa que pueda ser susceptible de ser digitalizada y
rastreada.
Pero esto no
termina con el pasaporte Covid. El siguiente paso será conectar el cuerpo
humano a Internet.
El nuevo mundo globalizado
e interconectado funciona a través de Internet. La tecnología inalámbrica ha
puesto Internet en nuestros bolsillos y ahora el Internet de las Cosas está
conectando absolutamente todo a Internet. Por lo tanto, solo falta conectar el
cuerpo humano.
Utilizando la misma
tecnología en que se basa el Internet de las Cosas, ahora se ha creado el
Internet de los Cuerpos: una extensa red de cuerpos humanos que estarán
conectados a Internet. Este programa forma parte de la famosa 4ª Revolución
Industrial promovida por el FEM y su fundador Klaus Schwab. Con el Internet de
los Cuerpos será posible acceder a nuestros pensamientos y sentimientos. Se
podrá saber en cada momento qué comemos, a dónde nos dirigimos, qué compramos,
cuánta energía consumimos, cuáles son nuestras constantes vitales, qué dice
nuestro genoma sobre nuestra salud mental, cómo estamos envejeciendo,… y, por
supuesto, con la capacidad de manipularlo.
Alguno se estará
preguntando: ¿Y cómo se conecta un cuerpo humano a Internet? Pues a través de multitud
de dispositivos. Por ejemplo, a través de microchips subcutáneos inyectados bajo
la piel; a través de semiconductores de grafeno permanentemente ensamblados
a nuestros cuerpos (recuerda que hay estudios de microscopía:9 que han demostrado que las vacunas llevan
óxido de grafeno); a través de tatuajes inteligentes (los promocionados por
Bill Gates) y, por supuesto, a través de toda una nueva gama de sensores que
está creando DARPA.
Lo que acabo de
exponer no es ciencia ficción ambientada en un futuro lejano, sino que son
tecnologías reales desarrolladas o en fase de desarrollo.
Si permitimos que
esto se lleve a cabo, nuestra esclavitud y pérdida total de autonomía estará
garantizada. Por eso es importantísimo alejarse de este nuevo sistema médico
totalitario y sus vacunaciones masivas. Pero, para lograrlo, tendría que haber
una mayoría suficiente de la población que se negara a cumplir con el ritual
“covidiano”. Aunque mucho me temo que todas esas personas que aceptan las
vacunas sin más, que se cubren la boca con un bozal y que guardan el patético distanciamiento
social aceptarán con gusto todos y cada uno de los nuevos controles –a
cada cual más distópico- sin rechistar, ya que este tipo de persona idolatra la
obediencia y jamás se cuestiona nada.
Bueno, pues los pasaportes de vacunas han llegado y, como habrás podido comprobar, no eran ninguna teoría de la conspiración. Y el chip también llegará, no lo dudes.
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