¡Occidente está en caída libre!
No, no es un titular alarmante, sino una realidad que los políticos y
los medios de comunicación tratan de tergiversar. Pero lo verdaderamente indignante
es que es claramente intencional.
Una de las maneras más eficaces de poner patas arriba una sociedad, y
facilitar su completo colapso, es a través de la educación.
En la tapia del colegio de una localidad de la Comunidad de Madrid reza
un gigantesco letrero que dice: “La educación es la herramienta más poderosa
que puedes usar para cambiar el mundo”. Y, efectivamente, así es. Pero lo
que no dice ese letrero es que lo hace en los dos sentidos: para bien o para
mal.
El actual sistema educativo ha sido diseñado por los oligarcas del
mundo para producir un ejército de esclavos obedientes y sumisos. Se trata de
que el “populacho” tenga un aprendizaje limitado que le sirva para desempeñar
un trabajo esclavo el resto de su vida. Para lograrlo, es primordial anular la
creatividad de los niños y hacerles verdaderos estúpidos. Y en esas estamos.
Si desde siempre la educación no ha sido otra cosa que adoctrinamiento,
lo de ahora raya en la subnormalidad. Año tras año el sistema educativo del
mundo occidental está haciendo a los niños más tontos, más indefensos a la hora
de defenderse ante los abusos del poder y más incapaces de tener pensamiento
propio (gran parte de culpa la tienen las pantallitas).
En la actualidad, se está introduciendo en la mente de los niños toda
una serie de nuevas ideas distópicas. Son ideas completamente infundadas para destrozarles
psíquicamente, de ahí el descomunal aumento de suicidios entre los adolescentes.
Se les enseña, por ejemplo, que su mera existencia está poniendo en peligro la
vida del planeta; que su respiración puede ocasionar problemas a los demás y matar
a sus abuelos; y, lo más enfermizo, se les enseña a desnaturalizar su género,
haciéndoles dudar de si son niños, niñas o “niñes”. En definitiva, se trata de
imponer una “nueva religión distópica”, basada en la mentira, para poner todo
patas arriba.
El “gran espectáculo circense del Covid-19”, que hemos tenido la
desgracia de soportar estos tres últimos años, parece haber creado las
condiciones propicias para el nuevo paradigma distópico que estamos
presenciando. Pareciera como si el mundo de repente se hubiera vuelto loco. La
política, la economía, la ciencia, la investigación, la medicina, la educación,
la justicia y toda aquella actividad donde medie el dinero están a unos niveles
de corrupción y distopía jamás vistos.
Depender del Estado para tener educación, libertad y justicia es una
tozudez masoquista, dado que los gobiernos occidentales están tomando
decisiones radicalmente opuestas a los intereses de sus ciudadanos.
Tenemos a la UE suicidándose económicamente al renunciar
voluntariamente a las fuentes de energía tradicionales baratas y asequibles.
Está obligando a la industria y a las familias a depender de la energía eólica
y solar (más cara y escasa) en aras a mantener a toda costa las políticas verdes
de la Agenda 2030. También acaba de aprobar la nueva Ley de Restauración de la Naturaleza, que asfixiará
al sector agrario y ganadero a base de insensatas restricciones suicidas.
Pero la clave está en desmontar la familia, base de nuestra
civilización. La ideología de género no es más que eso. Todo ese interés en
“educar” a los niños sexualmente es para que adopten la creencia de que no existe
diferencia entre sexos, lo que les condicionará a no tener hijos el día de
mañana. Esto se está enseñando actualmente en los colegios, además de ser el cansino
tema de moda de políticos, películas, series y programas progres de televisión.
Pero la contradicción más flagrante se encuentra en el funcionamiento
cotidiano de los gobiernos de Occidente, especialmente en la UE. La mayoría de
ellos toman deliberadamente decisiones que violan continuamente su constitución,
los tratados internacionales y todo tipo de leyes.
A los políticos occidentales se les llena la boca de hablar de
“democracia”, de “estado de derecho”, de “transparencia” y de los “valores occidentales” que se supone
defienden los derechos humanos. Sin embargo, la realidad es bien distinta, ya
que, en la práctica, hacen todo lo contrario a lo que representan esos valores.
La UE se ha convertido en el sumiso lacayo beligerante y
autodestructivo de la plutocracia globalista. Las políticas que la UE lleva
aplicando desde hace décadas ya acabaron con la industria en España. Ahora la
nueva Ley de Restauración de la Naturaleza va a destruir el sector primario,
con lo cual sólo nos quedará el sector servicios, con el turismo a la cabeza.
Pero cuando se regulen -en el mejor de los casos- o se prohíban los viajes, a
tenor de las nuevas reglamentaciones climáticas que están por venir, ya no
tendremos nada y dependeremos 100% de papá Estado. Y de eso se trata.
Por si esto no fuera suficiente, España, conjuntamente con Alemania,
Argentina, Australia, Brasil, Burkina Faso, Chile, Ecuador, EEUU, Panamá, Perú,
República Checa y Uruguay, ha firmado un compromiso para reducir las “emisiones
de metano” cerrando granjas, lo que generará aún más la reducción inminente de
alimentos.
Todas las promesas electorales de los políticos de la UE son
sistemáticamente incumplidas. Así, tenemos que el Gobierno Italiano de
Giorgia Meloni (elegida por sus promesas de poner fin a la inmigración ilegal) ha
admitido la llegada de medio millón de nuevos inmigrantes extracomunitarios.
Eso por no hablar del Presidente de Francia, Macron, o el Presidente de España,
Sánchez, que no hacen otra cosa que aplicar constantemente políticas destinadas
a destruir a la clase media de sus respectivos países.
Desde que el mundo se volvió idiota, al hacer caso de las distópicas
“medidas sanitarias” impuestas para paliar la falsa pandemia, no han hecho más
que proliferar “nuevas ocurrencias” a cada cual más estúpida. La proliferación
de “ciudades 15 minutos”, la vergonzante campaña para convencer a la gente sobre
la ingesta de insectos, el fin inminente de los vehículos propulsados por
combustibles fósiles para hacerlos eléctricos, la nueva ideología del cambio
climático antropogénico, la machacona corriente LGBTI, el nuevo tratado de pandemias
de la OMS o la cercana desaparición del dinero en metálico y la introducción de
las CBDC están destrozando deliberadamente a Occidente.
Este es el programa de la élite: una estrangulación intencionada de la
economía, para que no se puedan satisfacer las necesidades de las 8.000
millones de personas que actualmente habitamos el planeta.
Ahora pregúntate, ¿por qué y para qué? La respuesta es obvia, pero te
daré algunas pistas:
-Los precios de los alimentos siguen y siguen subiendo de una forma
desenfrenada, ya que cada vez son más escasos.
-El hambre en el mundo ha alcanzado niveles alarmantes, y eso que su
erradicación es uno de los objetivos primordiales de la Agenda 2030.
-Según las Naciones Unidas, alrededor del 30% de la población mundial
no tiene acceso constante a los alimentos, y aproximadamente 1.000 millones de
personas se enfrentan a una "grave inseguridad alimentaria".
No sé si te has dado cuenta, pero históricamente la forma más eficaz de
diezmar una población siempre ha sido a través de enfermedades, hambrunas y
guerras. ¿No es esto lo que está en juego en este momento? Interesante,
¿verdad?
Los sociópatas dueños del mundo no tienen ninguna intención de seguir
manteniendo el nivel de vida actual. Pretenden que nos adaptemos a vivir
en “ciudades 15 minutos”, comamos insectos y nos atiborremos a “vacunas” bajo
el riesgo de perder nuestra futura Renta Básica Universal.
Actualmente este plan se está implementando a la vista de todos. Lo sorprendente
es que está siendo terriblemente exitoso, dado que la reacción de la gente
es bastante pobre, por no decir directamente nula. Así que o despertamos y
sacrificamos nuestra relativa comodidad, o nos arriesgamos a ser eliminados.
Ya sabes el dicho: “No hay más ciego que el que no quiere ver”.
Mucho derrotismo rezuma el trabajillo este...¿porqué no nos ponemos a organizar una campaña en favor del dinero en metálico?... Conozco un bar-restaurant que mantiene un cartel que reza:NO SE ADMITEN PAGOS CON TARJETA...y se mantiene con solvencia , mucha clientela vamos a propósito de esta medida, !que cunda el ejemplo!!
ResponderEliminarQuizá con pequeñas batallas podamos conseguirlo. Aquí donde yo vivo, muchas tiendas no admiten el famoso pago con tarjeta. Tenemos que crear disidencia.
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