viernes, 20 de octubre de 2023

NUEVA CONFRONTACIÓN PALESTINO-ISRAELÍ: SUMA Y SIGUE

El conflicto palestino-israelí no tiene nada que ver con lo que nos están contando los grandes medios de comunicación en Occidente, que sólo emiten trágica propaganda barata para desviar la atención y de paso fomentar la división y el odio entre los pueblos. Sin embargo, el verdadero objetivo, como en toda conflagración que se precie, es geopolítico y, por supuesto, económico.

Cualquiera que haya seguido durante las últimas décadas los acontecimientos en Oriente Próximo, sabrá de la capacidad militar de Israel y la eficiencia de su servicio de inteligencia. Por lo tanto, hay cosas que no se entienden.

¿Cómo es posible que Hamás pudiera derribar el muro que separa Israel de la franja de Gaza sin que Israel se diera cuenta?

¿Qué ha pasado con el Mossad -el servicio de inteligencia mejor preparado del mundo- para que haya sido pillado en bragas?

¿Por qué Israel no reaccionó hasta pasadas 5 horas?

Y lo más increíble de todo: ¿Es que Hamás es idiota y no sabe que un ataque de esas características contra Israel es un suicidio?

Lo que hay detrás de todo esto sólo lo saben aquellos que lo han organizado. Pero, evidentemente, huele que apesta y tendrá consecuencias para todo el mundo.

Si el conflicto de extiende por los países del Golfo Pérsico -cosa más que probable- algunos países occidentales como la UE lo vamos a pasar muy mal.

¿Recuerdas la crisis del petróleo de 1973?

En octubre de 1973, se libró la Guerra de Yom Kippur entre Israel y una coalición de estados árabes. Coherentemente, esa coalición de estados -todos pertenecientes a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP)- proclamó un embargo de crudo contra los países occidentales que apoyaban a Israel. Seis meses después el precio del petróleo se disparó casi un 300%, teniendo graves consecuencias para la economía mundial.

Si la situación en Gaza empeora, es seguro que el embargo de petróleo y gas se volverá a llevar a cabo -por lo menos por algunos de los países árabes de la OPEP- a los países que apoyan a Israel, como es el caso de la UE o EEUU. Además, Irán podría cerrar el Estrecho de Ormud y restringir así el paso de petroleros hacia Occidente, con lo que los precios del petróleo y el gas natural licuado se incrementarían hasta alcanzar niveles sin precedentes. Esto reavivaría la inflación ya existente en la UE, donde el regreso de la crisis energética probablemente asestaría el golpe definitivo a su ya maltrecha economía, con innegables consecuencias nefastas para su población.

Este posible escenario pone de relieve la gravedad de la situación en la que nos encontramos actualmente, ya que el conflicto palestino-israelí tiene la capacidad de acabar con Europa en términos energéticos y provocar un colapso devastador en otras economías como la estadounidense. En definitiva, lo que se está cociendo no es otra cosa que un golpe demoledor a la frágil economía global.

Como es de esperar, el resurgimiento de la inflación obligará a los bancos centrales a volver a subir los tipos de interés, viéndose nuevamente afectados los consumidores, las empresas y también los mercados financieros. Por otro lado, la deuda soberana probablemente se disparará, provocando un nuevo colapso total de los mercados de activos y crédito, similar a lo ocurrido en la primavera de 2020.

Pero la cosa se podría poner aún peor si la OPEP dejara de utilizar el dólar americano en el comercio del petróleo. Esto haría que la demanda de dólares colapsara, creándose un aumento sin precedentes en la oferta monetaria estadounidense, dando lugar a la hiperinflación. En definitiva, el caos apocalíptico de la economía mundial.

Y ahora la pregunta del millón: ¿Es esto lo que se busca? Lo pregunto, porque parece que todos los caminos llevan a Roma; es decir, a la destrucción de la economía mundial.

Como ha ocurrido a lo largo de la historia, una catástrofe siempre ofrece una “oportunidad” para los más avispados. Y aquí la “oportunidad” será para los globalistas, que necesitan deshacer el orden establecido para implantar su Nuevo Orden Mundial.

Llevamos décadas siendo amedrentados con predicciones de catástrofes apocalípticas que nunca se cumplen. Los “científicos”, “intelectuales” y otras “especies de sabelotodo” no hacen más que amenazarnos con una inminente catástrofe mundial sin dejar lugar a dudas (nueva pandemia, IIIª guerra mundial, ebullición climática, etc.). Y, claro está, la única solución que nos ofrecen es el control absoluto sobre todos nosotros y el racionamiento de los recursos del planeta (por parte de ellos, naturalmente). Para eso se aterroriza a los pueblos, para que acepten las políticas dictatoriales de sus gobiernos en aras al bien común y salvar el planeta.

No hay que ser ningún experto en temas geopolíticos para darse cuenta de que el camino hacia la dictadura global es cada día más evidente. Sin embargo, el mundo permanece paralizado aceptando sumisamente una tiranía tras otra.

Todo lo que estamos viendo últimamente (pandemia, guerra de Ucrania, cambio climático antropogénico, conflicto de Gaza, inmigración descontrolada, etc.) está aumentando el nivel de estrés en la población que, si de por sí ya viene asustada de fábrica, se ha vuelto paranoica. A eso hay que sumarle las armas silenciosas como las “vacunas” de ARNm, la tecnología 5G o la inteligencia artificial, entre otras, que están acabando con nuestra  fuerza de voluntad y capacidad de pensar. La consecuencia, es que cada vez nos resulta más agotador ser conscientes de los acontecimientos distópicos a los que somos sometidos constantemente. Parece como si nos costase recordar quiénes somos y de dónde venimos. Esto está condicionando al cerebro humano a ser cada vez más pasivo e indiferente. Y, por si aún no te has enterado, de eso se trata.

Definitivamente, en este nuevo conflicto palestino-israelí ni Israel va a acabar con Hamás ni Palestina se va a librar de Israel. Este enfrentamiento se ha desatado para acelerar el derrumbamiento de la economía mundial, que es imprescindible para llevar a buen puerto el “Gran Reinicio” que nos conducirá a ese Nuevo Orden Mundial totalitario.

Bajo mi punto de vista, eso es lo que se pretende. Otra cosa es que se consiga. 

1 comentario:

  1. En el Siglo XXI, somos cómplices en la espera de un libreto fatal; Nadie puede prevenir este vértigo de solicitación colectiva terrorista, en la cristalización repentina de violencia en suspenso. OBya
    obuscaya@yahoo.com.ar

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