El conflicto palestino-israelí no tiene
nada que ver con lo que nos están contando los grandes medios de comunicación
en Occidente, que sólo emiten trágica propaganda barata para desviar la
atención y de paso fomentar la división y el odio entre los pueblos. Sin
embargo, el verdadero objetivo, como en toda conflagración que se precie, es
geopolítico y, por supuesto, económico.
Cualquiera que haya seguido durante las
últimas décadas los acontecimientos en Oriente Próximo, sabrá de la capacidad
militar de Israel y la eficiencia de su servicio de inteligencia. Por lo tanto,
hay cosas que no se entienden.
¿Cómo es posible que Hamás pudiera derribar
el muro que separa Israel de la franja de Gaza sin que Israel se diera cuenta?
¿Qué ha pasado con el Mossad -el servicio
de inteligencia mejor preparado del mundo- para que haya sido pillado en bragas?
¿Por qué Israel no reaccionó hasta pasadas
5 horas?
Y lo más increíble de todo: ¿Es que Hamás
es idiota y no sabe que un ataque de esas características contra Israel es un
suicidio?
Lo que hay detrás de todo esto sólo lo
saben aquellos que lo han organizado. Pero, evidentemente, huele que apesta y
tendrá consecuencias para todo el mundo.
Si el conflicto de extiende por los países
del Golfo Pérsico -cosa más que probable- algunos países occidentales como la
UE lo vamos a pasar muy mal.
¿Recuerdas la crisis del petróleo de 1973?
En octubre de 1973, se libró la Guerra de Yom
Kippur entre Israel y una coalición de estados árabes. Coherentemente, esa
coalición de estados -todos pertenecientes a la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP)- proclamó un embargo de crudo contra los países
occidentales que apoyaban a Israel. Seis meses después el precio del petróleo
se disparó casi un 300%, teniendo graves consecuencias para la economía mundial.
Si la situación en Gaza empeora, es seguro
que el embargo de petróleo y gas se volverá a llevar a cabo -por lo menos por
algunos de los países árabes de la OPEP- a los países que apoyan a Israel, como
es el caso de la UE o EEUU. Además, Irán podría cerrar el Estrecho de Ormud y
restringir así el paso de petroleros hacia Occidente, con lo que los precios
del petróleo y el gas natural licuado se incrementarían hasta alcanzar niveles
sin precedentes. Esto reavivaría la inflación ya existente en la UE, donde el
regreso de la crisis energética probablemente asestaría el golpe definitivo a
su ya maltrecha economía, con innegables consecuencias nefastas para su
población.
Este posible escenario pone de relieve la
gravedad de la situación en la que nos encontramos actualmente, ya que el
conflicto palestino-israelí tiene la capacidad de acabar con Europa en términos
energéticos y provocar un colapso devastador en otras economías como la estadounidense.
En definitiva, lo que se está cociendo no es otra cosa que un golpe demoledor a
la frágil economía global.
Como es de esperar, el resurgimiento de la
inflación obligará a los bancos centrales a volver a subir los tipos de
interés, viéndose nuevamente afectados los consumidores, las empresas y también
los mercados financieros. Por otro lado, la deuda soberana probablemente
se disparará, provocando un nuevo colapso total de los mercados de activos y
crédito, similar a lo ocurrido en la primavera de 2020.
Pero la cosa se podría poner aún peor si la
OPEP dejara de utilizar el dólar americano en el comercio del petróleo. Esto
haría que la demanda de dólares colapsara, creándose un aumento sin precedentes
en la oferta monetaria estadounidense, dando lugar a la hiperinflación. En
definitiva, el caos apocalíptico de la economía mundial.
Y ahora la pregunta del millón: ¿Es esto lo
que se busca? Lo pregunto, porque parece que todos los caminos llevan a Roma;
es decir, a la destrucción de la economía mundial.
Como ha ocurrido a lo largo de la historia,
una catástrofe siempre ofrece una “oportunidad” para los más avispados. Y aquí
la “oportunidad” será para los globalistas, que necesitan deshacer el orden
establecido para implantar su Nuevo Orden Mundial.
Llevamos décadas siendo amedrentados con
predicciones de catástrofes apocalípticas que nunca se cumplen. Los
“científicos”, “intelectuales” y otras “especies de sabelotodo” no hacen más
que amenazarnos con una inminente catástrofe mundial sin dejar lugar a dudas
(nueva pandemia, IIIª guerra mundial, ebullición climática, etc.). Y, claro
está, la única solución que nos ofrecen es el control absoluto sobre todos
nosotros y el racionamiento de los recursos del planeta (por parte de ellos,
naturalmente). Para eso se aterroriza a los pueblos, para que acepten las
políticas dictatoriales de sus gobiernos en aras al bien común y salvar el
planeta.
No hay que ser ningún experto en temas
geopolíticos para darse cuenta de que el camino hacia la dictadura global es
cada día más evidente. Sin embargo, el mundo permanece paralizado aceptando
sumisamente una tiranía tras otra.
Todo lo que estamos viendo últimamente
(pandemia, guerra de Ucrania, cambio climático antropogénico, conflicto de
Gaza, inmigración descontrolada, etc.) está aumentando el nivel de estrés en la
población que, si de por sí ya viene asustada de fábrica, se ha vuelto
paranoica. A eso hay que sumarle las armas silenciosas como las “vacunas” de
ARNm, la tecnología 5G o la inteligencia artificial, entre otras, que están
acabando con nuestra fuerza de voluntad
y capacidad de pensar. La consecuencia, es que cada vez nos resulta más
agotador ser conscientes de los acontecimientos distópicos a los que somos
sometidos constantemente. Parece como si nos costase recordar quiénes somos y
de dónde venimos. Esto está condicionando al cerebro humano a ser cada vez más
pasivo e indiferente. Y, por si aún no te has enterado, de eso se trata.
Definitivamente, en este nuevo conflicto
palestino-israelí ni Israel va a acabar con Hamás ni Palestina se va a librar
de Israel. Este enfrentamiento se ha desatado para acelerar el derrumbamiento
de la economía mundial, que es imprescindible para llevar a buen puerto el
“Gran Reinicio” que nos conducirá a ese Nuevo Orden Mundial totalitario.
Bajo mi punto de vista, eso es lo que se pretende. Otra cosa es que se consiga.
En el Siglo XXI, somos cómplices en la espera de un libreto fatal; Nadie puede prevenir este vértigo de solicitación colectiva terrorista, en la cristalización repentina de violencia en suspenso. OBya
ResponderEliminarobuscaya@yahoo.com.ar