En el siglo pasado se produjeron dos
grandes crisis.
La primera fue a comienzos del siglo
XX, en los orígenes del imperialismo, al comenzar con el liberalismo económico
y permitir la concentración del capital por parte de los monopolios. La guerra económica
por la conquista de mercados condujo a la guerra de verdad mediante las armas,
dando lugar a la Primera Guerra Mundial, y acabó en una “salida” hacia la
izquierda, desembocando en la Revolución Rusa de 1917.
La segunda crisis se produjo en 1929.
Fue la llamada Gran Depresión, en la que en un abrir y cerrar de ojos miles de
personas perdieron sus empleos, quebró la Bolsa de Nueva York y la recesión se
extendió, durante un largo período de tiempo, afectando a todo el mundo. Pero
esta vez, al contrario que en la primera crisis, la “salida” fue hacia la
derecha, dando origen al nazismo y, como consecuencia, a la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945)
Estamos en la tercera gran crisis de
los últimos 100 años (provocada, por supuesto, ya que uno de los requisitos de
la economía actual, entre otras cosas, es el crecimiento indefinido y, como
esto no puede ser, de vez en cuando se provoca una crisis para volver a puntos
de partida anteriores)
¿Y qué va a pasar ahora?
Pues de momento no se atisba a
corto, medio, y me atrevería a decir que ni siquiera a largo plazo, una salida
a la actual crisis económica, y si la “salida” va a ser hacia la derecha o
izquierda. Lo que si me preocupa, teniendo en cuenta la experiencia vivida en
las dos crisis anteriores, que terminaron en dos guerras mundiales es, que otra
vez el desenlace vuelva a ser bélico y, mucho me temo que, en estos momentos,
se den los tres principales condicionantes para que esto suceda.
El primero, y creo que el problema
principal (que no sé por qué nadie habla de él y todo el mundo elude) es la
demografía mundial, que actualmente ronda los 7.000 millones de seres humanos y
que, según todas las previsiones, se doblará en el año 2050; así que,
probablemente, alguien ya esté pensando en reducir drásticamente el número de
personas que deben habitar el planeta.
En segundo lugar está el problema de
la degradación alarmante del medio ambiente producido, entre otras cosas, por
la gran cantidad de residuos que 7.000 millones de personas generamos
anualmente. Esto nos devuelve al problema principal, el de la expansión
demográfica.
Y, en tercer lugar, tenemos el
agotamiento de los recursos del planeta, y eso que solamente disfrutamos de ellos
un 20 % de la población mundial, lo que llamamos “el mundo desarrollado”. Y he aquí
que, de nuevo, volvemos al problema demográfico.
En consecuencia, y mira que siento
ser tan pesimista, estamos abocados a una tercera guerra mundial sí o sí.
Probablemente no sea una guerra al estilo convencional de dos ejércitos
enfrentados, es más, creo que estamos metidos de lleno en ella y aun no nos
hemos enterado pero, en unos años, seguro que veremos (los que queden o
quedemos) el desenlace final. Parece que todo apunta a una drástica reducción
de la población mundial y un nuevo “orden mundial” en el que habrá una sola
nación y un solo gobierno dirigido, como es de esperar, por la élite dominante.
Esto es sin duda lo que esa élite se
propone, pero espero que no tardemos mucho en darnos cuenta y reaccionemos
antes de que sea demasiado tarde.
Creo que la gente no es, para nada,
consciente de que de esta crisis no vamos a salir nunca (al menos como se
espera que salgamos) entonces ¿a qué estamos esperando para cambiar esto de una
vez?
Llevamos cinco años mareando la
perdiz, denunciando al sistema, manifestándonos, creando movimientos nuevos,
etc. Pues bien. Todo eso era necesario hacerlo y se ha hecho, pero ya es hora
de pasar a la acción.
Debemos empezar a tomar partido con
nuestro comportamiento individual a nivel mundial y, a medida que este
comportamiento se vaya extendiendo por la sociedad, el sistema no tendrá más
remedio que cambiar sí o sí.
Empecemos por no colaborar con todo
aquello que huela a dinero y especulación.
A mí se me ocurren algunas ideas que
te expongo a continuación, pero seguro que cada uno de vosotros encontraréis
algunas más.
- No ayudar
a que existan super-futbolistas, super-artistas, super-partidos políticos,
super-bancos, super-corporaciones, super-medios de comunicación, etc, etc. Esto
es relativamente fácil si por ejemplo dejamos de ir al futbol a ver a los
grandes equipos, dejamos de ir a los grandes conciertos, damos nuestro voto a
partidos pequeños (aunque ya sabéis que yo no se lo daré jamás a nadie) sacamos
nuestro dinero de los grandes bancos y lo metemos en los pequeños y si son de
banca ética mejor, dejamos de comprar en las grandes superficies, etc, etc…. y,
por último, y lo más importante, le damos una patada a la TV y al resto de los
medios de comunicación convencionales que llevan toda la vida aborregando a las
masas (informaros en Internet)
- No podemos
seguir trabajando por sueldos de mierda mientras los Rodrigo Rato de turno y
compañía se lo llevan crudo a consta de nosotros. Esto ya sé que es muy difícil
y personal, pero siempre habrá medidas de presión si somos capaces de trabajar
unidos y en la misma dirección.
- Tenemos
que ganarnos a las actualmente fuerzas represivas (ejército y policía) ya que parece que aun no se han dado cuenta
de que son de los nuestros, para que dejen de servir únicamente a las clases
dominantes y sean, como tienen que ser, el ejército y la policía de todos.
Bueno, esto son simplemente algunas sugerencias
que, si las llevamos a la práctica, deben ir encaminadas a cambiar poco a poco
el actual modelo capitalista, aunque ya sabéis que yo soy de la opinión de acabar
con el sistema monetario y sustituirlo por otro vasado el los recursos y la
tecnología, ya que mientras eso no se produzca
estaremos abocados a la especulación en todos los órdenes de la vida.