Antes de nada, mi más sincero apoyo y
admiración a todos aquellos profesionales de la sanidad que se están dejando la
piel para ayudar a la gente infectada por el coronavirus. Por supuesto, también
mi más sentido pésame a todas esas familias que han perdido a sus seres
queridos y mucho ánimo a los afectados.
En mi anterior artículo, hablé de las
consecuencias económicas que esta pandemia provocará. De lo que no hablé, es de
cómo “los tíos listos” se forrarán con el hundimiento de la economía mundial.
Hay un dato muy importante que en su momento
no se entendió, pero que ahora tiene todo el sentido. El 4 de noviembre de 2018
apareció esta noticia en un diario nacional. “¡Terremoto financiero
mundial! La familia Rothschild vende todos sus fideicomisos: la Banca Rothschild, controlada desde más
allá de la época napoleónica por la conocida familia del mismo nombre, ha
puesto a la venta, en una acción prácticamente sin precedentes, todos sus
negocios de fideicomisos. Todos.”
¿Y por qué y para qué los vendieron? Pues
porque en ese momento los mercados estaban muy inflados, consiguiendo un buen
precio por ellos, y, por supuesto, para acumular liquidez.
Desde siempre una gran crisis es también una
gran oportunidad, y “los tíos listos” lo saben.
Estamos viviendo la “madre de todas las
crisis”, donde no se salva ni el oro que, como todo el mundo sabe, es el valor
refugio por excelencia en cualquier crisis económica. Los mercados se desploman
y con ellos las acciones de todas las compañías y bancos más importantes del
mundo. Evidentemente, esta es una gran oportunidad para todos aquellos que dispongan
de liquidez.
Como es de esperar, esta situación no va a
durar siempre y tarde o temprano el mundo volverá a caminar. ¿Y qué va a pasar
entonces? Pues que los que tengan liquidez se van a hacer con las acciones de
las compañías más relevantes y rentables del planeta, a precio de saldo, y una
vez los mercados vuelvan a la normalidad se forrarán.
Por otra parte, el resto de los mortales
pagaremos muy caro las consecuencias: inflación, despidos masivos, ruinas y
quiebras económicas, asalariados aún más precarios, bajada de las pensiones, restricciones
y recortes de libertad como nunca antes vimos.
Ahora se entiende perfectamente la jugada
maestra de la familia Rothschild, ya que en la situación actual podrían haber
perdido miles de millones de dólares. Sin embargo, no ha sido así.
Mi pregunta es: ¿cómo es que a esta familia
nunca le pillan con el pie cambiado? Sólo hay dos posibles respuestas. Una, que
sea una casualidad, aunque ya sabemos que en economía las casualidades no
existen, y otra, que dispusieran de información privilegiada sabiendo de
antemano la que se nos venía encima.
En mi modesta opinión, la actuación de los Rothschild no nos debería sorprender puesto
que esto mismo ya lo hicieron anteriormente.
En 1815, Nathan Mayer Rothschild -aficionado
a las palomas mensajeras- fue el primero en conocer la derrota de
Napoleón en Waterloo. Con esta información privilegiada, vendió sus Bonos del
Estado Británico para hacer creer a la gente que Inglaterra había perdido la
batalla. Obviamente, el resto de tenedores de bonos hizo lo mismo y la Bolsa se
hundió. Entonces, poco antes de que se conociera la noticia, los Rothschild volvieron
a comprar esos mismos bonos a precio de saldo. Cuando se supo la verdad, los
precios se dispararon consiguiendo unos beneficios de más de 1 millón de libras,
de aquella época, en un sólo día.
Vamos a ver. No nos dejemos llevar por la sin
razón y el pánico. Analicemos la situación por nosotros mismos y no por las noticias
que nos venden los medios de comunicación.
Enmascarando la realidad.
Desde que apareció el coronavirus la macro
corrupción de este planeta ha pasado a un segundo plano. Y, lo más importante, el
mafioso sistema financiero va a ser rescatado nuevamente a cargo del
coronavirus.
Acabamos de asistir a un hecho insólito que,
en condiciones normales, habría acabado con la monarquía en este país. Me
refiero al escándalo del Rey emérito. Sin embargo, ha pasado prácticamente
inadvertido para los españoles, ya que están bastante más preocupados por
salvar sus vidas.
Quiero pedir a todo el mundo que no entre en
pánico y que reflexione.
Que el “bicho” existe y está haciendo estragos
entre las personas de más edad es más que evidente, pero no más que cualquier
año de gripe estacional si no fuera por el colapso hospitalario y falta de
medios (esto no lo digo yo, sino un montón de médicos que lo atestiguan). Estaremos
atentos a ver si vemos entre los afectados a octogenarios como Warren Buffett,
o Rupert Murdoch.
Por otra parte, todos sabemos que los niños
son los mayores receptores y repartidores de virus y los primeros en enfermar.
Pues bien, según nos han contado, este coronavirus apenas da sintomatología en
niños, adolescentes y jóvenes. Sin embargo, se ceba con las personas mayores de
65 años.
En un mundo cada vez con más gente mayor, ¿es
esto casualidad?
Todo parece indicar que estamos ante la
creación de una pandemia a la carta, con el objetivo de ir hacia una eugenesia
que, probablemente, se llevará a cabo a lo largo de algunas décadas. Porque, lo
que está claro, es que esto no va a parar hasta que llegue la tan “ansiada”
vacuna. Esa vacuna acabará con la pandemia -elemental mi querido Watson-, pero,
¿qué más nos inocularán con ella?
No seamos ingenuos. Las medidas que estamos
viendo no van encaminadas a salvar nuestras vidas, sino a prepararnos para el
futuro que nos espera.
Todos sabemos que la tecnología está acabando
con los puestos de trabajo. Pero lo que la gente ignora es que con la llegada
de la Inteligencia Artificial un 80% de la población ya no es necesaria.
Prohibir a la gente caminar, correr, hacer
deporte, bañarse en el mar y confinarla en su domicilio (la mayoría no llega a
70 m2) uno, dos o tres meses, es lo más dañino para las personas
sanas, y lo saben.
Según estudios sobre el tema, las personas que
están todo el día en casa pueden contraer enfermedades y de hecho las contraen.
El motivo no es otro que la falta de contacto con el Sol y el aire libre. También
tiene consecuencias a nivel psíquico y bioquímico. Y es que la falta de luz
solar hace que estas personas tengan bajos los niveles de vitamina D. Ésta es muy
importante ya que, al igual que el ejercicio, nos evita problemas
cardiovasculares, de osteoporosis, diabetes, depresión y ansiedad. Por todo
ello, los científicos aconsejan pasear al aire libre al menos 30 minutos al día.
Y lo más importante, si estamos confinados dejaremos
de relacionarnos con los demás cara a cara y sólo lo haremos de manera virtual.
Y ya lo tenemos: conseguirán que vivamos cada día más aislados, eso sí, sin
dejar el puto móvil ni para cagar (perdón por la grosería). Por eso, entre
otras cosas, se está incentivando el teletrabajo.
Desmontando esta mentira.
Veamos lo que dicen los datos, suponiendo que
sean ciertos.
Como hemos visto en China, donde la mortalidad
ha sido de un 3% sobre las personas afectadas, el virus no es más mortal que
otros. Sin embargo, en Europa, países como Italia y España están teniendo una
mortalidad del 6-7%. Este aumento de la mortalidad no es debido al virus, que
también, sino al colapso de los hospitales y falta de medios en ambos países,
dado que los contagios son muy altos. Si el sistema sanitario de Madrid,
diseñado para dar cobijo a 6 millones de habitantes, se colapsó con 4.000 afectados, ¿qué clase de sistema
sanitario es este?
La mentira, repetida hasta la saciedad, de que
tenemos el mejor sistema público sanitario del mundo ha quedado en entredicho,
con todo mi respeto hacia los profesionales. La falta de medios nos demuestra
la poca preocupación del sistema por la salud de los ciudadanos. Y no me vale
decir que ningún sistema sanitario está preparado para una pandemia, porque, sin
embargo, si estamos preparados para afrontar una guerra o para contener a toda
la población del país si esta se sublevase. Para eso sí estamos preparados y
existen medios de sobra (todos recordamos los tanques en la calle el 23-F y
esos si valen una pasta y no las mascarillas y los respiradores). Al final, es
cuestión de prioridades.
Las 3.300 muertes causadas por el coronavirus
en China (con un sistema sanitario que puso los medios necesarios construyendo
hospitales en tiempo record) suponen el 0,00023% de la población total de
China: una mota de polvo en el desierto del Sahara. Además, si lo comparamos
con los datos de la gripe, donde en China se contagian 15 millones de personas,
de las cuales mueren unas 9.000 cada año, entonces, ¿a qué viene tanta alarma?
Como siempre, siguiendo el rastro del dinero
se llega a la verdad.
Piénsalo bien. El mundo sólo se mueve por el
dinero.
A lo largo de nuestra historia, siempre ha
primado el dinero sobre la vida de las personas. Por eso se hacen guerras, se
dan golpes de estado y se derrocan gobiernos. Tenemos el ejemplo reciente de
Irak, donde se masacró a 2 millones de personas por el puto petróleo. Entonces,
¿cómo es posible que ahora se deje caer la economía mundial para, supuestamente,
proteger la salud de las personas? ¡Venga ya, por favor! Que somos idiotas pero
no tanto, ¿o sí?
Es la primera vez en la historia de la
humanidad que se antepone la salud del pueblo al dinero. Evidentemente, aquí
hay algo que no encaja. ¿Es que de la noche a la mañana nuestros dueños han
tenido un ataque de humanidad?
Hacer un “reseteo” de la economía mundial es
la mejor opción para diseñar el nuevo modelo de sociedad globalizada que llevan
planificando desde hace décadas, y esta pandemia la escusa perfecta. Si además
se lleva a cabo con el beneplácito y la absoluta colaboración de las masas aborregadas, pues mejor que mejor.
Yo no tengo los conocimientos necesarios para
hablar sobre el coronavirus, pero si se cumplen los vaticinios del simulacro
efectuado en el Evento 201, celebrado en octubre de 2019 en Nueva York, todavía
nos queda por pasar lo peor. En este evento
se calculó que, ante una epidemia de coronavirus, el mundo entraría en una
recesión nunca antes vista y que se llevaría por delante a más de 85 millones
de personas en todo el mundo. ¿Será verdad?
Un consejo. Dejar de mirar las noticias de la
puta televisión e informaros sobre cómo va la economía: sacaréis más cosas en
claro.
Por último – y parafraseando a Alfonso Guerra-,
probablemente cuando este episodio acabe el mundo no lo va a conocer ni la
madre que lo pario.
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