martes, 24 de marzo de 2020

CORONAVIRUS: UN PATÓGENO A LA CARTA


Antes de nada, mi más sincero apoyo y admiración a todos aquellos profesionales de la sanidad que se están dejando la piel para ayudar a la gente infectada por el coronavirus. Por supuesto, también mi más sentido pésame a todas esas familias que han perdido a sus seres queridos y mucho ánimo a los afectados.
En mi anterior artículo, hablé de las consecuencias económicas que esta pandemia provocará. De lo que no hablé, es de cómo “los tíos listos” se forrarán con el hundimiento de la economía mundial.
Hay un dato muy importante que en su momento no se entendió, pero que ahora tiene todo el sentido. El 4 de noviembre de 2018 apareció esta noticia en un diario nacional. ¡Terremoto financiero mundial! La familia Rothschild vende todos sus fideicomisos: la Banca Rothschild, controlada desde más allá de la época napoleónica por la conocida familia del mismo nombre, ha puesto a la venta, en una acción prácticamente sin precedentes, todos sus negocios de fideicomisos. Todos.”
¿Y por qué y para qué los vendieron? Pues porque en ese momento los mercados estaban muy inflados, consiguiendo un buen precio por ellos, y, por supuesto, para acumular liquidez.
Desde siempre una gran crisis es también una gran oportunidad, y “los tíos listos” lo saben.
Estamos viviendo la “madre de todas las crisis”, donde no se salva ni el oro que, como todo el mundo sabe, es el valor refugio por excelencia en cualquier crisis económica. Los mercados se desploman y con ellos las acciones de todas las compañías y bancos más importantes del mundo. Evidentemente, esta es una gran oportunidad para todos aquellos que dispongan de liquidez.
Como es de esperar, esta situación no va a durar siempre y tarde o temprano el mundo volverá a caminar. ¿Y qué va a pasar entonces? Pues que los que tengan liquidez se van a hacer con las acciones de las compañías más relevantes y rentables del planeta, a precio de saldo, y una vez los mercados vuelvan a la normalidad se forrarán.
Por otra parte, el resto de los mortales pagaremos muy caro las consecuencias: inflación, despidos masivos, ruinas y quiebras económicas, asalariados aún más precarios, bajada de las pensiones, restricciones y recortes de libertad como nunca antes vimos.
Ahora se entiende perfectamente la jugada maestra de la familia Rothschild, ya que en la situación actual podrían haber perdido miles de millones de dólares. Sin embargo, no ha sido así.
Mi pregunta es: ¿cómo es que a esta familia nunca le pillan con el pie cambiado? Sólo hay dos posibles respuestas. Una, que sea una casualidad, aunque ya sabemos que en economía las casualidades no existen, y otra, que dispusieran de información privilegiada sabiendo de antemano la que se nos venía encima.
En mi modesta opinión, la actuación de los  Rothschild no nos debería sorprender puesto que esto mismo ya lo hicieron anteriormente.
En 1815, Nathan Mayer Rothschild -aficionado a las palomas mensajeras- fue el primero en conocer la derrota de Napoleón en Waterloo. Con esta información privilegiada, vendió sus Bonos del Estado Británico para hacer creer a la gente que Inglaterra había perdido la batalla. Obviamente, el resto de tenedores de bonos hizo lo mismo y la Bolsa se hundió. Entonces, poco antes de que se conociera la noticia, los Rothschild volvieron a comprar esos mismos bonos a precio de saldo. Cuando se supo la verdad, los precios se dispararon consiguiendo unos beneficios de más de 1 millón de libras, de aquella época,  en un sólo día.
Vamos a ver. No nos dejemos llevar por la sin razón y el pánico. Analicemos la situación por nosotros mismos y no por las noticias que nos venden los medios de comunicación.
Enmascarando la realidad.
Desde que apareció el coronavirus la macro corrupción de este planeta ha pasado a un segundo plano. Y, lo más importante, el mafioso sistema financiero va a ser rescatado nuevamente a cargo del coronavirus.
Acabamos de asistir a un hecho insólito que, en condiciones normales, habría acabado con la monarquía en este país. Me refiero al escándalo del Rey emérito. Sin embargo, ha pasado prácticamente inadvertido para los españoles, ya que están bastante más preocupados por salvar sus vidas.
Quiero pedir a todo el mundo que no entre en pánico y que reflexione.
Que el “bicho” existe y está haciendo estragos entre las personas de más edad es más que evidente, pero no más que cualquier año de gripe estacional si no fuera por el colapso hospitalario y falta de medios (esto no lo digo yo, sino un montón de médicos que lo atestiguan). Estaremos atentos a ver si vemos entre los afectados a octogenarios como Warren Buffett, o Rupert Murdoch.
Por otra parte, todos sabemos que los niños son los mayores receptores y repartidores de virus y los primeros en enfermar. Pues bien, según nos han contado, este coronavirus apenas da sintomatología en niños, adolescentes y jóvenes. Sin embargo, se ceba con las personas mayores de 65 años.
En un mundo cada vez con más gente mayor, ¿es esto casualidad?
Todo parece indicar que estamos ante la creación de una pandemia a la carta, con el objetivo de ir hacia una eugenesia que, probablemente, se llevará a cabo a lo largo de algunas décadas. Porque, lo que está claro, es que esto no va a parar hasta que llegue la tan “ansiada” vacuna. Esa vacuna acabará con la pandemia -elemental mi querido Watson-, pero, ¿qué más nos inocularán con ella?
No seamos ingenuos. Las medidas que estamos viendo no van encaminadas a salvar nuestras vidas, sino a prepararnos para el futuro que nos espera.
Todos sabemos que la tecnología está acabando con los puestos de trabajo. Pero lo que la gente ignora es que con la llegada de la Inteligencia Artificial un 80% de la población ya no es necesaria.
Prohibir a la gente caminar, correr, hacer deporte, bañarse en el mar y confinarla en su domicilio (la mayoría no llega a 70 m2) uno, dos o tres meses, es lo más dañino para las personas sanas, y lo saben.
Según estudios sobre el tema, las personas que están todo el día en casa pueden contraer enfermedades y de hecho las contraen. El motivo no es otro que la falta de contacto con el Sol y el aire libre. También tiene consecuencias a nivel psíquico y bioquímico. Y es que la falta de luz solar hace que estas personas tengan bajos los niveles de vitamina D. Ésta es muy importante ya que, al igual que el ejercicio, nos evita problemas cardiovasculares, de osteoporosis, diabetes, depresión y ansiedad. Por todo ello, los científicos aconsejan pasear al aire libre al menos 30 minutos al día.
Y lo más importante, si estamos confinados dejaremos de relacionarnos con los demás cara a cara y sólo lo haremos de manera virtual. Y ya lo tenemos: conseguirán que vivamos cada día más aislados, eso sí, sin dejar el puto móvil ni para cagar (perdón por la grosería). Por eso, entre otras cosas, se está incentivando el teletrabajo.
Desmontando esta mentira.
Veamos lo que dicen los datos, suponiendo que sean ciertos.
Como hemos visto en China, donde la mortalidad ha sido de un 3% sobre las personas afectadas, el virus no es más mortal que otros. Sin embargo, en Europa, países como Italia y España están teniendo una mortalidad del 6-7%. Este aumento de la mortalidad no es debido al virus, que también, sino al colapso de los hospitales y falta de medios en ambos países, dado que los contagios son muy altos. Si el sistema sanitario de Madrid, diseñado para dar cobijo a 6 millones de habitantes, se colapsó  con 4.000 afectados, ¿qué clase de sistema sanitario es este?
La mentira, repetida hasta la saciedad, de que tenemos el mejor sistema público sanitario del mundo ha quedado en entredicho, con todo mi respeto hacia los profesionales. La falta de medios nos demuestra la poca preocupación del sistema por la salud de los ciudadanos. Y no me vale decir que ningún sistema sanitario está preparado para una pandemia, porque, sin embargo, si estamos preparados para afrontar una guerra o para contener a toda la población del país si esta se sublevase. Para eso sí estamos preparados y existen medios de sobra (todos recordamos los tanques en la calle el 23-F y esos si valen una pasta y no las mascarillas y los respiradores). Al final, es cuestión de prioridades.
Las 3.300 muertes causadas por el coronavirus en China (con un sistema sanitario que puso los medios necesarios construyendo hospitales en tiempo record) suponen el 0,00023% de la población total de China: una mota de polvo en el desierto del Sahara. Además, si lo comparamos con los datos de la gripe, donde en China se contagian 15 millones de personas, de las cuales mueren unas 9.000 cada año, entonces, ¿a qué viene tanta alarma?
Como siempre, siguiendo el rastro del dinero se llega a la verdad.
Piénsalo bien. El mundo sólo se mueve por el dinero.
A lo largo de nuestra historia, siempre ha primado el dinero sobre la vida de las personas. Por eso se hacen guerras, se dan golpes de estado y se derrocan gobiernos. Tenemos el ejemplo reciente de Irak, donde se masacró a 2 millones de personas por el puto petróleo. Entonces, ¿cómo es posible que ahora se deje caer la economía mundial para, supuestamente, proteger la salud de las personas? ¡Venga ya, por favor! Que somos idiotas pero no tanto, ¿o sí?
Es la primera vez en la historia de la humanidad que se antepone la salud del pueblo al dinero. Evidentemente, aquí hay algo que no encaja. ¿Es que de la noche a la mañana nuestros dueños han tenido un ataque de humanidad?
Hacer un “reseteo” de la economía mundial es la mejor opción para diseñar el nuevo modelo de sociedad globalizada que llevan planificando desde hace décadas, y esta pandemia la escusa perfecta. Si además se lleva a cabo con el beneplácito y la absoluta colaboración de las masas aborregadas, pues mejor que mejor.
Yo no tengo los conocimientos necesarios para hablar sobre el coronavirus, pero si se cumplen los vaticinios del simulacro efectuado en el Evento 201, celebrado en octubre de 2019 en Nueva York, todavía nos queda  por pasar lo peor. En este evento se calculó que, ante una epidemia de coronavirus, el mundo entraría en una recesión nunca antes vista y que se llevaría por delante a más de 85 millones de personas en todo el mundo. ¿Será verdad?
Un consejo. Dejar de mirar las noticias de la puta televisión e informaros sobre cómo va la economía: sacaréis más cosas en claro.
Por último – y parafraseando a Alfonso Guerra-, probablemente cuando este episodio acabe el mundo no lo va a conocer ni la madre que lo pario.

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