lunes, 22 de junio de 2020

TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN

Conspiración es una palabra que define el procedimiento para llevar a la práctica un evento real mediante el engaño, el secretismo y la nula transparencia. Este recurso ha sido y sigue siendo utilizado por todas las culturas a lo largo de la historia de la humanidad.
Ahora bien. La “teoría de la conspiración” es otra cosa. Surgió como un fenómeno cultural en los Estados Unidos tras el asesinato del presidente, John Fitzgerald Kennedy, y, desde entonces, no ha parado de crecer.
Las teorías conspiranoicas se ofrecen como explicación alternativa a un evento social, político o económico importante cuando la versión oficial es confusa, insatisfactoria o raya en la imbecilidad.
La teoría de la conspiración puede venir de dos partes diferentes: una independiente y otra de la parte interesada.
La que viene de la parte interesada (disfrazada de independiente) suele ser exagerada, y con tintes paranoicos, con la intención de ridiculizar a las demás teorías independientes para dar más credibilidad a la versión oficial.
Es por esto que la “teoría de la conspiración” ha adquirido un significado un tanto despectivo y peyorativo, ya que implica una tendencia a ver la influencia de algún “ente maligno” en ciertos eventos. Por lo tanto, la teoría de la conspiración se ha convertido en algo común en los medios de comunicación de masas para desacreditar cualquier pensamiento crítico.
La mayoría de las teorías de la conspiración son, en realidad, denuncias de la verdadera conspiración. Entre los que elaboran estas teorías están los periodistas de investigación con experiencia, investigadores profesionales altamente cualificados, historiadores, profesores universitarios y todo tipo de profesionales denunciando sus propias experiencias. Luego, están los “detectives buscadores de la verdad” que bucean en Internet, recopilando información de aquí y de allá, y que en función de su ideología, formación y creencias sacan sus conclusiones.
Pues bien. Todos estos teóricos de la conspiración, en conjunto, representan la “quinta esencia” de los medios alternativos a la información oficial controlada por el poder. Y, como todo en esta vida, a veces están en lo cierto y a veces no.
El lingüista, Noam Chomsky, define la teoría de la conspiración como, más o menos, lo opuesto al análisis institucional.
Hay una realidad manifiesta: todo aquel debate honesto que se quiere cerrar de inmediato se le etiqueta de "teoría de la conspiración" y queda fulminado. Así, de esta manera, es como el pensamiento crítico del individuo es descalificado y ridiculizado, siendo cada vez más difícil mantenerlo: sostener cualquier teoría en contra de lo institucional puede dañar seriamente la reputación y la carrera profesional de quienes lo hacen.
Tras el asesinato de J.F.Kennedy, y aprovechando el surgimiento de teorías conspiranoicas espontáneas, hubo algunos listos -los verdaderos creadores de la etiqueta "teoría de la conspiración"- que se hicieron con la “patente” de tan maravillosa idea. Sabían exactamente lo que esta nueva forma de especular con la información suponía: conseguir que los investigadores en busca de la verdad queden en entredicho. Y así ha sido desde entonces.
No obstante, por mucha etiqueta conspiranoica que se le ponga a una verdadera conspiración real, diseñada para engañar a la gente, tarde o temprano termina siendo descubierta.
Tenemos el ejemplo de los atentados terroristas en EEUU del 11 de septiembre de 2001. Se ha demostrado que el Informe oficial de la Comisión del 11-S es una falacia, una chapuza creada por el Gobierno de los Estados Unidos para engañar al pueblo estadounidense y al resto del mundo.
¿Y qué pasa con esta pandemia? ¿Qué hay de verdad y qué de “teoría de la conspiración”?
Todos estamos informados hasta la saciedad de la versión institucional de esta pandemia. Ahora bien. Existen otras versiones, científicamente más sostenibles, que, sin embargo, no son tenidas en cuenta por los medios de comunicación de masas.
La pandemia del coronavirus ha hundido en la miseria y el hambre a millones de personas en todo el mundo. Esto es un hecho y no es discutible.
Ahora bien. Nuestro experto, Fernando Simón, nos dijo que esto era una cosa pasajera sin importancia y luego que era gravísima. Fernando Simón ha incurrido sistemáticamente en graves contradicciones. Para justificar semejante torpeza, ahora se dice que no se sabe nada del virus y que hay que ir aprendiendo sobre la marcha. Entones, ¿qué clase de experto es alguien que no sabe lo que se trae entre manos? ¿Cómo pueden obligarnos a protegernos, de algo que desconocen, con unas medidas draconianas que rayan el absurdo?
En una entrevista realizada al Doctor Klaus Püschel.0 (profesor y médico forense del Instituto Uke en el Hospital Universitario de Hamburgo), entre otras cosas, comenta que las personas sanas no tienen que preocuparse por el virus, ya que todos los fallecidos tenían una enfermedad previa y estaban en la edad media de la muerte y morir por complicaciones ocasionadas por este virus o por alguna otra causa.
Otro informe (COVID-19 Patient Notification System) asegura que solo  el 5% de las víctimas del RU murieron exclusivamente de covid-19/. Entonces, ¿dónde está la supuesta peligrosidad del virus? ¿Qué importa el número de contagiados si sólo es mortal para una minoría? ¿Por qué no se ha protegido únicamente a esa minoría?  Tomar la decisión de un confinamiento mundial, provocando el colapso de la economía, ¿no será para poner en marcha la agenda globalista, en la que se incluye la reducción drástica de la población mundial, la desaparición del dinero en efectivo/l y el control absoluto sobre la población/?
Para terminar una última cuestión: ¿lo anteriormente expuesto es una teoría de la conspiración o es una denuncia, en toda regla, de la verdadera conspiración?
Como siempre, no te creas nada de lo que acabas de leer y razona por ti mismo a ver a que conclusión llegas.

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