Los acontecimientos
que estamos viviendo jamás han tenido lugar a lo largo de nuestra existencia. Es
la primera vez en la historia de la humanidad que los Gobiernos del mundo
confinan a sus poblaciones por la fuerza, bajo amenaza de sanciones e incluso de
cárcel: Jamás se ha hecho una barbaridad
de tal magnitud, ni siquiera en periodos de guerra.
Justificar el
encierro por una supuesta pandemia y, además, ser defendido por millones de
ciudadanos (“tontos útiles” que apoyan su propia esclavitud) no es más que el
fruto de la propaganda del miedo infundido por los medios de comunicación. Sin
embargo, la tozuda realidad está demostrando que la falsa pandemia declarada
por la OMS se basa íntegramente en afirmaciones falsas y científicamente insostenibles;
vamos lo que en lenguaje vulgar llamamos mentiras.
Definitivamente,
que un gobierno manipule de tal manera a su población, confundiéndola sobre lo
que es o no saludable, es lamentable e inaceptable y debería tener
consecuencias penales.
Piénsalo: ¿quién
define lo que es mejor para nosotros, nuestro sentido común o las gilipolleces
que nos recomiendan los Gobiernos a través de los medios de comunicación?
Después de llevar
tres meses de continuas incongruencias, de mentiras que no se sostienen y de
aberrantes ocurrencias como las fases de
la llamada desescalada, donde la diferencia entre fases es simplemente
numérica, creo que deberíamos hacernos algunas preguntas como estas:
¿Es saludable
cerrar parques y playas donde respiramos
aire fresco, tomamos el Sol y hacemos ejercicio, mientras los estancos
permanecen abiertos por estar considerados bienes de primera necesidad?
¿Es saludable recluir
a la población en sus domicilios, con consecuencias nefastas para su salud como
la ansiedad, la depresión o el debilitamiento de su sistema inmunológico?
¿Es saludable
prohibir a la gente caminar por el campo donde no hay un alma a quien contagiar
y de quien contagiarse?
¿Es insalubre hacer
deporte individualmente o bañarse en el mar sin riesgo de contagiar a nadie?
¿Es para evitar
contagiarse el prohibir ir en coche a 2 personas que viven y duermen juntas? O
lo que es aún más aberrante, tener que coger dos taxis para ir a su domicilio
(esto lo hemos sufrido mi mujer y yo)
¿Es legítimo y
saludable arrasar en un abrir y cerrar de ojos la libertad y los derechos más
elementales de las personas?
¿Es sensato
utilizar un simple virus para generar un caos económico y social que va a
provocar la muerte de millones de personas?
La respuesta
tajante a todas estas cuestiones es NO.
Entonces, la
pregunta inevitable es: ¿qué se pretende con todo esto? Pues ni más ni
menos que implementar la vacuna obligatoria: el viejo proyecto de la élite para
controlarnos y manipularnos a todos, introduciendo en la vacuna un microchip
con lo último en nanotecnología.
Intentar curar una
enfermedad, que aparentemente está desapareciendo por haber agotado su ciclo,
con una vacuna es absurdo; por eso se tiene que seguir fomentando el miedo
durante la eterna desescalada.
Según publica, Sky
News, en el Reino Unido el virus está desapareciendo tan rápido que las
posibilidades de hallar con éxito la tan ansiada vacuna se han reducido al 50%.
Esta es la prueba irrefutable de que la supuesta carrera por una vacuna para
curar el Covid-19 es una farsa, ya que el hecho es que no hay suficientes
enfermos para probarla.
Por otra parte, elaborar
una vacuna no es cosa de meses, sino de años. Otra cosa es que ya esté
elaborada. Lo mismo ocurre con las pandemias. No se anuncian con total precisión
y antelación, salvo que sean provocadas.
Y ahora la otra
pregunta del millón: ¿a quién crees que la vacuna con microchip le confiere el poder
y el control sobre nosotros? Pues pregúntate quién es ese “alguien” y hallarás
la respuesta a esta absurda pandemia. Evidentemente, te adelanto que
encontrarás a los mismos de siempre.
Por último me
gustaría proponerte algo.
A ver si eres capaz
de hacer este ejercicio: observa la televisión y, en general, los medios de
información de masas con objetividad, mente fría y distanciamiento. A los pocos
minutos serás testigo del “lavado de cerebro” al que estamos sometidos a
diario. Si no es así, es que tu cerebro ya ha sido lavado por completo.
La vacuna
obligatoria va a ser muy difícil de implantar, ya que siempre habrá quien se
niegue a ponérsela, como ocurre en el caso de la vacuna anual contra la gripe,
que por mucho que se empeñe año tras año la OMS unos se la ponen y otros no.
Sin embargo, hay formas más sutiles de hacerlo: que sea la misma población
quien lo demande.
Y aquí entran en
juego todos los mecanismos de propaganda: se manipularán sentimientos y
emociones, estimulando a la gente a vacunarse para convertirse en “ciudadanos
responsables” (sumisos) y tachar de sinvergüenzas y egoístas a los rechazadores
de la vacuna. Evidentemente, la vacuna será necesaria para trabajar, viajar,
acudir a actos públicos y, en general, para realizar cualquier actividad social.
De esta manera, poco a poco todo el mundo terminará cediendo o de lo contrario
vivirá aislado y confinado para el resto de su vida. Duro ¿verdad? Pues es lo
que nos espera si no hacemos nada para evitarlo.
¡Abre los ojos!
Culpabilizar a gente normal de hacer cosas normales como celebrar un cumpleaños
es una estrategia perfecta para seguir con esta farsa. De esta manera, no es el
Gobierno el que penaliza, sino los propios vecinos. El Gobierno se lava las
manos como Pilatos y solo aplica lo que los vecinos demandan: más madera
(volver a la fase 0). Pero qué curioso. De esos nuevos infectados no hay
ninguno que esté enfermo (ahora los llaman asintomáticos).
Prepárate porque esto va
para largo.
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