En un medio de comunicación estadounidense,
llamado The National Pulse, se ha publicado que BGI Genomics, una empresa dedicada
al estudio del genoma,
está recolectando ADN de los kits de prueba de Covid-19. Esta compañía se
dedica a acumular, clasificar y almacenar información de las pruebas masivas de
ADN de millones de persona sin su conocimiento y, por supuesto, sin su
consentimiento.
La información es fundamental para el
desarrollo de cualquier actividad, eso es evidente. Pero no debemos olvidar que
la información también es poder.
Todos sabemos de la importancia que tienen
hoy en día los “big data” a la hora de emprender cualquier negocio, ya que si
el fabricante conoce de antemano los gustos del consumidor es más fácil
colocarle un producto que si se va a ciegas. Pues bien. Al igual que una
compañía puede diseñar una campaña de márquetin en función del gusto, de
antemano sabido, de los consumidores, programar a los seres humanos se ha
vuelto igualmente factible.
La ingeniería social recoge información en
todo momento de nuestros teléfonos móviles, tabletas y ordenadores de lo que hacemos,
cómo vivimos, con quién nos relacionamos, si hacemos deporte, que comemos, lo
que dormimos y un larguísimo etcétera. Por si no fuera suficiente, ahora
también va a disponer de nuestro ADN, con lo cual, el conocimiento que va a
tener sobre cada uno de nosotros será infinitamente mayor que el que tenemos de
nosotros mismos.
Con la escusa de la falsa pandemia se están
recogiendo muestras a diestro y siniestro de nuestro ADN que, en teoría, se utilizará
para investigar y así evitar futuras pandemias. Pero, ¿y si fuera para todo lo
contrario; es decir, para utilizarlo como arma de guerra biológica? Según la
Dra. Merritt, que sirvió en la Marina de los EEUU estudiando las armas
biológicas, en los todos los experimentos realizados los animales inyectados con ARNm murieron al reinfectarse. Pues
bien. Por si no lo sabes, esa es la “vacuna” que se está inoculando a la
población mundial.
Estamos viviendo un momento muy delicado
para el futuro de la humanidad. Si no despertamos –y el tiempo se nos está
acabando- la humanidad jamás volverá a ser lo que era.
Un plan
diabólico maestro
El engaño del Covid-19 se diseñó para
reducir drásticamente la población mundial y para reorganizar la sociedad. Esta
es la única realidad. ¿Crees que exagero? Pues pregúntate si hace dos años
hubieses creído que iban a encerrar a toda la humanidad.
Para llevar a cabo sus planes necesitaban el
beneplácito de la gente. Para ello han utilizando los medios de comunicación de
masas, amedrentado a la población a través de la propaganda del miedo. De
hecho, una vez que el “populacho” ha aceptado el relato oficial, a cambio de
falsas promesas, se ha vuelto totalmente imbécil, dócil y obediente y ya no hay
marcha atrás.
Volver a recuperar los derechos humanos, la
libertad individual y la dignidad se me antoja poco más o menos que imposible,
en una sociedad de paranoicos. En muy pocos años van a ser un recuerdo del
pasado. Nos habremos convertido en seres intoxicados por los medios
propagandísticos de comunicación y manipulados genéticamente mediante la
introducción en nuestros cuerpos de tratamientos transgénicos llamados vacunas
ARNm.
La ingeniería social está fomentando la
dictadura de la salud que, no lo dudes, ha venido para quedarse. Los esfuerzos
en todo el mundo de gobiernos, políticos, medios de comunicación, funcionarios,
organismos de salud, jueces y policía, entre otros, no se están haciendo en
balde. Del mismo modo, las innumerables sandeces que la gente está obligada a
llevar a cabo (confinamientos, toques de queda, hidrogeles, mascarillas,
distanciamiento social, etc.), no son para librarles de ninguna enfermedad ni para
que todo vuelva a la normalidad mañana. No seas ingenuo. Esto solo acabará
cuando hayan cumplido sus objetivos.
La
hoja de ruta.
La falsa pandemia no ha venido por
casualidad. Es un plan muy bien elaborado que incluye la quiebra de la economía
para sembrar el pánico y hacer que la gente consienta la solución que nos
proponen nuestros dirigentes. Y la solución es la aceptación de las vacunas, los
códigos QR, el pasaporte Covid y los chips de control.
Luego vendrá el Gran Reinicio de la economía
con la condonación de todas las deudas a cambio de aceptar el Nuevo Orden
Mundial que, entre otras cosas, incluirá el sometimiento a un gobierno mundial,
inicialmente de la ONU y la OMS.
Mientras tanto, las vacunas eugenésicas
harán su trabajo eliminando en el transcurso de una década al mayor número
posible de “parásitos”. Los que sobrevivan a la vacuna; o lo que es lo mismo, la
gente vacunada con placebos (¿500-1.000
millones?) serán controlados por mediación de algún tipo de microchip con
nanotecnología de ADN. Este microchip controlará la actividad cerebral, el
sistema nervioso y el sistema endocrino, entre otros. Y no es una teoría de la
conspiración, es tecnología ya existente y patentada (Proyecto ID2020 cuyo
objetivo es la digitalización global de datos biométricos de todas las
personas, donde participan The Rockefeller Foundation, Microsoft y Gavi
“The Vaccine Alliance”).
La gente sigue sin ver que esto no va de
salvar vidas, sino de todo lo contrario: no es más que la hoja de ruta de la
Agenda 2030, que contempla un plan para despoblar el 95% del planeta y crear un
Nuevo Orden Mundial.
El plan existe, otra cosa es que lo puedan
llevar a cabo. Pero mientras la gente siga viendo la TV no hay manera de despertar.
Si fuesen capaces de apagar la TV, de quitarse la mascarilla y volver a su vida
de siempre esto se acabaría en un abrir y cerrar de ojos.
Para terminar, solo decir que las pandemias
reales no necesitan de ninguna campaña de propaganda continuada para recordarte
que existen. Sin embargo, las operaciones psicológicas sí.
Y otro dato algo esperanzador. Cuando la
Reina de Inglaterra tiene que salir a la palestra a vacunarse públicamente (con
un placebo, evidentemente), es que la cosa no va como ellos esperaban: si la
aceptación de la vacuna fuera realmente elevada, como ellos dicen, no habría
necesidad de tanta propaganda, ¿no crees?
Hay esperanza para creer que sus planes se pueden ir al traste si nos resistimos a la vacuna. Al menos eso quiero pensar. Pero el tiempo se acaba.
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