Actualmente
vivimos en un mundo perfectamente compartimentado. Cada compartimento superior
controla y domina al compartimento inferior, pero ignora por completo lo que
sucede en los compartimentos superiores.
Básicamente su
estructura sería así:
En el
compartimento más bajo nos encontramos todos nosotros: el “populacho”, la
“plebe”, los “esclavos”. En definitiva, los que no tenemos capacidad para
cambiar nada y nuestra única misión es obedecer, producir y consumir.
Por encima de
nosotros hay un compartimento muy delgado, pero a la vez el más fuerte, donde
se encuentran las fuerzas represivas: ejército, policía, agencias de inteligencia,
etc. Este compartimento sirve de barrera entre nosotros y el resto de
compartimentos superiores, de tal manera que su única función es proteger a los
compartimentos superiores del “populacho”. Evidentemente, sin él la dominación
y el sometimiento simplemente no se podrían llevar a cabo.
El siguiente lo
ocupan los gobiernos, que lo comparten con los medios de comunicación de masas
y los centros educativos. Este compartimento es de vital importancia, ya que es
el encargado de ejecutar las órdenes que vienen de los compartimentos
superiores y de adoctrinar a la “plebe”.
Arriba de los
gobiernos están los organismos internacionales que dictan las normas: Organización
Mundial de la Salud (OMS), Organización Mundial del Comercio (OMC),
Organización Internacional del Trabajo (OIT), Organización de Naciones Unidas
(ONU), Organización de Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la
Cultura (UNESCO), …
Los organismos
internacionales están a merced de las grandes corporaciones como Aramco, Microsoft,
Amazon, Facebook, Alibaba, Berkshire Hathaway, Johnson & Johnson, Apple,
Exon Movil, Netslé, Bayer, y un larguísimo etcétera.
Las grandes corporaciones
son financiadas por los bancos comerciales que a su vez dependen de los bancos
centrales, el Banco de Pagos Internacionales (BPI), el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
Por encima de
todos estos se encuentran las organizaciones que deciden verdaderamente los
designios del mundo: Chatham House (conocido como el Instituto Real de Asuntos
Internacionales), Naciones Unidas, Comisión Trilateral, Grupo Bilderberg, Club
de Roma, Consejo de Relaciones Exteriores y el Comité de los 300. Estos “Thinks
tanks” son los encargados de pensar por los demás y establecer las bases de
toda la sociedad.
Y para terminar,
en lo más alto, tenemos a LOS AMOS DEL
MUNDO: las familias dueñas de todo este gran imperio entre las que figuran los Rothschild, Rockefeller,
Morgan, Du Pont, Warburg, Windsor, Collins, Li y algunas más, las cuales
no llegan al 0.00001% de la población mundial.
Bueno, pues si no es exactamente así, es
algo que se le parece mucho.
Una vez explicado cómo está configurado el
mundo, veamos ahora la última elucubración de nuestros dueños.
Los amos del mundo han diseñado para
nosotros una dictadura de la salud.
Con ese pretexto nos restringirán todos nuestros derechos y libertades (como ya
estamos viendo) hasta conseguir un control absoluto sobre cada individuo. Será
una dictadura de los salvoconductos médicos, sin los cuales no podremos ni tan siquiera
coger el metro. (La
UE prepara el pasaporte Covid/)
Y lo van a hacer con el beneplácito de la
mayoría de imbéciles útiles que han ido forjando a lo largo de los años a
través de la televisión. Estos imbéciles útiles nos arrastrarán con ellos sin
remedio a la gran dictadura de la salud mundial.
Pensarás que cómo gente universitaria (médicos,
ingenieros, abogados, etc.) van a ser estúpidos. Pues por una única razón: por
miedo. El miedo bloquea el sentido común y sin sentido común te conviertes en
un imbécil. Y esto nada tiene que ver con tener un título universitario. Por lo
tanto, no importa si eres un catedrático de física cuántica cuando has sido
abducido con mentiras inoculadas por el miedo a la muerte.
Después de darle muchas vueltas a la actual
situación, pues no comprendía cómo la sociedad ha podido aceptar sin rechistar
todas estas nuevas normas distópicas, me he dado cuenta de que lo que está sucediendo
es lo que tenía que suceder, ya que para eso fuimos programados.
Personalmente, hace tiempo que sé que somos
una sociedad de esclavos. Lo que no sabía es que la gran mayoría lo ignora. No
obstante, me autoengañaba diciéndome que
vivíamos en una sociedad de hombres y mujeres relativamente libres. Pero eso se
acabó. Para nuestra desgracia, la verdad desgarradora ha irrumpido en nuestras
vidas cual elefante en cacharrería. Los toques de queda, el bozal, los
confinamientos, las vacunas innecesarias -para ellos no tan innecesarias- y todo tipo de restricciones absurdas nos han
puesto de nuevo en nuestro sitio: a los pies de los caballos.
Evidentemente, la gran mayoría de imbéciles
útiles no compartirán lo que acabo de exponer aquí. Pero piénsalo. El grado de
imbecilidad es tal, que para inocularte una vacuna maravillosa que te librará
de una enfermedad mortífera tienen: primero, que amenazarte para que te la
pongas (Galicia ya la ha hecho obligatoria), y, segundo, hacerte un test para
saber si estás enfermo de esa enfermedad tan peligrosa. ¡Es de locos! O mejor
pregúntate: ¿es de imbéciles o no es de imbéciles?
Los gobiernos nos “han vendido” que todas
las medidas adoptadas en relación con la falsa pandemia se centran en un solo
motivo: "salvar vidas". Y digo yo: ¿por qué esa repentina preocupación de las autoridades por "salvar
vidas"? En el libro de David Berlinski, The Devil's
Delusion (El espejismo del diablo), se enumera los conflictos
del siglo XX y sus víctimas, cuyo número asciende a más de 177 millones. Así
que esa afirmación de que todo lo que se está haciendo en esta falsa pandemia
es para “salvar vidas”, por parte de los mismos poderes fácticos que en el
siglo pasado han masacrado a más de 177 millones de personas, no se sostiene.
No seamos
ingenuos. A las autoridades les importa una mierda (con perdón) “salvar
vidas".
Sin embargo, su sed de control es incuestionable. En los últimos años ha habido
un asombroso aumento de cámaras para el espionaje masivo de la población;
se han implantado millones de microchips subcutáneos en todo el mundo; las
identificaciones biométricas junto a las tecnologías de reconocimiento facial se
han implementado de manera escandalosa y los interminables procedimientos de
"seguridad" en aeropuertos y otros lugares se han hecho cada vez más
insoportables. Pues bien. Ahora con la dictadura de la salud se incrementarán
hasta límites intolerables. Y todo por culpa de los imbéciles útiles que no son
conscientes de lo que se nos viene encima.
Un
atisbo de esperanza,
Según informaciones aparecidas en
diferentes medios alternativos, a día de hoy se está organizando lo que
podríamos llamar un “segundo tribunal de Nuremberg”.
Miles de abogados de todo el mundo,
capitaneados por el abogado estadounidense-alemán, Reiner Fuellmich, están
preparando una demanda colectiva para procesar a los responsables del escándalo
Covid-19, manipulado por el Foro Económico Mundial. Para quien no lo sepa, Reiner
Fuellmich es el abogado que logró condenar al gigante automovilístico
Volkswagen, por la manipulación de los catalizadores, y el mismo que consiguió que
el todopoderoso Deutsche Bank fuera procesado y condenado por prácticas
abusivas.
Según Reiner Fuellmich, “todos los fraudes cometidos por las empresas
alemanas son irrisorios en comparación con los daños que ha causado y sigue
causando la crisis de Covid-19” y los
responsables deberían ser procesados por el mayor crimen contra la humanidad jamás cometido”.
El 15 de febrero
de 2021, Fuellmich hizo las siguientes declaraciones: "Las audiencias de un centenar de
científicos, médicos, economistas y abogados de renombre internacional, que la
Comisión de Investigación de Berlín sobre el asunto Covid-19 ha llevado a cabo
desde el 10 de julio de 2020, han demostrado, con una probabilidad cercana a la
certeza, que el escándalo del Covid-19 no fue en ningún momento un
problema de salud. Se trataba más bien de afianzar el poder -ilegítimo, porque
fue obtenido por métodos criminales- de la corrupta "camarilla de
Davos", transfiriendo la riqueza de las poblaciones a los miembros de la
camarilla y destruyendo, entre otras cosas, las pequeñas y medianas empresas en
particular. Plataformas como Amazon, Google, Uber, etc. podrían así apropiarse
de sus cuotas de mercado y riqueza.”
También dijo que “los principales responsables -en particular
políticos- de crímenes contra la humanidad cometidos aquí pueden y deben
ser declarados responsables en el marco de un nuevo Tribunal Internacional de
Justicia que se creará de acuerdo con las directrices de los juicios de
Nuremberg con una distribución internacional.”
Estamos ante una
catarsis de dimensiones épicas. Si permanecemos inertes la dictadura de la
salud se impondrá. Esperemos que esta iniciativa tenga continuidad y que más
temprano que tarde se conozca la verdad y todos los criminales que han
destruido millones de vidas sean procesados y condenados.
Pronto se
cumplirá el aniversario del día en que perdimos nuestros derechos y libertades.
Lo que he visto en este año ni en mis peores pesadillas lo hubiera podido imaginar:
gente que conozco -personas sensatas e inteligentes- sucumbiendo a la
propaganda y a la mayoría de la población mundial viviendo una paranoia
colectiva. ¿De verdad quieres seguir viviendo así? Personalmente, pienso que
con enfermedad o sin ella esto jamás lo tendríamos que haber consentido.
Como decía Jesús Quintero (el Loco de la Colina): “¡Un poquito de dignidad, por favor!”
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