domingo, 30 de mayo de 2021

EXAGERACIÓN, MANIPULACIÓN Y UTILIZACIÓN DE LA FALSA PANDEMIA

Desde que apareció la vida en la tierra -hará unos 3.000 ó 4.000 millones de años- todos y cada uno de los seres vivos de este planeta han tenido que enfrentarse a innumerables dificultades para conseguir -algunas veces sí y otras no- sobrevivir. Los cataclismos naturales, las enfermedades y los peligros que entraña en sí la propia vida son parte de nuestra existencia y, aunque hemos evolucionado sustancialmente, nada ha cambiado en este sentido. Lo único que ha variado es la manera de afrontarlo: en ocasiones acertadamente y otras no tan acertadamente.

Como sabemos, la OMS ha declarado una pandemia a nivel mundial, por un coronavirus llamado Sars-Cov-2, que ha sumido al mundo en un caos.

Lo que hay que analizar es si esa decisión está justificada o es un tanto exagerada, manipulada o sesgada.

Empecemos por saber qué es un virus. Según los biólogos, los virus son el origen de la vida tal y como la conocemos. Están presentes en todos los seres vivos, tanto insertados, formando parte de sus genomas, como realizando funciones de vital importancia como parte del microbioma. Pero también hay virus modificados genéticamente en laboratorios, lo que ha dado lugar a la proliferación de  armas biológicas.

Todos conocemos hasta la saciedad la versión oficial sobre la pandemia. Sin embargo, muy pocos conocen la existencia de voces discordantes, dado que son sistemáticamente silenciadas y condenadas al ostracismo. En el siguiente artículo “La estupidez de las vacunas de ARN para la COVID-19” tienes otra versión y análisis de los hechos, que deberías tomarte la molestia de leer para poder comparar y sacar tus propias conclusiones. Eso sí, procura que no entre en juego tu disonancia cognitiva; es decir, la negación rotunda de unas pruebas evidentes, y contrastadas, por el mero hecho de que no coincidan con las tuyas.

Empecemos con una triple pregunta: ¿quién ha tomado esa decisión, por qué la ha tomado y basándose en qué la ha tomado? Respuesta: la decisión la tomó la OMS, porque “alguien” se lo ordenó y lo hizo basándose en una sarta de mentiras, como ya he argumentado en anteriores artículos. Así de claro.

Veamos a continuación una analogía.

Como todos sabemos, el tráfico en las carreteras produce al año millones de accidentes y más de 2 millones de muertes en el mundo. ¡Preocupante! ¿Verdad? Ahora imagínate que llega un “iluminado” y para solucionarlo prohíbe circular por las carreteras, encerrando todos los vehículos en los garajes, manteniendo solo unos servicios mínimos. Evidentemente, ya no habrá tantos accidentes, pero estarás de acuerdo conmigo que el problema que se ha creado es mayor que el que había antes, dado que el desabastecimiento de bienes y servicios generará un caos de unas dimensiones colosales. Y digo yo, ¿no sería mejor solución hacer coches más fiables y una red de carreteras más seguras? Evidentemente.

¿Y cómo se ha actuado en esta “crisis sanitaria”? Pues de la misma manera. El “iluminado” de turno (la OMS) decidió tirar por la calle del medio: de la noche a la mañana nos encerró a todos (sanos y enfermos) en nuestras casas acabando con toda actividad económica. Una animalada como la copa de un pino que, además, se ha enquistado en el tiempo, y lo saben.

La excusa utilizada ha sido que una enfermedad contagiosa podría colapsar el sistema sanitario. Pues bien, pongamos la solución a ese problema. Lo que hay que hacer, entonces, es crear un sistema sanitario capaz de absorber cualquier emergencia. Y que no nos engañen haciéndonos creer que no se puede llevar a cabo, dado que en otros ámbitos si se hace como expondré a continuación.

Actualmente la mayoría de países disponen de unas fuerzas armadas con aviones, barcos, tanques y un sinfín de armamento cuyo mantenimiento cuesta un dineral. Estas fuerzas armadas y su costosísimo armamento están en tiempos de paz, digámoslo así, “muertas de risa”, pero se convierten en indispensables en caso de conflicto bélico. Esto es así en todos los países del mundo y nadie parece cuestionarlo.

Y yo me pregunto: ¿por qué no se hace lo mismo con el sistema sanitario? Tener preparado un sistema sanitario de emergencia para cubrir cualquier evento adverso sería más eficiente que prohibir toda actividad y mantener a la población encerrada. Eso por no hablar de que sería infinitamente más económico. Esto también lo saben.

Para hacernos una idea de la exageración, manipulación y utilización de esta falsa pandemia solo tenemos que compararla con una pandemia de verdad como fue la peste bubónica.

En la edad media la peste bubónica se llevó por delante a 75 millones de personas en Europa, Asia y África cuando el planeta solo contaba con 500 millones de habitantes y no había ni coches ni trenes ni aviones, por lo tanto, la movilidad de la gente era infinitamente inferior a la actual. Eso supuso la muerte del 15% de la población mundial. Ahora, en un mundo intercomunicado y globalizado, de 7.850 millones de habitantes, la falsa pandemia ha ocasionado la muerte (según datos oficiales) a 3,5 millones de personas, lo que supone el 0,04% de la población mundial. Entonces, ¿de qué pandemia estamos hablando? ¿Cómo se puede parar el mundo con estos datos? ¿Cómo podemos aceptar confinamientos, toques de queda, uso obligatorio de mascarillas y, sobre todo, la inoculación masiva de unas vacunas que no han sido aprobadas?

Para aclarar estas cuestiones tiremos de hemeroteca y repasemos las tragedias anunciadas durante los últimos 60 años:

Allá por los años 60 se decía que el petróleo se agotaría en menos de 2 décadas; en los 70, que venía una pequeña edad del hielo; en los 80, que la lluvia ácida destruiría los cultivos para siempre y, en los 90, que la capa de ozono desaparecería por completo acabando con la vida en la tierra. Luego, que el “efecto 2000” acabaría con los ordenadores, que para el año 2010 el cambio climático habría derretido los casquetes polares y que la crisis del 2008 arruinaría el planeta. Más tarde empezaron a llegar amenazas como el Ántrax, el virus del Nilo, el Sars, el Ébola, la gripe aviar, el Zica y la gripe porcina que nos matarían a todos. Y ahora, como sabemos, el Sars-Cov-2.

Demasiadas amenazas y ninguna cumplida ¿verdad?

Entonces, deberíamos preguntarnos: ¿por qué ese empeño de tener sumido al mundo constantemente en estado de shock? Y, ¿para qué?

La respuesta es bastante sencilla.

Se sabe que la fuerza más importante que subyuga al hombre es el miedo. Ese miedo se nos imparte diariamente desde que nacemos: primero por nuestros propios padres, luego en los colegios y, por último, por los medios de comunicación que nos acompañarán el resto de nuestra vida.

De todos es sabido que si quieres conseguir cualquier cosa de alguien solo tienes que atemorizarlo y hará todo lo que se te antoje. Y eso es lo que se está consiguiendo con tanta noticia catastrófica, incluida esta falsa pandemia: implementar un nuevo paradigma por la puerta de atrás que traerá consigo un genocidio y una esclavitud como nunca antes la hubo.

Que no te engañen más. Lo que se pretende es que absolutamente todo esté controlado por un poder oscuro supranacional que no ha sido elegido por nadie.

Mientras la gente piensa en el “bicho”, en vacunarse y en volver a la “normalidad” el cambio ya está en marcha. La inmigración ilegal va a subvertir la cultura y forma de vida de los países receptores. Esto ya se está produciendo. El cambio climático (probablemente provocado) está sirviendo de excusa para el cierre de la industria supuestamente contaminante, limitar la velocidad de circulación, desaparición de todos los vehículos que no sean eléctricos, ir hacia la prohibición del consumo de carne y la restricción de viajar en avión que, por cierto, igualmente está sucediendo. ¿Y qué decir de la inminente eliminación del dinero físico y la llegada de la moneda digital de los bancos centrales BCDC? Pues también está a muy poco de implementarse. Luego están los cambios en el sistema nacional de salud, la desaparición de puestos de trabajo que no van a volver, la implantación de una renta básica universal, los pasaportes sanitarios, las restricciones de movilidad y un larguísimo etcétera. Y así suma y sigue.

Probablemente nadie sabe, en realidad, el verdadero propósito de tal despropósito, pero lo que cada vez resulta más evidente es que esto no es lo que nos dicen que es. Y lo más preocupante: que las “vacunas” no son lo que nos dicen que son.

Todo parece indicar que el futuro que nos espera pasa por la Agenda 2030: un plan maestro promovido por el Foro Económico Mundial y Naciones Unidas para cambiar el sistema político-económico del mundo y llevarlo hacia una sociedad unipolar tipo China. Por eso no quieren que la gente tenga independencia y privacidad.

Como dijo Confucio: “Saber qué es lo correcto y no hacerlo es la mayor cobardía

Pero la cruda realidad es aún peor: el mundo ha colapsado de imbecilidad y esa imbecilidad no hay quien la pare. 

1 comentario:

  1. exagera ud. en lo "parar TODA actividad economica"...pero en general buenos elementos de juicio para propios y extraños....animo!!!!!

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