La falsa pandemia ha dejado en evidencia a todos aquellos Estados que
supuestamente pretenden ser una alternativa al poder de Occidente. Esto se
corroboró, indiscutiblemente, cuando durante la falsa pandemia los BRICS, con
China a la cabeza, adoptaron las mismas “majaderías” que el resto de países
occidentales. Del mismo modo, todos los supuestos conflictos políticos,
diplomáticos, económicos, climatológicos y militares que estamos viendo son
simple y llanamente para desviar la atención del público del verdadero
objetivo: imponer por la puerta de atrás la Agenda 2030.
Esta agenda será aplicada en todos los países del mundo, sin excepción,
ya que el que rehúse a seguirla (recordemos lo que ocurrió cuando algunos
países africanos se negaron a aplicar las pautas de la falsa pandemia y sus
presidentes fueron asesinados) debe atenerse a las consecuencias.
La Agenda 2030 no ha sido votada en ningún parlamento y menos aún ratificada
por el pueblo en referéndum. Los 17 puntos de esta agenda, sobre los que no se
puede discrepar, no son más que palabras bonitas en un documento lleno de
colorido que, sin embargo, oculta una triste realidad.
No, no te equivoques, la Agenda 2030 no va a proteger el planeta. La
Agenda 2030 va de privatizar y controlar todos los recursos naturales por parte
de la plutocracia; va de la prohibición de explotar nuestros propios recursos para
no alcanzar la soberanía alimentaria y energética; va de la baja o nula
rentabilidad de las explotaciones particulares agrícolas y ganaderas, que unido
a la destrucción de presas y embalses fomentarán la escasez de alimentos; va de
la demonización de los animales de granja, de la carne y el fomento del consumo
de insectos; va de la restricción de la movilidad, de la pérdida de libertad y
calidad de vida; va de la destrucción de los valores occidentales y de la
familia; va de la creación de nuevos impuestos y, en definitiva, va de
dependencia, de control, de sumisión y del totalitarismo más recalcitrante.
Las élites globalistas no tienen fidelidad a ningún Estado. Son por
encima de todo apátridas y sólo persiguen un único fin: la dominación
mundial. Para entender lo que está pasando, no hay más que consultar el
famoso informe “Los límites del crecimiento”, elaborado por el Club de Roma en
1972, donde figuran las claves de la estrategia de desindustrialización de los países occidentales y las teorías
maltusianas de despoblación.
La entrada de los globalistas en China sólo tenía un fin: destruir la
fuerza económica de Occidente a través de la política de desregulación. Esto,
unido a la fuga de capitales e industrias de los países occidentales hacia
China y otros países asiáticos, son los que han propiciado el llamado “milagro
chino”, y no el régimen comunista. Evidentemente, en contrapartida China se
comprometió a ser el mayor promotor de la Agenda 2030 de la ONU y del Gran
Reinicio del FEM.
¿Y qué decir de Rusia? Hay que ser ciego para no ver que después de más
de un año y medio de guerra entre Rusia y Ucrania (supuestamente Rusia contra
la OTAN, o sea, contra Occidente) nada ha cambiado en la política de la
administración Putin con respecto a la implementación de la Agenda 2030, para
el “Desarrollo Sostenible”, donde se está implementando la digitalización
masiva de la sociedad, la supervisión y el control total de los ciudadanos, la
eliminación del efectivo y la política de implantación de las CBDC. Por cierto,
esos “deberes” ya los ha hecho China.
Ya en el año 1992, en la Cumbre de la Tierra de Río, se estableció una
estrategia única de desarrollo para todos los países del mundo que derivó en la
Agenda 2030. Tres décadas después, la gran mayoría de la población sigue
dormida ignorando por completo esta nueva realidad geopolítica.
Desde entonces, los círculos globalistas han impuesto a toda la
humanidad un sinfín de estúpidas (o no tan estúpidas) ocurrencias a cual más
retorcida. Así se empezó con el “calentamiento global”, ahora reconvertido en
“cambio climático” por razones obvias. Luego inventaron el “desarrollo
sostenible”, la “energía verde”, la ideología de género”,…. hasta llegar a
aterrorizar a la población mundial con un “virus volador” salido de un mercado
de Wuhan.
China es el proyecto piloto (el cual ha tenido un éxito arrollador) para
la tiranía tecnocrática global, que esperan imponer absolutamente a todos los
países del mundo bajo un único centro de control.
Parece que, como casi siempre, hemos sido engañados por personas
influyentes, que nos han hecho creer que los BRICS se estaban organizando para
acabar con el dólar estadounidense y por ende con la hegemonía de Occidente.
Según las declaraciones de la Directora del New Development Bank (NDB,
comúnmente conocido como el banco BRICS): “La moneda funcional del banco es
el dólar por una razón muy específica: es en dólares americanos donde se
encuentran las mayores reservas de liquidez... No se puede salir del universo
del dólar y operar en un universo paralelo”.
En el mismo sentido se pronunció Anil Sooklal, Embajador de Sudáfrica
ante los BRICS, quien dijo: “se está desarrollando
una desafortunada narrativa que dice que los BRICS se crearon como competencia
al G7 o la Norte Global. Eso sencillamente es incorrecto, ya que lo que
pretendemos es avanzar la agenda del Sur Global para construir una arquitectura
global más inclusiva, representativa, justa y equitativa”.
Después de semejantes declaraciones, es
evidente que lo que algunos nos han vendido -“los BRICS son una alternativa
para acabar con la hegemonía de Occidente”- dista mucho de ser real.
Sin embargo, ocurre exactamente todo lo
contrario con la Agenda 2030: nadie habla de ella -parece como si no existiera-
pero se va imponiendo a pasos agigantados.
Para nuestra desgracia, en la actualidad el cerebro de las masas ha sido lavado y condicionado para que acepten cualquier disparate de sus gobernantes, de los falsos científicos y, desde luego, del circo mediático. Por eso tragarán con la Agenda 2030, al igual que tragaron con la falsa pandemia.
Bloque
ResponderEliminarRenegado
Ignominioso
Colaboracionista (y)
Saqueador.