En la película “Dos Hombres y un Destino”, Paul Newman y
Robert Redford custodiaban el traslado de la nómina de una empresa minera en
Bolivia. En el trayecto, fueron atracados por unos bandidos que les robaron el
dinero. Cuando los bandidos estaban repartiendo el botín, aparecieron
Paul Newman y Robert Redford y les dijeron:
-“¡Eh, amigos! Ese dinero es nuestro”.
A lo cual respondió el jefe de los bandidos:
-“No, amigos, ahora ya no es suyo, ahora es de
nosotros”.
Y agregó, dirigiéndose al resto de los
bandidos:
-“Háganse a un lado, que igual estos tíos
nos matan”.
Y como sabrá todo aquel que haya visto la
película, inmediatamente después se produjo un tiroteo donde todos los bandidos
fueron aniquilados.
Pues bien. Eso mismo es lo que están haciendo
todos los gobiernos corruptos y genocidas de este planeta: acabar con toda la
población enferma y mayor de 65 años que puedan.
Según sus propias estadísticas, el 97% de las
muertes causadas por el coronavirus son de personas mayores de 65 años.
¡Increíble! ¿Verdad?
Pero esto no es todo. Un informe del gobierno
italiano (Report COVID-2019_17_marzo-v2.pdf) ha revisado los registros del 18%
de los pacientes fallecidos para ver si las personas mueren realmente por el
virus o por otras causas más obvias. Y, ¡oh, sorpresa! encontraron que el
99% de las personas que han muerto por coronavirus tenían otra enfermedad.
¿Será verdad?
Mantener confinadas a personas sanas durante 2
ó 3 meses ya es malo de por sí. Pero si, además, esas personas son mayores, las
patologías que van a sufrir se incrementarán de una forma exponencial.
Veamos algunos de los problemas derivados de la
falta de movilidad en personas mayores.
El llamado síndrome de inmovilidad puede
producir numerosos efectos perjudiciales -e incluso mortales- en el organismo
de las personas de más edad.
La inmovilidad afecta a la circulación
sanguínea, ya que se ralentiza y no riega adecuadamente los diferentes órganos
del cuerpo. Además, la sangre puede coagularse y formar trombos con el
consiguiente riesgo de paro cardiaco.
La inmovilidad también afecta al sistema
respiratorio, puesto que la capacidad respiratoria se ve reducida. También
puede provocar disnea y sensación de ahogo y degenerar en derrame
pulmonar.
Los sistemas digestivo y renal también se
pueden ver afectados y ocasionar serios problemas, por no hablar de las consecuencias
a nivel mental.
Y lo que nadie parece tener en cuenta: la
falta de ejercicio ocasiona en los mayores la pérdida inmediata de masa
muscular. Este es el mayor de los problemas pues, al final, todos los demás
derivan de éste.
¿Y cómo termina todo esto? Evidentemente,
termina mal.
Cuando una persona mayor pierde su masa
muscular, y no puede valerse por sí misma, pasa a ser una persona dependiente.
Esta persona suele pasar el día en la cama y, a consecuencia, la piel sufre
y provoca la aparición de úlceras y heridas que pueden llegar a resultar muy
dolorosas y problemáticas si se infectan. Del mismo modo, todos los órganos del
cuerpo se van deteriorando y dejando de funcionar correctamente. Al final, una
persona mayor en la cama no dura mucho y muere.
Dicho esto, me gustaría saber quién ha tenido
la “genial idea” de no dejar salir a pasear a las personas mayores, salvo,
claro está, que se haya decidido a sabiendas de las nefastas consecuencias que
una medida como esta tendrá para este colectivo. ¡Ojo al dato! La mayoría de
países europeos, incluido Italia, dejan pasear individualmente a las personas y,
salvo Italia, tienen menos muertos que nosotros.
No creo que nada de lo que está pasando en el
mundo sea por casualidad ni que los informativos ignoren “inocentemente" las
millones de voces discrepantes con respecto a esta situación insólita.
Bajo mi punto de vista, y sin querer convencer
a nadie, se trata de alimentar el miedo a escala planetaria con fines estrictamente
políticos y económicos.
Le dijo Séneca a Nerón: “tu poder radica en
mi miedo, ya no te tengo miedo; por tanto, tú ya no tienes poder sobre mí”.
Mientras estamos bloqueados por el temor a
contagiarnos de coronavirus no vemos lo que verdaderamente hay detrás de esta
pandemia, que es mucho y muy gordo.
Piénsalo. Nunca antes ha habido tanta cantidad
de medios de comunicación. Sin embargo, paradójicamente esto ha dado paso a una
sociedad de la desinformación y confusión. Estos medios publican impunemente
mentiras como si de verdades absolutas se tratara con el único fin de defender
intereses bastardos. Nada más.
El coronavirus no es el fin del mundo ni nada
que se le parezca, pero si es una enfermedad mortal para las personas de edad
más avanzada.
Para los que ya pasamos de los 60 años, si no
nos mata el coronavirus nos matará el miedo, el confinamiento, la crisis
devastadora que se avecina o la imbecilidad. Por eso he titulado este artículo “Háganse
a un lado, que igual estos tíos nos matan”.
Y eso es lo que deberíamos hacer: echarnos a
un lado, en el más estricto sentido de la palabra (a buen entendedor, pocas
palabras bastan).
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