Estamos inmersos de lleno en una crisis
existencial sin precedentes en la historia de la humanidad. Si no tomamos
consciencia y reaccionamos, es que ya hemos perdido toda capacidad de reacción
y no hay solución. Por tanto, seguiremos “confinados de por vida” y aplaudiendo
a las 8 de la tarde (es una metáfora).
Esta pandemia no es una casualidad. Es una
eugenesia en toda regla, organizada y planificada por los dueños del mundo que
ya no necesitan a una población no productiva que, además, está ocupando su “espacio
vital”.
En el artículo que publicó el 13 de abril de
2020 Univisión, No
habrá un regreso a la normalidad en el mundo tras la pandemia del covid-19,
se relata la conferencia de prensa que dio en la Casa Blanca el doctor Anthony
Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas de EEUU. En ella dijo
que podría no haber un "regreso a
la normalidad" después de que termine la pandemia de coronavirus.
En realidad lo que
hizo el doctor Anthony Fauci, es dar a conocer oficialmente (nada menos que en
la Casa Blanca) el nuevo orden mundial, enumerando todo aquello que nos espera
y que muchos llevamos denunciando desde hace años. Entre otras cosas, habla de
cómo la implantación de la Inteligencia Artificial es ya irreversible; de cómo
los robots sustituirán a las personas en
los centros de trabajo; del control absoluto de la población mediante la
monitorización; de las restricciones para viajar; de relaciones virtuales en
vez de presenciales; de la pérdida absoluta de privacidad, de la
reestructuración de la economía mundial y de la implantación de un gobierno
mundial.
Si eres un poco
observador, te habrás dado cuenta de cómo los informativos de las diferentes
cadenas de televisión ya nos están preparando. Noticias en las que se nos dice
claramente cómo somos controlados y monitoreados mediante el móvil, están a la
orden del día. Del mismo modo, esas clases de gimnasia, los niños asistiendo al
cole virtualmente, la gente teletrabajando y todo lo que está relacionado con
alejarnos de nuestros semejantes para aislarnos y dejar de relacionarnos como
hasta ahora, son el pan nuestro de cada día y tarde o temprano surtirá el
correspondiente efecto. No lo dudes.
Ahora mismo la
gente no es consciente de lo que significa estar monitorizados las 24 horas del
día durante los 365 días del año. Pues bien, eso supone que no vas a poder
hacer ningún movimiento sin que ellos lo sepan. Por ejemplo, si quieres
organizar una protesta para reivindicar una sanidad pública, ellos lo sabrán
antes de que se produzca y podrán actuar en consecuencia.
Esta es la verdadera
pandemia que nos espera. Lo del CoVid-19 es la escusa perfecta para llevarlo a
cabo, además de una eugenesia encubierta.
Como todo en esta vida, las pandemias tienen
muchas formas diferentes de afrontarse. Entonces, ¿por qué todo el mundo está
haciendo lo mismo? Pues, obviamente, para obtener los mismos resultados.
¿Te has parado a pensar que todos los países
tienen su confinamiento, su hora de aplausos y su canción de “resistiré”? Curioso,
¿verdad?
¿Y si después de todo el coronavirus no es más
que un fraude y la gente está muriendo de otra cosa como, por ejemplo, el
veneno que sobre nuestras ciudades echan los chemtrails (estelas de aviones) o
la mala alimentación?
En el mes y pico que llevamos de confinamiento
ya tendríamos que haber notado un descenso sustancial de los contagios y
muertes. Sin embargo, todo parece indicar que este confinamiento no está
sirviendo para nada, ¿o sí? Mucho me temo que seguirá así hasta que estemos lo
suficientemente acojonados, domesticados y preparados para el nuevo mundo que
se nos viene encima.
Es curioso que no se nos permita pasear o
bañarnos en el mar (obviamente eso es salud) pero sí podamos ir a Mercadona
donde, por cierto, he investigado en tres centros (uno en Lanzarote, otro en
Fuenlabrada y otro en Oviedo, con un total de 190 trabajadores) y no hay ni un
solo caso de coronavirus entre sus trabajadores, cuando por ahí pasan al día
cientos o miles de personas que lo tocan y lo tosen todo (más que en los
hospitales).
Hay muchas contradicciones en este asunto y
cada día son más las voces (entre ellas científicos) discrepantes con esta
pandemia. Entre otras cosas, denuncian que no se realizan autopsias y que los
test no cumplen los 4 postulados de Koch. Y lo que es más incongruente: los
continuos cambios de criterio que nos están volviendo locos a todos.
Esto parece una tomadura de pelo y, lo que es
peor, un crimen de lesa humanidad.
Por supuesto, la pregunta inevitable es: ¿si
es un fraude, qué pasa con los muertos? Pues, según los datos del Instituto de
Salud de Italia, la edad media de los fallecidos es de 81 años y el 90% de
ellos habían padecido dos o más enfermedades crónicas. Solo el 1% de los
fallecidos eran personas sanas. Además, el estudio trató de diferenciar entre
los que murieron por el coronavirus y los que fallecieron con el coronavirus
sin conseguirlo. También se cuestiona el tratamiento con antivirales y la
utilización de respiradores que, en determinados pacientes, pueden ocasionar
neumonía.
Yo no soy quien para juzgar a nadie, pero seamos
serios y rigurosos.
La medicina, al igual que la geofísica aplicada,
no son ciencias exactas, sino empíricas. ¿Y eso que quiere decir? Pues que no
siempre dos más dos son cuatro. Yo he dedicado 40 años a trabajar en geofísica
aplicada y sé de sus limitaciones. Y lo mismo pasa con la medicina. Por muy
buen geofísico o médico que sea uno, no todos los terrenos ni todos los cuerpos
son iguales, por tanto, el factor geológico en geofísica y el bioquímico en
medicina, condicionan –y de qué manera- el acierto o el fracaso muy a pesar
nuestro.
El “buenismo” no
existe. Es posible que los niños crean en los reyes magos, pero los mayores no,
¿verdad? Bueno, pues que un adulto piense que los políticos se dejan el culo
por nosotros, que la policía y el ejército se crearon para velar por nuestra
seguridad y que personajes como Rothschild, Rockefeller, Morgan, Du Pont, Bill Gates y demás élites adineradas,
son filántropos, es cuanto menos una ingenuidad, por no decir directamente una
estupidez.
O tomamos
conciencia de lo que está pasando y dejamos de hacer lo que nos están obligando
a hacer o cuando reaccionemos ya será tarde.
En EEUU, en los
estados de Michigan, Kentucky, Ohio y Carolina del Norte ya hay mucha gente que
no traga. Se están echando a la calle con la bandera de EEU en una mano y, eso
sí, el rifle en la otra, pidiendo que se levante el confinamiento y puedan
volver a trabajar. Lemas como “trabajadores
del mundo, uniros”; “no tenemos
nada que perder, excepto las cadenas” y otros como “preferimos arriesgar nuestras vidas que darlas por perdidas” han
sido escuchados en estas manifestaciones supuestamente espontáneas.
En una foto que publicó
el diario ABC, el 17 de abril de 2020, dentro de un artículo titulado: “Una ola de protestas para acabar con el
confinamiento recorre Estados Unidos”, se pueden ver los rifles de asalto.
Lo que nos están
haciendo no tiene nombre.
No tengo ni los datos
ni los conocimientos necesarios para saber qué es lo que está matando a la
gente. Pero lo que sí sé, es que han encontrado el arma perfecta de
manipulación social para implantar su “dictadura médica” con el consiguiente
lema: es por tu bien.
Vernos a todos con
mascarilla y guantes, aunque estemos a 50 metros de otra persona, se ha
convertido en lo más habitual. Y es que parece ser que respirar puede matar. Lo
que significa que cada ser humano es el enemigo de otro ser humano por el mero
hecho de respirar. Ni los mismísimos Hitler, Mao o Stalin hubieran podido soñar
algo parecido.
¿Quiénes son
nuestros gobernantes para encerrarnos a la fuerza en casa? ¿Qué clase de
democracia es esta? Y no me vale el patético argumento de que es por el bien de
todos y para no colapsar la sanidad (la sanidad no existe, solo el negocio de
la sanidad)
Piénsalo. Los que
queremos salir de casa nunca infectaremos a los que quieren quedarse en ella
por la sencilla razón de que ellos no saldrán. Es lo mismo que cuando en una
playa hay bandera roja; solo tendrá riesgo de ahogarse aquel bañista que se
meta en el agua, el que se quede en tierra, evidentemente, no se ahogará.
Después de lo que
estamos viviendo deberías pensártelo dos veces antes de decir "mantras" tales
como ”vivimos en un mundo libre”, “somos un país democrático”, “yo soy libre de
hacer lo que quiera”, etc.
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